Cuando Natali Fani-González se juramentó el 5 de diciembre pasado como concejal en el condado de Montgomery, Maryland, no pudo dejar de pensar en su madre que “desde el cielo la veía”.
“Por ella estoy aquí”, dijo al hacer una pausa durante una reciente conversación con El Tiempo Latino. En 1995, su madre, Dilenia López, tomó una decisión de vida: emigrar a Estados Unidos dejando atrás Caracas, Venezuela, el lugar donde nació y creció Fani-González.
“Mis padres se habían divorciado y la situación en Venezuela se estaba poniendo difícil, por lo que mi madre decidió que nos viniéramos a Estados Unidos. Mis dos hermanos mayores se quedaron con mi padre”, contó.
En agosto de ese año madre e hija arribaron al aeropuerto La Guardia en Nueva York e inmediatamente enrumbaron viaje en bus hacia Maryland. La entonces adolescente de 15 años, traía consigo solo una maleta con ropa, pero cargada de sueños e ilusiones. Los mismos sueños e ilusiones que en los tiempos de dificultad parecían escapársele de las manos, como la vez que estuvo a punto de ser deportada.
Hoy a sus 42 años, Fani-González, conserva la llama de lucha que la caracterizó en su adolescencia y desde la plataforma política busca incentivar el crecimiento económico de los hispanos, que representan el 20% del millón de habitantes en el Condado de Montgomery. “Una de mis prioridades es apoyar a los negocios latinos que fueron impactados por la pandemia y están resurgiendo”, dijo.
Fani-González representa al distrito 6, que incluye los vecindarios de Wheaton, Glenmont, Rock Creek, Aspen Hill y Kemp Mill, donde se concentra un número creciente de negocios hispanos.
“Yo entiendo el papel importante que juegan las pequeñas empresas en la economía local, el mercado laboral local y los ingresos internos del condado”, manifestó.
Su enfoque también está dirigido a la vivienda. Habiendo pertenecido a la Junta de Planificación del condado por siete años, Fani-González trae al Concejo una amplia experiencia en la regulación del desarrollo inmobiliario. “El tema de vivienda asequible es primordial en nuestra comunidad. Necesitamos asegurar que nuestras familias más vulnerables puedan acceder a viviendas dignas y a un costo asequible”, manifestó.
Seguridad vial
Otro de los temas que preocupan a Fani-González es la alta tasa de accidentes peatonales en la Georgia Avenue, descrita como “la calle más peligrosa en el estado de Maryland”.
El pasado miércoles la funcionaria realizó un encuentro con los residentes del área de Wheaton para abordar ese tema y decenas de latinos acudieron para compartir su preocupación ante muertes y accidentes a peatones causados por atropellamientos.
“Dejar a las calles como están y permitir que esto continúe sería una decisión errada que conducirá a que más personas mueran simplemente caminando”, dijo Fani-González a El Tiempo Latino.
“Debemos actuar con urgencia y coordinación para proteger a todos los residentes que viven y usan nuestras calles para caminar, andar en bicicleta, manejar, tomar el transporte público y viajar a escuelas, parques, trabajos y otros lugares que son importantes para la calidad de vida”, expresó.
Cerca a la gente
La concejal organizó el foro comunitario para escuchar de primera fuente las preocupaciones de los residentes.
Su campaña electoral se caracterizó por estar cerca a la gente. “Mi campaña estuvo basada en conocer a las familias y sus necesidades. Durante todo un año estuve tocando puertas sin parar, recorriendo entre seis y 10 millas diarias, llegando a entre 60 y 80 familias al día”, expresó a El Tiempo Latino.
Al hacer un cálculo sobre el recorrido de la entonces candidata, el personal de su oficina, dijo que la concejal recorrió más de 640 millas durante toda su campaña.
“No había sol, ni lluvia que nos parara”, expresó.
Espíritu de lucha: trabajó limpiando casas y se vistió con ropa usada
Fani-González se postuló decidida a ganar y cuando lo hizo en las primarias, no pudo dejar de pensar en su vida como un guion de película.
“Yo llegué casi al cumplir 16 años, sin saber hablar nada de inglés. Limpiaba casas con mi madre los fines de semana; me vestía con ropa usada, y estuve a punto de que me deportaran. Sin embargo, el mismo día que eso iba a ocurrir, me dieron la ciudadanía”, recordó. “Y ahora tenía el chance de ser la próxima concejal”, agregó, con la sonrisa que la caracteriza.
