El gobierno de EEUU estuvo a tan solo 10 días de quedarse sin efectivo, y el presidente Joe Biden y el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, todavía parecían no estar llegando a ninguna parte.
Era el 22 de mayo y los dos hombres se encontraban una vez más en el Despacho Oval, enfrentándose a las demandas cada vez más rígidas de la mayoría republicana de la Cámara.
Durante semanas, los legisladores republicanos se habían negado a permitir que Estados Unidos pidiera prestado más dinero para pagar sus facturas sin fuertes recortes de gastos, lo que aumentaba las probabilidades de que el país pudiera superar el techo de la deuda y caer en su primer incumplimiento.
Biden y McCarthy se esforzaron esa tarde para presentar un frente positivo. Intercambiaron tópicos para las cámaras, promocionando su progreso reciente, antes de que los funcionarios cerraran la puerta y las tensiones comenzaran a aumentar.
En privado, Biden hizo su presentación: una propuesta para elevar el techo de la deuda que no solo redujo drásticamente el gasto sino que también generó nuevos ingresos, particularmente a través de aumentos de impuestos dirigidos a los ricos.
La oferta reflejó un cambio dramático para un presidente que durante mucho tiempo se había negado a regatear el crédito del país, temiendo que los riesgos de un error de cálculo pudieran hundir a la economía en una recesión.
El acuerdo del techo a deuda: la Ley de Responsabilidad Fiscal de 2023
Al final, los dos líderes recurrieron a un grupo de asesores políticos para negociar un acuerdo que neutralizara la amenaza de riesgo fiscal, al menos en el futuro inmediato. Pero su acuerdo no llegó a los cambios dramáticos y duraderos en la deteriorada salud financiera de la nación que, según algunos republicanos, son necesarios.
El acuerdo, la Ley de Responsabilidad Fiscal de 2023, reduce el gasto federal en al menos un estimado de $234 mil millones durante los próximos dos años, pero apenas hace mella en una deuda que aún se espera que supere los $50 billones para fines de la década.
Evita que el estancamiento provoque el cierre del gobierno este otoño, pero solo a costa de recortes masivos de gastos automáticos que ambas partes consideran demasiado pronunciados.
Y calma la posibilidad de un impago paralizante, hasta enero de 2025, lo que garantiza el regreso a la lucha después de las próximas elecciones.
Las tensas reuniones entre Biden y McCarthy
Las negociaciones entre Biden y McCarthy abarcaron repetidas llamadas telefónicas en varios continentes y tensas reuniones en persona, directamente y a través de sus principales emisarios, en las entrañas del Capitolio y en la Casa Blanca. Una lista completa de demócratas y republicanos logró un acuerdo que evita una calamidad fiscal.
Pero los republicanos lograron menos de lo que inicialmente buscaban, lo que enfureció a los conservadores, algunos de los cuales votaron en contra del acuerdo.
Sin embargo, muchos legisladores del partido todavía dijeron que valía la pena librar la guerra en la que apostaron la economía de los EEUU, incluso si no están del todo contentos con el resultado.
Este relato de The Washigton Post se basa en entrevistas con 20 personas familiarizadas con el acuerdo, desde legisladores y funcionarios de la Casa Blanca que participaron en las conversaciones hasta sus aliados y asesores más cercanos.