Hace un año, cientos de miles de “dreamers” y muchos inmigrantes más pasaron un Día de Acción de Gracias agridulce, porque después de tantas promesas no se alcanzó la reforma migratoria con una ruta a la ciudadanía que les prometieron los demócratas y el presidente Joe Biden.
Con la llegada de otro “Thanksgiving”, los cientos de miles de Dreamers siguen en un limbo, con la esperanza de que después de las elecciones del 8 de noviembre sea posible revivir una iniciativa de ley que les garantice estabilidad y certidumbre legal, durante los trabajos de la actual legislatura y antes de que asuma la próxima durante la primera semana de enero.
Sabemos que algunos senadores demócratas están corriendo contra el reloj para tratar de convencer por lo menos, a 10 republicanos a sumarse a esta iniciativa que representa una retribución justa y merecida para estos cientos de miles de soñadores que se han convertido en esenciales para los Estados Unidos, especialmente durante la pandemia.
El Día de Acción de Gracias, el principal feriado nacional y un recordatorio nacional del agradecimiento que los colonos europeos hicieron por la generosidad de los indios Wampanoags, sería en un momento inmejorable para lograr un acuerdo qué reconozca las enormes contribuciones que han hecho estos jóvenes y sus familias al país.
Dos de los principales impulsores de una reforma legal a favor de los Dreamers, el senador cubano americano Bob Menéndez y el senador por Illinois Dick Durbin se encuentran en mangas de camisa buscando el apoyo de esos 10 colegas republicanos que podrían hacer la diferencia en la vida de cientos de miles de jóvenes.
Entre las opciones que han trascendido, figura la inclusión de aspectos relacionados con la seguridad fronteriza, a fin de convencer a los senadores republicanos, de que una política migratoria sensible, digna y humanitaria, no está peleada con la necesidad de salvaguardar la integridad territorial de los Estados Unidos.
Pero lamentablemente Washington vive todavía una atmósfera de polarización y división política. El sector más extremo de la bancada republicana ha dejado en claro que su prioridad número uno será el lanzamiento de investigaciones contra la familia Biden. Otro sector quiere darle prioridad a las iniciativas de control fronterizo. Sobre la reforma migratoria, silencio.
Por eso tiene razón el senador Durbin en el sentido de qué cualquier vehículo legislativo a favor de la legalización de los Dreamers tiene que concretarse antes del fin de año, porque todas las señales indican que la nueva mayoría republicana de la cámara de representantes trae ganas de una venganza política.
Pero la realidad es que más de 400 años después de aquel Thanksgiving original de 1620, Estados Unidos todavía no emite un agradecimiento formal a los muchos inmigrantes indocumentados que fueron clave para mantener al país en pie durante la pandemia. Una nueva ley para los Dreamers sería un gran primer paso.