“No soy un nihilista salido de ‘El señor de las moscas’”, dijo el congresista de extrema derecha y principal verdugo de Kevin McCarthy, el orador de la Cámara.
La noche anterior al inicio de la humillante e histórica pelea de cinco días en la que el representante Kevin McCarthy buscó convertirse en orador de la Cámara, el congresista republicano Matt Gaetz, el verdugo principal de McCarthy, le entregó una lista de exigencias elaborada por una facción de extrema derecha asegurando que una victoria de McCarthy sería pírrica.
Era lunes 2 de enero y McCarthy, quien pronto se mudaba a su nuevo despacho, rechazó la lista por completo. “Solo quieres ser orador de la Cámara”, le dijo a Gaetz, según dos legisladores republicanos con conocimiento del encuentro.
No es así, respondió Gaetz. Luego añadió con despreocupación: “Pueden quedarse con el retrato”, según los legisladores.
Era una referencia a los retratos ceremoniales colgados en las paredes del Capitolio que representan a los 54 oradores que tuvo la Cámara a lo largo de dos siglos, y la implicación era obvia. McCarthy, republicano de California, sería el 55º orador pero sólo en título, y un rehén político de Gaetz (R-FL), y de sus compañeros rebeldes de la derecha.
Durante las tres semanas desde que McCarthy finalmente aceptó el precio del retrato, la función de Gaetz en el melodrama solo ha afianzado su postura como un incendiario político que anhela llamar la atención y es adorado por la derecha de Trump del Partido Republicano, pero también, como un legislador con nuevos poderes, dicen a regañadientes los líderes republicanos de la Cámara.
Gaetz, de 40 años, y sus compañeros antagonistas exigieron y consiguieron un acuerdo que permite que un solo legislador pueda forzar una votación anticipada para expulsar al orador, un compromiso para un tercio de los escaños del poderoso Comité de Reglas y acordaron que cualquier legislador podría forzar votos sobre cambios a los proyectos de ley de gastos del gobierno. Juntas estas concesiones obstaculizan drásticamente la capacidad de McCarthy para dar forma a una agenda legislativa.
“Había que lidiar con Gaetz, aunque nunca fuera a votar por Kevin”, señaló el representante Patrick McHenry, republicano de Carolina del Norte, uno de los aliados más cercanos de McCarthy.
La extrema derecha está exultante. “Le entregó a McCarthy un cuchillo sin filo y lo obligó a castrarse a sí mismo en televisión nacional”, dijo en una entrevista Raheem Kassam, un activista político británico y editor de la revista digital de extrema derecha The National Pulse.
El principal objetivo de Gaetz, afirmó, es llevar el igualitarismo a un proceso legislativo dominado por grupos de presión y poderosos jefes de comités. Como conservador, dijo, él y sus aliados pretenden utilizar este impulso hacia una mayor transparencia “para atraer al pueblo estadounidense hacia nuestra visión”.
Su pasado no es el de un legislador sensato del que se podría depender para mantener unida a una escasa y delicada mayoría republicana.
Hace dos años, The New York Times informó que Gaetz era objeto de una investigación del Departamento de Justicia por acusaciones en torno a que el congresista había mantenido una relación sexual con una joven de 17 años y pagado para que viajara con él, lo que supone una violación de las leyes federales sobre tráfico sexual. Gaetz negó la acusación y no ha sido procesado.
Puede ser tan rápido para sorprender como para repeler. Ha recibido elogios de grupos defensores de los derechos de los animales por su oposición a las pruebas con animales financiados con fondos federales. Sus colegas del Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes dicen que lo consideran un miembro productivo, y recientemente se le vio en la Cámara de Representantes manteniendo una larga discusión con el representante Dan Crenshaw, republicano de Texas, antiguo miembro de los SEAL de la Marina, sobre la posibilidad de brindarles a los veteranos el acceso a fármacos psicoactivos.
