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la santurronería moralista no salvará la república

No basta con tener la razón.

Cuando estaba aprendiendo a conducir, una vez estuve a punto de matarme y de matar a mi madre. El semáforo se había puesto en verde y pisé el acelerador a pesar de que un gran camión se dirigía hacia nosotros a toda velocidad. Mi madre agarró el volante y nos desvió justo a tiempo. “¡Era nuestro derecho de paso!”, protesté a mis 17 años. “Eso que dices es una tontería”, respondió ella. A menudo recuerdo esa desgarradora enseñanza en momentos extraños de mi vida. Me volvió a pasar mientras observaba la campaña electoral de mitad del mandato de los Demócratas. El camión mortal representa las inquietudes económicas diarias de las personas. El conductor es el partido Demócrata. Desafortunadamente, estaba tan obsesionado con su propia rectitud que no pudo reconocer el peligro. Supongo que mi madre es una especie de experta, aunque me resulta muy difícil imaginarla en ese papel.

En realidad, las cosas podrían haber sido mucho peores de lo que fueron para los Demócratas anoche. Aquí ofrezco mis primeras conclusiones provisorias de los resultados. Pero los Demócratas si empeoraron algo las cosas para si mismos al meter la cabeza bajo la tierra. Su error más garrafal ha sido negar que la inflación estuviera aumentando. Luego cambiaron y dijeron que la inflación era exagerada. Después, argumentaron que el aumento de la inflación era en realidad bueno para los estadounidenses de bajos ingresos porque el calentamiento económico aumentaba más los sueldos que los precios. Por último, culparon de la inflación a la avaricia corporativa. Todo el tiempo negaron enérgicamente que el Plan de Rescate Estadounidense de $1,9tn (millones de millones) tuviera algo que ver. Como señala aquí la maravillosa Catherine Rampell del Washington Post, en cada uno de los puntos estaban total o parcialmente equivocados. Los Demócratas suelen contarse a sí mismos “historias que quieren creer en lugar de historias verdaderas”, escribe Rampell.

Con estas ilusiones se perjudican a sí mismos cuando los lleva a no enterarse de lo que los votantes les dicen a los encuestadores sobre cuáles son sus principales preocupaciones. Es mucho mejor agarrar al toro por los cuernos y admitir que la inflación es un problema real —y que los Republicanos pueden agravarla—, que descartarla como un producto de la imaginación de los medios. Como he dicho, los daños podrían haber sido mucho más devastadores en la noche del martes. Pero es crucial que los Demócratas asimilen estas lecciones antes de 2024. El malestar es más profundo que los errores de cálculo de los estrategas Demócratas. A las élites cognitivas del Estados Unidos liberal se les ha metido en la cabeza que el populismo de derecha está totalmente impulsado por la deplorabilidad, ya sea el racismo, la misoginia o el odio a la ciencia. En la época de la nominación de Donald Trump, el sarcástico hashtag #Ansiedadeconómica surgía en las redes sociales cada vez que se producía un incidente relacionado con racistas (escoja el que quiera: hubo muchos). Eso implicaba que las “muertes por desesperación” de Estados Unidos, la caída de la esperanza de vida, el estancamiento de los ingresos y la escalera rota de la meritocracia eran todas pistas falsas para el verdadero motor del populismo electoral: la reacción de la mayoría blanca. Esta panacea sigue cegando a las élites liberales de Estados Unidos ante el camión que viaja a gran velocidad hacia ellos.

No hay duda de que el racismo está muy presente en Estados Unidos y Trump lo ha agravado. Pero uno no se convierte en racista por votar a los Republicanos. Como escribí en un reciente artículo para Apuntes desde el Pantano, una parte creciente de los hispanos vota a los Republicanos. ¿Están cegados por la falsa conciencia? ¿O puede ser posible que piensen que los Demócratas han estado minimizando sus precupaciones? En cualquier caso, es una mala práctica insinuar que los votantes están equivocados (los hispanos Republicanos), que están más allá de la redención (los obreros blancos) o que son menospreciados (los afroamericanos). Lo que me lleva al futuro de la república. La única manera de salvar la democracia estadounidense es derrotar a los Republicanos MAGA en las urnas. Eso significa escuchar a los votantes. Por supuesto, deberían compartir nuestros legítimos presentimientos sobre la amenaza que significa Trump para la democracia estadounidense, al igual que los camioneros deberían parar en los semáforos en rojo. Como a muchos votantes no les importa, o no les importa lo suficiente como para cambiar su voto.  Se necesita una estrategia mejor. No basta con tener la razón. Rana, ayer intercambiamos opiniones (y coincidimos en gran medida) sobre lo que faltaba en el mensaje económico del partido Demócrata. ¿Cómo enmarcarías mejor su argumento sobre la democracia?

Rana Foroohar responde

Ed, no podría estar más de acuerdo en que los liberales se han engañado catastróficamente sobre los debates sobre raza y clase en Estados Unidos. En cuanto a lo primero, debo compartir algo realmente asombroso que escuché el otro día caminando por la calle de mi santurrón barrio azul de Park Slope. Una madre con prendas de Lululemon y su hijo con uniforme de fútbol, de unos 8 años, estaban hablando de política y él preguntó: “Mamá, ¿todavía hay racistas de verdad en Estados Unidos?”. ¿Su respuesta? “Sí, cariño, en el sur”. La asombrosa sensación de superioridad moral sólo fue igualada por el olvido de los privilegios —el racismo, aparentemente, no se da por encima de la línea Mason-Dixon, y menos aún en el Brooklyn de clase acomodada.

En cuanto a cómo cambiar el mensaje económico, ambos hemos argumentado durante mucho tiempo que el partido Demócrata tomó el camino equivocado al centrarse más en la política de identidad que en cómo perdieron a tantos obreros a manos de los Republicanos. Creo que una gran parte del problema fue la incapacidad de alejarse de la economía neoliberal con mayor fuerza y rapidez. Los efectos de la economía estilo Biden no se notarán hasta dentro de un año aproximadamente (en el sentido de los beneficios económicos reales de la construcción de infraestructuras y otros estímulos fiscales a largo plazo, como la Ley de Reducción de la Inflación). Pero lo que me temo ahora es que hará falta una política mucho más dura, fea y ruidosa para que los Demócratas transmitan el mensaje de que “realmente nos importa el trabajo”. Y supondrá la toma de decisiones difíciles entre las agendas internas y externas. Un analista político progresista me dijo ayer que China fue usada como un tema crucial en una quinta parte de los estados en disputa. Se espera una lucha sobre cual partido puede ser más estricto con China antes de 2024. Es una batalla que va a tener enormes consecuencias para el comercio mundial.

Edward Luce, Rana Foroohar

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