La discusión sobre el celibato sacerdotal no es nueva en la vida de la Iglesia Católica. El último gran debate se dio a raíz de las aperturas conciliares en los años sesenta del siglo pasado. Hubo ahí un gran quiebre y miles de sacerdotes optaron, ante la cerrazón de Roma, por la vida de pareja. La polémica sobre este controversial tema ha vuelto a tomar auge luego de algunas declaraciones recientes del sumo pontífice.
El papa Francisco explicó que el celibato en la Iglesia occidental es una “prescripción temporal” y recordó que los sacerdotes de la Iglesia oriental están casados y tienen hijos, al tiempo que aseguró que no hay “ninguna contradicción para que un sacerdote se pueda casar”. Además, apunta que el celibato puede “llevar a un machismo”.
“El celibato en la Iglesia occidental es una prescripción temporal: no sé si se resuelve de un modo o de otro, pero es provisoria en este sentido; no es eterna como la ordenación sacerdotal, que es para siempre, te guste o no te guste. Que dejes o no dejes es otro tema, pero es para siempre. En cambio, el celibato es una disciplina”, subraya.
Así lo pone de manifiesto en una entrevista al medio argentino Infobae, que recoge Europa Press, en la que fue consultado por la posibilidad de revisarse el celibato.
“Sí. Sí. De hecho, todos los de la Iglesia oriental están casados, o los que quieren. Ahí hacen una opción antes de la ordenación por casarse o por ser célibes”, señaló.
“Acá en la Curia tenemos uno, hoy mismo me lo crucé, que tiene su señora, su hijo”, añade. No obstante, Francisco se muestra escéptico ante la posibilidad de que anulando la obligación del celibato crezcan las vocaciones de sacerdotes.
También apunta que “a veces el celibato puede llevar a un machismo” y criticó que haya algunos curas que no saben “trabajar con las mujeres” porque les “falta algo” tras constatar que el Vaticano en el pasado “era muy machista”.
Estas declaraciones se producen en un contexto de creciente debate en el interior de la Iglesia, especialmente tras la irrupción, hace tres años, del proceso sinodal en Alemania, un foro de diálogo que busca fórmulas para superar la crisis que vive la Iglesia católica, sacudida por escándalos de abusos sexuales de menores.
Durante los últimos meses, se han avanzado propuestas como el fin del celibato obligatorio o también que las mujeres tengan acceso al sacerdocio o cuestiones sobre la homosexualidad, lo que está provocando malhumores en el Vaticano y los temores de un cisma de la Iglesia alemana. Actualmente, los ministros ordenados por la Iglesia católica de rito romano, excepto los diáconos permanentes, deben ser célibes.
Esta norma disciplinar –susceptible, por tanto, de modificaciones en el sentido de permitir la ordenación presbiteral de hombres casados- se impuso a partir del Concilio de Trento (1545-1563). Aunque ha seguido un camino de discernimiento cuyas raíces se remontan a los albores de la Iglesia. En los primeros siglos, muchos ministros consagrados estaban casados. Pero eran adoctrinados en la continencia.
Esta práctica se remonta a la tradición apostólica y estaba recomendada por los Padres de la Iglesia y por Pablo. Los Apóstoles, para adaptarse mejor al ejemplo de Jesús, decidieron, de hecho, dejar a sus mujeres e hijos para vivir de una manera fraterna y célibe, o por lo menos continente, en los casos en que ya estaban casados, como Pedro.