Durante las votaciones en la Cámara de Representantes, suele sentarse solo, sin signos visibles de descontento. Los amigos de Gaetz sostienen que tres períodos de experiencia política en el Capitolio, además de su matrimonio en 2021 con Ginger Luckey, una analista de ventas que conoció el año anterior en Mar-a-Lago, el club privado del expresidente Donald Trump en Palm Beach, Florida, maduraron el enfoque político del congresista y la forma en la cual lleva su vida personal.
El más ruidoso entre los disidentes
La animosidad entre Gaetz y McCarthy se intensificó en abril, cuando se publicaron cintas de audio de una conversación cuatro días después del ataque del 6 de enero de 2021 en el Capitolio, en las que se podía escuchar a McCarthy diciendo a otros líderes republicanos de la Cámara que Gaetz al denunciar a los críticos de Trump, como la excongresista Liz Cheney (R-WY), estaba “poniendo a la gente en peligro”.
El segundo líder republicano, el representante Steve Scalise (R-LA) opinó que la retórica de Gaetz tras los disturbios era “potencialmente ilegal”. Gaetz replicó: “Este es el comportamiento de hombres débiles, no de líderes”. Un día después, Scalise ofreció una disculpa pública, y como resultado hicieron las paces, según comenta un colaborador cercano de los dos hombres. No ocurrió lo mismo con McCarthy, añadió el colaborador.
La medida en que esos recelos personales influyeron en el reciente enfrentamiento de los congresistas conlleva implicancias en cuanto cómo Gaetz trabajará con McCarthy en el futuro. Desde el principio, Gaetz planteó su oposición como una cuestión de principios. Después de que McCarthy rechazara inicialmente la lista de concesiones que Gaetz había presentado, entre 19 y 20 miembros del Freedom Caucus y aliados procedieron a oponerse a él durante tres días y 11 rondas de votaciones. Gaetz era el más ruidoso entre los disidentes, pero también el más ágil tácticamente.
La aversión de Gaetz hacia el aspirante a orador de la Cámara se había convertido en un obstáculo en las negociaciones: “Nunca votaré por ti”, prometió a McCarthy un día después de que comenzara la votación. A mediados de semana, el equipo de McCarthy se dirigió al congresista Chip Roy (R-TX) como la parte interesada preferida del grupo denominado Never Kevin (Kevin jamás). Gaetz y su principal aliada, la congresista Lauren Boebert (R-CO), fueron excluidos de las discusiones del miércoles por la noche, en las que se obtuvieron casi todas las concesiones exigidas originalmente por los partidarios de la línea dura.
“Todo se volvió fructífero con el llamado Freedom Caucus cuando dejó de ser incluido en las reuniones”, dijo McHenry refiriéndose a Gaetz.
El viernes por la tarde, Roy y otras 13 personas habían dado su apoyo a McCarthy. Sin embargo, Gaetz, Boebert y otros cuatro republicanos siguieron resistiendo durante otras dos rondas de votación que se prolongaron hasta pasada la medianoche.
En la 15ª votación, Gaetz y sus cinco aliados finalmente votaron todos “presente”, lo que permitió a McCarthy arañar la victoria. Gaetz dijo a los periodistas que abandonó su oposición porque “se me acabaron las exigencias”, pero McHenry afirmó que Gaetz no había pedido ni recibido ninguna “cosa” que no se le hubiera concedido ya. Lo que había hecho en cambio, dijo McHenry, era demostrar su singular habilidad para hacer que todo se detuviera en seco.
“Y en ese momento crucial, cuando todo se redujo a él, supo que se le acabó la jugada y vio que el trato que había sobre la mesa era lo mejor que iba a lograr”, contó McHenry.
Si el principal objetivo de Gaetz era fortalecer su reputación como el guerrero preeminente de la derecha, parece que lo ha conseguido. “Demostró que era el que tenía los cojones para recibir todos los golpes”, dijo Kassam.
Una semana después de que se emitieran los votos finales para la posición de orador, Gaetz se convirtió en el primer miembro en funciones en ser anfitrión invitado del podcast “War Room” del exasesor de Trump, Steve Bannon. Fue la máxima recompensa en el universo MAGA por las travesuras obstruccionistas de Gaetz, observó con pesar otro miembro republicano.
Robert Draper – The New York Times
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