Vermont trabaja sin descanso para superar las secuelas de una destructiva inundación, desencadenada por una implacable tormenta que descargó en sólo 48 horas el equivalente a dos meses de lluvia.
La tormenta provocó importantes inundaciones, dejando a los residentes atrapados en sus casas, obstruyendo las carreteras y anegando calles y negocios con barro y escombros.
En Montpelier, la capital de Vermont, el desbordamiento del río Winooski causó graves inundaciones el martes. Los informes actuales de las autoridades locales indican que los niveles de agua en una presa aguas arriba se han estabilizado, reduciendo así el riesgo de nuevas inundaciones. El administrador municipal de Montpelier, Bill Fraser, expresó su alivio por la situación de la presa, señalándola como una preocupación menos.
Aunque la situación de la presa se ha estabilizado, sigue siendo motivo de preocupación para Montpelier. Con la bajada del nivel del agua, la ciudad se está centrando en la recuperación. Los equipos de obras públicas van a empezar a retirar el barro y los escombros, y está previsto que las inspecciones de edificios empiecen cuando las empresas inicien sus operaciones de limpieza.
Antes de llegar a Nueva Inglaterra, esta persistente tormenta afectó a partes de Nueva York y Connecticut el domingo, empapando algunas zonas con hasta 9 pulgadas de lluvia. Se espera que el río Connecticut supere el nivel de crecida el miércoles, lo que afectará a Hartford y a las ciudades del sur. El suroeste de New Hampshire también sufrió graves inundaciones y cortes de carreteras.
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Las turbias aguas del río Winooski se tragaron vehículos y ocultaron parquímetros a lo largo de las encantadoras calles de ladrillo de Montpelier. Los residentes navegaron por la ciudad inundada de diversas maneras, desde vadear aguas que llegaban hasta la cintura hasta utilizar canoas y kayaks para evaluar los daños.
Bryan Pfeiffer, residente local, recorrió el centro de la ciudad a remo y se mostró sorprendido por el nivel de los daños. Se dio cuenta de que todos los sótanos de los edificios, incluido el de su lugar de trabajo, estaban inundados. Para su consternación, incluso el parque de bomberos de la ciudad estaba sumergido.
El Gobernador de Vermont, Phil Scott, señaló que las aguas habían superado los niveles observados durante la tormenta tropical Irene en 2011, que causó seis muertes y cuantiosos daños en las infraestructuras. Las estimaciones actuales indican que las recientes inundaciones han causado daños por valor de decenas de millones de dólares, pero afortunadamente no se ha informado de víctimas ni heridos.
Mientras Vermont se embarca en su camino de recuperación, el Servicio Meteorológico Nacional pronostica precipitaciones adicionales para el estado el jueves y el viernes, aunque menos severas. La prioridad ahora es reabrir las carreteras, ayudar a los propietarios de viviendas aisladas y apoyar a las empresas en la limpieza posterior a las inundaciones.
Ludlow, una ciudad de 1.500 habitantes, se vio gravemente afectada. El administrador municipal de Ludlow, Brendan McNamara, informó de “daños catastróficos”, siendo la planta de tratamiento de aguas una de las víctimas. A pesar del duro impacto, McNamara se mantiene optimista y afirma: “Ludlow se recuperará. La comunidad se está uniendo y cuidando unos de otros”.
En respuesta a la catástrofe, el Presidente Joe Biden declaró la emergencia en Vermont, autorizando así a la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA) a ayudar en las labores de socorro. Desde entonces, la FEMA ha desplegado un equipo en Vermont y está preparada para prestar más ayuda en caso necesario.
Los climatólogos advierten de que estas inundaciones catastróficas pueden ser cada vez más frecuentes debido al calentamiento global. A medida que la temperatura global siga aumentando, también se espera que aumenten las posibilidades de que se produzcan estas tormentas de lluvias torrenciales y lentas.