De deportable a ciudadana estadounidense
Fani-González y su madre llegaron en 1995 a Estados Unidos por avión con una visa de turistas, pero esta se venció a los seis meses, por lo que se quedaron indocumentadas. “Era una época difícil, pero teníamos que seguir luchando”, expresó.
A los dos años de residir en el país, su madre se casó con un ciudadano estadounidense por lo que ambas quedaron amparadas temporalmente por los trámites para la residencia. “Teníamos la tarjeta rosada de manera temporal, que se debía renovar”, narró.
Al cumplir más de cinco años de obtener la residencia, madre e hija solicitaron la ciudadanía. “Pero para sorpresa de nosotras, el juez que siguió el caso, nos negó el derecho. Por el contrario, puso en duda el matrimonio de mi madre, por lo que quedábamos expuestas a la deportación”, contó.
La concejal afirmó que su madre se había divorciado después de 6 años de casada, y que el matrimonio había sido legal y verídico.
La ley exige que la pareja haya estado casada por lo menos cinco años antes que el cónyuge inmigrante y los hijos de éste pudieran acceder a la ciudadanía, a través del ciudadano estadounidense.
“Teníamos que probar que el matrimonio de mi madre sí fue real por lo que contratamos a un abogado para sustentar el caso”, indicó.
Según Fani-González, el abogado no movilizó los documentos. “El abogado fue un fiasco. No hizo nada. Pasaron varios años y ya estábamos enfrentado órdenes finales de deportación”.
Fue así que, faltando dos meses para que se cumpliera la fecha para dejar Estados Unidos, Fani-González “movió cielo y tierra” para frenar su salida. La joven ya tenía 21 años, estaba en la universidad y se había convertido en una activista pro inmigrante.
“Toqué puertas de legisladores, activistas, personas que me conocían para que dieran testimonio escrito de quién yo era”, expresó.
Tenía el apoyo de la organización pro-inmigrante CASA; de la entonces delegada estatal Ana Sol Gutiérrez y de decenas de personas que escribieron cartas de recomendación a favor de la joven.
La concejal también pidió ayuda al actual senador de Maryland, Chris Van- Hollen, quien en ese entonces era su congresista en la Cámara de Representantes.
El día de la corte de inmigración, se apareció sin un abogado pero con un portafolio lleno de cartas de recomendación, bajo el brazo. Entre las misivas estaba la del congresista Van-Hollen.
“El juez revisó los documentos, incluida la carta del congresista Van-Hollen”, contó. “Después de revisar los documentos, el juez me preguntó ‘¿Qué haces hoy en la tarde?’ A lo que yo no sabía contestar. Solo dije ‘esperar’. Entonces me dijo ‘bueno, regresa porque hoy mismo te vas a juramentar para hacerte ciudadana’. Yo no salí de mi asombro”, contó.
Ese mismo día en diciembre de 2010, Fani-González se juramentó como ciudadana de los Estados Unidos.
Había enviado su auto y cosas a Venezuela en el caso de ser deportada
“Era increíble para mí lo que había pasado. Yo iba por mi caso de deportación, pero salí juramentada como ciudadana estadounidense”, dijo.
Meses antes, su madre y ella habían enviado a Venezuela un cargamento con sus pertenencias, incluida la camioneta de la joven.
La fecha límite para salir del país era febrero de 2011; pero su caso se resolvió con un final feliz en diciembre de 2010. “Mandé mi auto. Luego se lo regalé a mi hermano”, sonrió.
De inmediato continuó el proceso para su madre, quien también se naturalizó.
Iba a ser pediatra, pero la política la enamoró
Fani-González emigró a Estados Unidos, sin hablar inglés. Sin embargo, se empeñó para sobresalir en su educación mientras trabajaba los fines de semana limpiando casas con su madre.
“El dinero no nos alcanzaba y teníamos que esforzarnos”. Estudió en la secundaria Northwestern High School, en Prince George’s y a los dos años se graduó con altas calificaciones, obteniendo una beca completa para la universidad Goucher College.
“Me encantaba las ciencias y quería ser doctora, especializada en pediatría. Y de hecho que los primeros semestres eran ciencia pura”, comentó.
Sin embargo, la política la conquistó.
“Con mi caso de deportación y habiendo estado como cabildera del DREAM Act, me di cuenta que se podían hacer cambios para mejorar la vida de los demás. Por eso me incliné por esta profesión”, dijo.
Se graduó en dos carreras: ciencias políticas y relaciones internacionales. Después de su graduación, Natali formó parte del Consejo de Administración de la Universidad.
CASA fue su semillero
Cuando recién llegó a Estados Unidos, Fani-González tuvo un encuentro con CASA de Maryland, la organización latina e inmigrante más grande del estado. “Yo iba a recoger comida y ropa usada porque teníamos mucha escasez”, relató.
