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Lo que deben hacer los republicanos

El partido debería buscarse una estrategia económica sólida.

Opinión de Rana Foroohar con respuesta de Gideon Rachman

Es evidente que los conservadores en EEUU sufren desde hace tiempo una crisis de identidad. Donald Trump puso de cabeza al partido y aún no se recupera. Pero desde que el expresidente inició su campaña el pasado fin de semana, el futuro del Partido Republicano, sin mencionar quién será su candidato presidencial, vuelve a estar en primer plano.

Una encuesta reciente del New York Times entre los 168 miembros del Comité Nacional Republicano (RNC por sus siglas en inglés) reveló que sólo cuatro personas apoyaban plenamente a Trump. Veinte se opusieron a él, 35 no querían una carrera disputada y el resto no respondió; algo que probablemente es resultado lo que los conservadores estadounidenses piensan sobre el Times.

También hubo críticas contra Ronna McDaniel, la presidenta del RNC, por parte del gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien, por supuesto, aspira a ser el candidato. Pero creo que el mero hecho de que DeSantis no salió a dar pelea contra Trump muestra su propia debilidad, así como la del Partido Republicano. Aparte de los principales partidarios de Trump, es difícil definir quiénes son los republicanos de hoy y qué representa el partido en sí. Es una extraña amalgama de libertarios, nacionalistas blancos y apolíticos adinerados a los que parece no importarles nada más que las tasas tributarias.

Entonces, ¿qué necesitan los republicanos para volver a ser un partido político coherente? Para empezar, necesitan lidiar con el racismo y el cinismo que los han llevado hasta este punto. También necesitan una nueva estrategia económica. La gran fuerza del conservadurismo estadounidense a partir de la época de Reagan fue la simplicidad del mensaje: el mercado sabe más y el gobierno debe quitarse del camino. De hecho, fue un mensaje tan poderoso que los liberales también se aficionaron al laissez-faire, que se convirtió en la política económica dominante durante medio siglo.

Eso se acabó, por razones que se han abordado extensamente en reseñas y columnas anteriores en el Financial Times.

Ya sabemos lo que les espera a los demócratas —la denominada Bidenomics, que, como he esbozado en columnas anteriores, trata sobre el trabajo y no sobre la riqueza (es decir, cambiar el equilibrio de la economía estadounidense del crecimiento de los activos al crecimiento de los ingresos), reconectar las preocupaciones económicas nacionales con las necesidades de los aliados (un asunto delicado, como bien señaló Gideon la semana pasada) y fortalecer la democracia liberal. En términos de política interior, la administración Biden ha puesto mucho empeño en recuperar a los trabajadores perdidos a manos de los republicanos a partir de los años de Clinton.

El hecho de que Biden mantuviera en su lugar la política comercial de Trump (o mejor decir de Robert Lighthizer), pero agregándole una capa de estrategia industrial interna, deja a los conservadores menos margen para presentarse como partido a favor de los trabajadores. Aunque me sorprende cuando viajo por estados rojos lo fuerte que aún sigue resonando el mensaje comercial de Trump.

Los mensajes económicos de Biden son más difíciles y sutiles, sobre todo en cuestiones como el clima, pero el que gran parte del dinero del estímulo ecológico de la Casa Blanca de Biden vaya a parar a los estados rojos sin duda ayudará a la posición demócrata en esos sitios.

Así que, en este nuevo clima político, ¿adónde van los republicanos? ¿Y a quién deberían designar como candidato? No pretendo ser un estratega, pero si estuviera buscando un candidato con un mensaje económico nuevo y más resonante, miraría con mucho cuidado a alguien como Marco Rubio. Tal vez sea demasiado novato por esta ocasión, pero para mí, su línea de pensamiento representa el futuro del Partido Republicano. Como he escrito recientemente y en el pasado, tiene un enfoque del “patriotismo” económico que atrae tanto a la clase trabajadora como a los halcones de la seguridad. Tras presidir la Comisión para Pequeñas Empresas en el Senado, creo que tiene una idea bastante clara de cómo funciona la economía real en relación con Wall Street. También cuenta con personal dispuesto a trabajar en todos los frentes, lo que creo que es una gran ventaja para el país.

Gideon Rachman responde

Gracias y saludos desde Alemania. Resulta que he estado precisamente pensando en los republicanos porque mi lectura en el avión era Weapons of Mass Delusion, de Robert Draper, que lleva por subtítulo “When the Republican Party lost its mind” (El momento en el cual el Partido Republicano perdió la cabeza).  Me interesa entender cuál es su forma de pensar.

Creo que la necesidad del Partido Republicano de poder transmitir un mensaje económico coherente, aunque crucial, es secundaria a su tarea principal. ¿Qué hacemos con Donald Trump?

Curiosamente, creo que en términos políticos, Trump tiene pretensiones de ser un presidente verdaderamente histórico. Ha diseñado dos cambios masivos que parece que van a durar. En primer lugar, alejó la política comercial estadounidense del liberalismo y la acercó al proteccionismo. En segundo lugar, hizo que Estados Unidos adoptara una postura mucho más antagónica hacia China. Creo que incluso creó algún tipo de equilibrio entre las alas del partido que tu describes, al ofrecer recortes de impuestos para los ricos y proteccionismo para los pobres.

Pero el legado político de Trump sigue eclipsado por su tóxico legado político, en particular, la confirmación el 6 de enero de que no es demócrata y está dispuesto a alentar a las fuerzas más oscuras y conspirativas de la política estadounidense.

Me parece que el establishment republicano claramente quiere deshacerse de Trump. Pero no está nada claro que la base completa del Partido Republicano esté de acuerdo. Las encuestas de opinión más recientes que he visto sugieren que es muy prematuro descartar a Trump. Sigue siendo el principal candidato a la nominación republicana. Es cierto que sus resultados en las encuestas están por debajo del 50 por ciento. Pero frente a varios candidatos, entonces, con el voto dividido de varias maneras, puede salir fácilmente como candidato.

El problema para el Partido Republicano es que Trump es claramente el candidato contra el cual los demócratas quisieran enfrentarse. Si la cantidad de quienes nunca votarían por Trump fuera sólo un diez por ciento de la base del partido, eso podría ser suficiente para inclinar la elección general hacia los demócratas.

Pero esto también es un trato fáustico. ¿Preferirían los demócratas realmente arriesgarse a una segunda presidencia de Trump, en lugar de enfrentarse a un candidato republicano que podría tener más posibilidades de atraer a los votantes convencionales? Tú me dirás.

Rana Foroohar es reportera de negocios globales y editora asistente del Financial Times, y contribuyente de análisis económico en CNN

Gideon Rachman es el jefe de asuntos internacionales del Financial Times y anteriormente fue corresponsal de The Economist en varios sitios del mundo.

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