La firma en días pasados de un entendimiento militar de Bolivia con Irán pone en primer plano las crecientes incursiones del país de los ayatolas en Latinoamérica: ¿Qué mueve a los iraníes y hasta dónde quieren llegar?
Por Grisha Vera
Tres acciones recientes de Irán en América Latina evidencian el creciente interés en la región del país persa, un socio muy distante no solo por su ubicación geográfica sino también por su modelo político y cultural. ¿Las nuevas jugadas? El presidente iraní visitó en junio a sus aliados reconocidos en la zona (Venezuela, Nicaragua y Cuba); Irán firmó un nuevo acuerdo en materia de seguridad y defensa con Bolivia y adelanta negociaciones comerciales para dotar de fertilizantes al Mercosur.
En los últimos dos casos las reacciones no tardaron. Parte de la oposición boliviana manifestó su rechazo al acuerdo con Irán. Argentina, que responsabiliza a funcionarios del Gobierno iraní de los atentados terroristas perpetrados en 1992 y 1994 en el país suramericano, también pidió explicaciones al Gobierno de Luis Arce. Mientras tanto John Kirby, director de comunicaciones estratégicas de seguridad nacional de la Casa Blanca, dijo a la Voz de América: “Nos preocupa cualquier intención iraní que pueda ser desestabilizadora”.
Apenas unos días más tarde, el Gobierno de Argentina se pronunció nuevamente. Esta vez lo hizo sobre las negociaciones que gestiona Luis D´Elía, candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, entre una empresa brasileña y el Gobierno de Irán para que este exporte fertilizantes al Mercosur. “Cerca del ministro de Economía, Sergio Massa, aseguraron que rechazaron de plano el ofrecimiento inicial de D´Elía para autorizar la transacción… ‘Los recibimos por pedido del presidente, pero no dimos vía libre de nada. El Estado no compra fertilizantes, y ni nosotros ni YPF hicimos ni haremos ninguna operación’”, citó La Nación.
Hay más. En enero de este año dos buques de guerra iraníes merodeaban frente a las costas de América Latina. Pese a las sanciones decretadas contra ese país y a la presión diplomática de Estados Unidos, el Gobierno de Brasil les permitió atracar en Río de Janeiro a finales de febrero.
Las relaciones políticas y comerciales de Irán con varios países de América Latina no son nuevas, ni se circunscriben a los regímenes autoritarios de la región. Brasil es su socio comercial más importante de la zona. Bolivia también intercambia bienes y servicios desde el gobierno de Evo Morales. Mientras tanto, Argentina, uno de los socios más antiguos del continente, ha mantenido en el tiempo la relación comercial, con algunas variaciones en los años de mayor tensión diplomática entre ambas naciones.
Tras analizar la data de comercio exterior de UN Comtrade, queda claro que en los últimos 11 años, 28 de los 33 países que conforman América Latina y el Caribe también han concretado acuerdos comerciales con Irán. Y el 2022 estos negocios intercontinentales se incrementaron en 6 por ciento, una cifra récord frente al promedio anual de la década anterior (2011-2021).
“Desde los análisis periodísticos y también académicos se construyó el mito de que Irán mantenía relaciones únicamente con Venezuela y los países del ALBA; sin embargo, esta intensa relación política e ideológica con el eje Venezuela fue solo una primera etapa del periodo analizado, porque desde el año 2009 dicho relacionamiento se amplía y refuerza con la visita presidencial iraní a Brasil y la apertura de distintas embajadas, y la intensificación de relaciones comerciales fuera del foco ALBA”, concluye un estudio académico publicado por Isabel Rodríguez Aranda, PhD en Ciencias Políticas y Sociología.
Ariel Gelblung, director del Centro Simon Wiesenthal Latinoamérica, explica que la penetración de Irán en la región se empieza notar a finales de los ochenta, pero que se hace visible con los tres atentados terroristas ocurridos en los noventa (dos en Argentina y uno en Panamá) y atribuidos a Hezbolá, organización libanesa-chií aliada de Irán y considerada (su brazo armado) un grupo terroristas por Estados Unidos, la Unión Europea y otros países más.
Varios estudios académicos sitúan al 2005 como el año en el que empieza una mayor influencia de Irán en América Latina con la llegada de Mahmud Ahmadineyad a la presidencia en Teherán y el ascenso de líderes de izquierda a varios gobiernos del sur del continente. Ambas partes con intereses y realidades muy distantes pero unidos por un adversario en común: Estados Unidos.
La cosecha
El país persa ha obtenido importantes beneficios. Primero, su penetración en Latinoamérica le ha permitido expandir sus actividades comerciales, duramente limitadas por las sanciones. Y para los socios de Latam este punto resulta atractivo porque Irán ofrece un mercado de más de ochenta millones de habitantes para sus exportaciones.
Segundo, ha conseguido ejercer una fuerte influencia en la política exterior de algunos de sus socios latinoamericanos. CONNECTAS analizó las votaciones del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en los últimos 11 años, y encontró que Cuba, Bolivia, Venezuela y en dos ocasiones Ecuador han votado en defensa de Irán contra las medidas tomadas por el Consejo sobre la violación a los derechos humanos en ese país. Estas decisiones concuerdan con la alineación política e ideológica de los países del ALBA, liderados por Venezuela.
