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Eduardo Ortiz es emprendedor y veterano

Al dominicano Eduardo Ortiz, desde que era un niño, el deseo de ser astronauta lo perseguía. En su lógica de niño, la forma más rápida de llegar a la luna era meterse a soldado. Su razonamiento tenía sentido: “si los astronautas llevan uniforme es que militares deben ser”. Al final, el destino no lo llevó a la luna, pero sí a la marina, en 2008.

Se enlistó para Afganistán en 2011 y con él se llevó su trayectoria laboral en tecnología digital. La creación de productos tecnológicos y servicios para el gobierno u organizaciones no gubernamentales, están dándole satisfacciones y contratos, a través de Coforma, la compañía de la que es presidente y cofundador, junto Ashleigh Axios, quien es directora y copropietaria. 

Comenzó con tres empleados, ahora son 55, muchos de ellos veteranos. Este año la Agencia Federal de Pequeños Negocios dio a Coforma un reconocimiento por sus habilidades de emprendimiento y su capacidad de trabajar en alianzas.

En su isla caribeña suelen decir “alcanza, quien no cansa”, Ortiz es un incansable emprendedor que no sabe ni quiere trabajar solo. Para él son los equipos los que llevan al éxito. Lo aprendió en la marina y desde entonces practica lo que predica: crear oportunidades, en especial para los veteranos, esos que son movilizados a los conflictos y que cuando vuelven a veces no tienen opciones.

EMPRESARIO. Eduardo Ortiz junto a Ashleigh Axios, los dos son copropietarios de Coforma, reconocida por el Departamento Federal de Pequeños negocios por sus capacidades de emprendimiento/Cortesía Coforma

Marino en Afganistán

Es Cristalia Blanco, su madre, la creyente de que de bien nacidos es ser agradecidos. Eso le trasmitió a su hijo quien ya siendo un profesional sentía que era tiempo de devolver lo que la sociedad y la vida le estaban dando. Irse a Afganistán fue su forma de agradecer.  “Soy de los que con mucha más fortuna volvió. Por eso Coforma apoya a los veteranos”.

Un artículo de prensa menciona que a su regreso sufrió trastorno por estrés postraumático, pero nada dice de sus rodillas rotas y sometidas a incontables cirugías. Él tampoco habla de eso, de su silencio se intuye que aún está luchando por espantar los recuerdos de esa temporada en el infierno.

Llegó a Estados Unidos en 2003. Trajo consigo un título de ingeniero en computación, más tarde fue por una licenciatura en comunicación y medios en The City University of New York. Ahora mismo reparte su tiempo entre Coforma, su familia y su maestría en negocios en Maryland University.

Tuvo una infancia propia de niño en bicicleta y de béisbol. Era el lanzador hasta que a sus 11 años corrió tras la bola, chocó con la frente de un compañero y se rompió el pómulo. Ese día se acabó la pelota. 

“Recuerdo que me gustaba explorar y entender el por qué de las cosas. A mi mamá le di mucha agua de beber. Mis hermanas eran las estudiantes perfectas, siempre se llevaban los honores y a mí no me dejaron nada”, dice sin dejar de reír de buena gana. Gracias a mi mamá, a ellas y a mi nana estoy donde estoy y soy lo que soy”.

PADRE. Eduardo Ortiz junto a su hijo Jona quien pronto cumplirá dos años de vida/
Cortesía Coforma

Casi 20 años de experiencia

Su esposa, Stevie Glaberson, y ahora su hijo Jona, quien pronto cumplirá dos años, son su inspiración, y los que hacen de norte en su brújula. “Lo estamos criando en hogar bilingüe, porque para nosotros la cultura es importante, también queremos que sea bondadoso y considerado con todos”.

Apenas tiene 40 años y en Linkedin tiene un recorrido profesional que marea y una vocación cívica que lo impulsó a cofundar Proyect100 para elegir a igual número de mujeres al Congreso o abogar y crear servicios para los propietarios de negocios en manos de veteranos con discapacidades.

La casa de moda Ralph Lauren lo tuvo como uno de sus directores de experiencias digitales de los usuarios. “Fue una buena oportunidad para poner a prueba nuevas tecnologías para el consumidor. No había trabajado con una marca tan reconocida que invirtiera tanto en entender al cliente”.

MARINO. En 2008, Eduardo Ortiz se enlistó en la marina de Estados Unidos y en 2016 fue movilizado a Afganistán/Cortesía Coforma

Arreglando lo desarreglado por Trump

Tras 20 años de duro trabajo, desde 2017 puede decir a boca llena “mi compañía”. Coforma lo es, pero entender cuál es la misión es complejo y lo mejor es explicarlo con un ejemplo. Corría  2018 y durante el gobierno de Trump se hablaba de separación familiar y niños enjaulados. Cuando llegó Joe Biden a la Casa Blanca estableció el programa de reunificación y Coforma tuvo a cargo desarrollar un sistema tecnológico centralizado para servir a los miles de afectados, bajo las directrices del Departamento de Seguridad Nacional y la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

Coforma investigó quienes eran y cuántos podían ser los afectados. La primera decisión fue diseñar el programa en español. Pronto descubrieron que una gran cantidad de víctimas no hablan ese idioma, sino dialectos indígenas, como Mam o Kʼicheʼ. Además, se comunican a través de sus abogados y por mensajes de voz en WhatsApp.

“Con todo eso casi nos explota la cabeza. Rápido trabajamos con los equipos multidisciplinarios federales y de la ONU para ajustar los servicios al perfil de los afectados. Aportamos nuestro entendimiento y capacidad tecnológica. Creamos el sitio web togheter.gov y juntos.gov que ofrecen salud mental y servicios de reunificación familiar. El sistema ayudó a construir el camino para el reencuentro”.

Coforma lo consiguió trabajando en equipos que es como a Ortiz le gusta. “Trabajar para vivir es lo que hago y lo que les pido a mis colegas. Hacemos cosas difíciles, no me gusta verlos hasta muy tarde, aunque a veces es imposible, quiero que también tengan sus vidas”.

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