José Miguel Cabrera Torres, mejor conocido como Miguel o Miggy, es el pelotero con más hits y extra bases y que aún se mantiene activo en las Ligas Mayores. Cada turno al bate, en lo que será su última campaña en la gran carpa es todo un suceso, ya que significa un ascenso más de sus abultados numeritos.
Por mencionar solo un ejemplo sobre la espectacular carrera de este venezolano de 40 años de edad, Cabrera forma parte del exclusivo “club” de toleteros que han bateado más de 3 mil hits y más de 500 jonrones entre más de 20 mil jugadores que han participado en las mayores a lo largo de su historia. Nos referimos a Hank Aaron, Willie Mays, Albert Pujols, Eddie Murray, Rafael Palmeiro y Alex Rodríguez.
Miguel Cabrera llegó a Las Mayores en junio de 2003 como uno de los prospectos más cotizados con apenas 20 años de edad, para jugar con los Marlins de Florida. En ese año le conectó un histórico jonrón a Roger Clemens que condujo a su equipo a conquistar la Serie Mundial.
Pero todo no ha sido “color de rosa” para Miggy durante estos 20 años de fructífera carrera en las ligas mayores. Durante la temporada 2009 Cabrera se encontró en el ojo del huracán debido a una peligrosa situación que ameritó la intervención de sus amigos y compañeros de equipo.
Luego de una larga noche de tragos el jugador llegó a su casa a las 5 de la mañana completamente ebrio. Luego de un altercado con su esposa Rosangel Polanco, ésta se comunicó con la estación de policía solicitando asistencia. A los minutos llegaron los agentes y la dama exigió a su esposo que abandonara la casa.
El jefe de la policía de Birmingham Richard Patterson manifestó en esa oportunidad que no se presentaron cargos por ese episodio y que más tarde el gerente general de los Tigres de Detroit, Dave Dombrowski, retiraría a Cabrera de la estación policial.
Este no sería el único episodio etílico que involucraría al famoso pelotero con la policía. El 16 de febrero del 2011, el mundo del béisbol despertó con una noticia impactante. Miguel Cabrera fue arrestado en Fort Pierce (Florida) luego de que fuera captado conduciendo bajo los efectos del alcohol.
Según el reporte del momento: “Tras avistarse un auto que humeaba, los agentes se percataron que el conductor olía a alcohol, hablaba con la voz entrecortada y hasta quiso tomar un trago de una botella de escocés frente a las autoridades”.
El venezolano había luchado con algunos problemas con la bebida, pero este episodio marcó un antes y un después en la carrera de Miguel Cabrera.
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“Cometí y espero que no vuelva a pasar. Trabajé en la temporada muerta para eso, para estar mental y físicamente bien y tratar de dejar esos problemas atrás y aprender de ellos”, manifestó un preocupado Miggy durante una rueda de prensa.
“Lo más importante que puede tener un ser humano es reconocer los errores que ha cometido y tomar cartas en el asunto. No solamente decir que no volverá a pasar, sino trabajar con eso para ser un mejor ejemplo para los hijos que vienen creciendo”.
Miguel Cabrera tuvo razón en esas palabras y el alcohol no fue más nunca un problema para él, ni para su familia, ni para el béisbol.
El venezolano es una leyenda viviente.
