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Nohra Rodríguez y cariño extra para los niños

En Bolivia Nohra Rodríguez era la hija de un abogado y afamado ajedrecista que representó a su país en distintas competencias internacionales. Cuando tenía 15 años su padre, Germán Salazar, murió y la vida de la familia cambió para siempre.

La madre emigró para ganarse la vida cuidando niños. Nohra completó su adolescencia sin la figura de sus padres. Optó por estudiar comunicación social, aunque la idea de venir a Estados Unidos le atraía más. Seis años después se encaminó rumbo al norte. Tenía 21 años.

PADRES. Antes de trabajar en Arlington, ayudando a los padres de familia hispanos y a sus hijos, hizo la misma labor en el condado de Fairfax.Foto: Cortesía Nohra Rodríguez

Arlington ha sido su hogar desde entonces. “Como para todos, mis comienzos fueron un poquito difíciles. Mi primer trabajo fue en un restaurante de comida rápida, preparando ensaladas”. Después se fue a limpiar casas, pero recordó que en Bolivia era una alumna brillante, se quitó los guantes y el delantal y pensó: “esto no es para mí”. Era el año 1993.

Por las noches limpió despachos. Veía las computadoras y sobre los escritorios las fotos familiares de los empleados y para sus adentros se decía “un día quiero tener una oficina como estas”. Hasta que ese día llegó, fue cajera en la cadena CVS, después asistente de farmacia y más tarde secretaria del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Este último empleo la acercó un poco más al deseo de tener una oficina. De allí se fue para cuidar de sus hijas pequeñas.

FAMILIA. Nohra Rodríguez antes de ser enlace bilingüe en las escuelas trabajó para Northern Virginia Family Services.Foto: Nohra Rodríguez

Un hombro para arrimarse a la vista

Si en aquel entonces hubiese conocido a la Dra. Latisha Ellis, ex subdirectora de Swanson Middle School, ésta le habría dicho que tenía la vocación de ser “una tía extraordinaria con todos los niños, quien de antemano sabe cuáles son las necesidades más urgentes e inmediatas de ellos y de sus familias”. Rodríguez es el enlace bilingüe familiar de ese centro de educación.

Antes de llegar allí, construyó su experiencia durante ocho años en Northern Virginia Family Services. Visitaba hogares, intentaba dar salida a las necesidades de las embarazadas primerizas y pobres, ayudaba a prevenir la violencia doméstica, el maltrato y abandono de los niños. Pasó tres años más en el programa federal Head Star, atajando la desnutrición de los niños que aún no entraban al kindergarten.

BILINGÜE. En Swanson Middle School, Nohra Rodríguez, se encarga desde las traducciones de folletos y circulares, hasta llamar a los padres para darles buenas y malas noticias. Foto: Cortesía Nohra Rodríguez

De esas vivencias le queda un atlas socioeconómico harto conocido: inmigrantes sin acceso a un seguro de salud y que no hablan inglés. Mujeres, algunas con licenciaturas traídas de sus países, otras con segundaria y la mayoría con o sin escuela primaria. Solas o acompañadas de sus hijos, viviendo en una sola habitación, mientras los maridos o sus parejas salen a trabajar en construcción o lo que sea.

De asistente a mamá sustituta

Su misión era y sigue siendo educar a las familias sobre los recursos y servicios que existen o enseñarles que aquí a los niños no se los puede dejar solos en casa ni siquiera para ir un rato al mercado. A muchas les toma tiempo entender cómo funcionan las leyes en Estados Unidos, más difícil es cuando en vez de español hablan quechua o el mam. Rodríguez ha sido enlace en las escuelas primarias en Fairfax y ahora en Arlington.

TRABAJO. Cuando llegó a Estados Unidos, en 1993, en principio trabajó en un restaurante de comida rápida, limpió casas y oficinas y fue cajera en CVS. Foto: Nohra Rodríguez

Sus horas se van buscando recursos para los niños más necesitados, asistiendo los maestros, autoridades y al personal administrativo para que entiendan los problemas por los que pasan los estudiantes, preocupándose que todos tengan las dosis de vacunas, llamando a saber por qué el alumno no vino a la escuela, haciendo las traducciones al español de folletos, circulares y presentaciones. También llama a los padres para darles las buenas y malas noticias; organiza la noche de la herencia hispana y hasta busca chaquetas y corbatas para que los niños acudan presentables las reuniones anuales de la Latinos USA Conference.

“Rodríguez me ayudó a construir puentes con la comunidad que de otra forma no habría logrado tener acceso. Tiene una extraordinaria visión de futuro, es muy comprensiva, competente y confiable. La confianza es importante porque trabaja con niños y ellos son la joya más preciada de los padres. Ella es una campeona de nuestras familias”, dijo Ellis.

Ahora mismo en la escuela hay tres alumnos que no tienen mamá y para ellos “hay un cariñito extra” que tal vez les falta en casa. “A veces me toca dar dosis extras de madre a los niños y a los padres ofrecerles apoyo y consejos”.

COMUNIDAD. Nohra Rodríguez tiene experiencia en construir puentes entre los servicios comunitarios y la comunidad hispana, por ocho años visitó los hogares de mujeres embarazadas. Foto: Nohra Rodríguez

El logro más grade

El ejemplo comienza en casa y la suya es lo primero. “Mis grandes logros son mis hijos. Ashley se graduó en George Washington University; Tiffany en American University; y, Samuel empieza la secundaria, es violinista y juega lacrosse y fútbol americano”.

En el tiempo libre, gusta de cocinarles a ellos y a su esposo, Marcelino Rodríguez; rescatar animales y sacar a flote la Misión El Alto-Bolivia, que envía, desde hace 10, años, ropa, material escolar y juguetes al país andino.

“Es importante tener un enlace familiar, porque la comunidad dominante intencionalmente o no impone las bases de una cultura y los estudiantes no se sienten incluidos. Hay que crear ese sentido de pertenencia y representación en las escuelas. Para eso es importante el trabajo de Rodríguez, porque amplifica y pone en primera fila las dificultades, los éxitos y las voces de la comunidad hispana en los centros escolares”, aseguró Ellis.

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