Las enfermedades del corazón siguen siendo la principal causa de muerte de hombres y mujeres en Estados Unidos, y el colesterol alto es uno de los principales factores de riesgo.
Un nuevo estudio demostró cómo el colesterol alto, combinado con la hipertensión, aumenta el riesgo de padecer enfermedades cardíacas.
Este año se han producido avances en el desarrollo de nuevos medicamentos y fármacos, lo que ha supuesto un paso adelante en este campo.
La FDA aprobó fármacos inyectables contra el colesterol
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) aprobó el fármaco inyectable llamado inclisiran, de marca Leqvio, como método para reducir el colesterol.
“Las investigaciones actuales sugieren que es bastante seguro y eficaz para reducir el colesterol LDL. Si se demuestra que reduce los episodios cardiovasculares y es seguro en estudios a largo plazo de gran envergadura, podría cambiar el paradigma de la reducción del riesgo mediante el tratamiento del colesterol, más parecido a la vacunación que a la medicación diaria”, expuso el doctor Donald M. LLoyd-Jones, expresidente inmediato de la Asociación Americana del Corazón (AHA).
El “diseño y la biología” del fármaco pueden funcionar de modelo para otros medicamentos para reducir el colesterol, la tensión arterial y el riesgo de enfermedades cardiovasculares, expresó LLoyd-Jones.
El experto también es jefe del departamento de medicina preventiva, catedrático Eileen M. Foell de investigación cardiaca y profesor de medicina preventiva, medicina y pediatría en la Facultad de Medicina Feinberg de la Universidad Northwestern de Chicago.
Ensayos clínicos prometedores de nuevos fármacos
Lloyd-Jones se refirió a los recientes ensayos clínicos de fármacos dirigidos a la lipoproteína(a) que han progresado este año.
El colesterol viaja por la sangre en lipoproteínas (LDL), que están formadas por proteínas y grasa. Los niveles elevados de lipoproteína(a) aumenta la probabilidad de sufrir de un infarto de miocardio o un ictus, de acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
Los ensayos clínicos mencionados por Lloyd-Jones han demostrado una buena eficacia en la reducción de la Lp(a), afirmó.
“Los ensayos de resultados están en curso. Si resultan positivos, confirmarán la antigua creencia de que la Lp(a) es un factor de riesgo causal y proporcionarán la primera terapia para tratarla directamente”, explicó Lloyd-Jones.
En noviembre finalizó el estudio de fase 2 DOSE Finding y está en marcha un ensayo clínico de fase 3 que evalúa un fármaco destinado a reducir la Lp(a) sobre los principales episodios cardiovasculares en personas con cardiopatías establecidas.
Una polipíldora para tratar a las personas que han sufrido un infarto de miocardio
Este año surgió una polipíldora, una pastilla que combina diferentes medicamentos, que contiene estatina, aspirina y un inhibidor de los efectos cardiovasculares adversos (ACE) para personas que han sufrido un infarto de miocardio.
“La estrategia de la polipíldora redujo con éxito los segundos episodios de enfermedad cardiovascular en personas con un infarto reciente, en gran medida gracias a la mejora de los índices de adherencia a la medicación en comparación con la atención habitual, en la que se pedía a las personas que tomaran varias pastillas”, explicó Lloyd-Jones.
“Sabemos que un año después de un infarto, el 50% o menos de las personas siguen tomando estatinas. Esta estrategia de prevención puede ser cada vez más importante en el futuro”, añadió Lloyd-Jones.