José Manuel Ormachea, diputado boliviano por la bancada opositora Comunidad Ciudadana, subraya sobre este aspecto: “Este grupo de países que dicen representar intereses alternativos a lo que es el eje occidental, que dicen representar a un mundo supuestamente sometido, esclavizado, prácticamente subyugado por las potencias occidentales, por la OTAN, en realidad son ellos los que subyugan, colonizan y esclavizan a su propia gente”.
El análisis de las votaciones también revela una posición neutra, de abstención, de otros dos socios comerciales: Brasil y Uruguay, con los que Irán mantiene una histórica relación de negocios. “Uruguay es tal vez uno de los países latinoamericanos que ha mantenido una de las relaciones más estables con la República de Irán, la que se ha basado, fundamentalmente, en un intenso y complementario vínculo comercial recíproco. Este estable vínculo comercial se ha sustentado en la abstención por parte de Uruguay a las condenas que ha llevado a cabo la Asamblea General de Naciones Unidas a la situación de los derechos humanos en Irán desde 1976”, apuntaba en 2018 el estudio de Rodríguez.
Sin embargo, la influencia iraní sobre la política exterior de esos países no resulta fácil de explicar desde el punto de vista comercial: el intercambio con América Latina apenas representa el 2,4 por ciento del total del comercio exterior del país persa. Asimismo, ese intercambio no representa ni el uno por ciento de las exportaciones totales de los socios latinoamericanos. Desde 2011 hasta 2021, solo las exportaciones de Brasil y Argentina a Irán, en algunos años, superan esa cifra, según el Atlas de Complejidad Económica de la Universidad de Harvard.
El tercer beneficio para Irán es el intercambio cultural presente en las relaciones bilaterales. De acuerdo con un artículo publicado por Jean-Jacques Kourliandsky, investigador especializado en temas ibéricos del Instituto Francés de Asuntos Internacionales y Estratégicos, desde 2007 Irán y varios de sus socios latinoamericanos han creado espacios en el ámbito político y académico para fomentar el intercambio cultural y comercial. “Estas iniciativas reflejan, además, una voluntad compartida por los gobiernos de crear puentes entre pueblos muy alejados tanto en sus definiciones sociales como en las religiosas y culturales. En 2006, el teatro de la Universidad Azat de Teherán presentó una obra relativa a uno de los héroes de la independencia venezolana, Rafael Urdaneta. Un año más tarde se organizó en Teherán, por primera vez, un congreso de literatura latinoamericana. Como contrapartida, en América Latina surgieron cátedras de lengua y literatura persas y, finalmente, se concretó la cooperación entre Telesur e HispanTV, el canal oficial iraní abierto en español en el año 2010”.
Ormachea profundiza más sobre esta penetración cultural en Bolivia. Explica que parte de las donaciones de Irán a su país han estado sometidas a la voluntad de los ayatolás y al beneficio del partido gobernante. Por ejemplo, el diputado recuerda que, en el gobierno de Evo Morales, Irán regaló una televisora a una fundación con el mismo nombre del presidente. Esta, como comenta, sigue al servicio de Morales con contenidos tendenciosos donde no existe espacio para las voces disidentes. También apunta que, durante ese gobierno, Irán regaló un hospital a Bolivia nombrado “República Islámica de Irán” . Y que en su inauguración desató un debate en el país porque todas las mujeres que estaban trabajando en el centro de salud usaban velo islámico.
Sin embargo, advierte: “Desde el punto de vista político e ideológico es donde tienen mayor influencia, en el sentido de ayudar al partido de gobierno con sus técnicas de inteligencia, militares y de cooptación ideológica de la gente. De cómo volver a Bolivia un autoritarismo más allá de si conviertes o no a una buena cantidad de bolivianos en musulmanes, pues parece que eso no es la primera de las prioridades en la agenda. Si pueden intentarlo y lo logran bien, si no, también, digamos. Pero lo más importante son los mecanismos que tiene Irán para convertir a Bolivia en un estado autoritario, que es lo que les interesa, porque pueden hacer negocios tranquilamente, pueden influir en la región de mejor manera e irradiar su ideología a toda América. Eso básicamente es su punta de lanza”.
En Venezuela también es evidente el intercambio y la penetración cultural como parte de los acuerdos entre ambas naciones. En mayo, el ministro de Cultura venezolano, Ernesto Villegas, visitó oficialmente Irán para “elevar el nivel de intercambio cultural entre ambas naciones”, de acuerdo con una nota de prensa del Ministerio. Tres semanas después las primeras damas de Venezuela e Irán sostuvieron una reunión en Caracas para “el intercambio cultural y político con mujeres influyentes”.
“Nosotros seguimos viendo por ahí con ojos ingenuos cómo alguien se maneja desde una política internacional. Estamos hablando de un gobierno que no es democrático, que quiere exportar una revolución islámica, que es extremista, intolerante y que promueve el terrorismo. La verdad es que yo no sé si es el socio comercial creíble que nosotros queremos tener. Su idiosincrasia es muy diferente.Te van a decir que sí, ‘que soy yo bueno’, pero están buscando otras cosas. Para ellos es todo ganancia, sobre todo porque están entrando en un sector geopolíticamente relacionado con su máximo enemigo”, concluye Gelblung.
* Miembro de la Mesa Editorial de CONNECTAS