La adolescente se fue involucrando con los programas de CASA y más tarde comenzó a trabajar para ellos como cabildera para promover el DREAM Act de Maryland, que consistía en permitir que los jóvenes indocumentados pagaran matrículas estatales en las universidades. Hasta entonces a los jóvenes “sin papeles” se les consideraba extranjeros, por lo que tenían que pagar matrículas hasta tres veces más que los estudiantes estatales. Esa ley se aprobó con éxito.
También impulsó el DREAM Act federal, que le hubiera dado el camino a la residencia permanente a los jóvenes llamados “dreamers” —quienes llegaron siendo niños con sus padres y se quedaron indocumentados.
“Yo me envolví mucho en el activismo. Yo misma era una ‘dreamer’ y cabildeaba por la legislación”. Luego se unió al equipo de comunicaciones del Sindidcato Internacional de Trabajadores de Servicios (SEIU) Local 32BJ.
El director de CASA, Gustavo Torres, siempre la impulsó para lanzarse a la política. “Él es el que me ha motivado a avanzar y lanzarme. Yo no quería estar al frente. Me gustaba ser cabildera, pero considero a Gustavo como mi mentor y por eso me animé”, afirmó.
Al ser preguntado sobre la concejal, Torres expresó: “ella es una extraordinaria líder, un modelo para las nuevas generaciones. Como mujer, madre y latina inmigrante conoce como nadie las necesidades de nuestra comunidad. Es un orgullo trabajar con Natali y saber que es mi concejal”.
Primer intento: “yo sabía que iba a perder”
En 2014, Fani-González se lanzó a la piscina política por un puesto en la Asamblea Estatal de Maryland para reemplazar a la delegada estatal Ana Sol Gutiérrez, quien había expresado de manera extraoficial su intención de retirarse. “Ana Sol era mi mentora y me dijo que quería que yo me postulara para continuar con el legado hispano”, contó.
Sin embargo, Gutiérrez, quien lideraba el distrito 18 de Montgomery, anunció luego su decisión de postularse una vez más por la reelección.
“Yo sabía que iba a perder”, narró la concejal. “Pero mi nombre continuó en la boleta, así que seguí en la contienda”.
“Perdí, pero en mí no cabía la emoción de votar por primera vez y hacerlo por mi propio nombre. Eso era increíble, solo de pensar que podría haber sido deportada años antes”, indicó.
Se abrió una nueva oportunidad
Inmediatamente después de las elecciones de 2014, otros políticos como la concejal Nancy Navarro de Montgomery, motivaron Fani-González a postularse para un asiento en la Junta de Planificación del Condado de Montgomery, la agencia que regula el desarrollo inmobiliario, planifica la infraestructura de transporte y administra el sistema de parques públicos de todo el condado. “Gané la posición y serví hasta finales de 2021 como vicepresidenta”, dijo.
Durante sus siete años en la Junta de Planificación, la concejal fue una pieza clave en el apoyo al crecimiento del sector de la biotecnología en el condado y la protección a las pequeñas empresas del ámbito local impulsadas por inmigrantes.
Familia es clave
Cuando Fani-González analizaba su intención de lanzarse como concejal a los primeros que consultó fueron su esposo, Ángel, un ex marine de Estados Unidos y a su madre.
Ambos le dieron el respaldo completo, aseveró. “Lanzarse a la política no es fácil. Se requiere de mucho apoyo de la familia”.
La pareja tiene dos hijos menores, Tessa de 10 años y Lucca, de 9.
En medio de la decisión, el golpe emocional tambaleó a Fani-González. Su madre falleció, víctima de cáncer cuando recién empezaba la pandemia del COVID-19. “Ella se fue pronto, pero sé que estaría muy orgullosa de mi”, dijo al señalar que prefería no hablar más para no llorar.
El esposo y sus dos niños han sido sus mayores “cheerleaders”, contó.
“Cuando hacíamos algún evento, ellos (mis hijos) eran los que estaban inscribiendo o dando la bienvenida. También salían conmigo a repartir ‘flyers’ o tocar puertas”, indicó.
De hecho el mismo día de las primarias en julio, El Tiempo Latino fue interceptado por el pequeño Lucca, quien “coordinó” la entrevista en vivo con su madre, en una escuela que sirvió como precinto de votación.
Fani-González ganó las primarias con el 56% de los votos en una contienda contra siete rivales demócratas más, entre ellos dos hispanos.
En noviembre triunfó con mayor margen, 80%, frente al candidato republicano.