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Los bancos centrales deben seguir firmes frente a la inflación

La Reserva Federal de EEUU y el Banco de Inglaterra deberían seguir aumentando las tasas.

En una semana importante para la política monetaria, la Reserva Federal de EEUU y el Banco de Inglaterra están bajo presión para demostrar que se toman en serio la lucha contra una inflación persistentemente alta. El dato de la semana pasada sobre la inflación en EEUU, del 8,3 por ciento –por encima de las expectativas y todavía cerca de los máximos alcanzados en los últimos 40 años– asustó a los mercados financieros. El ligero descenso al 9,9 por ciento en el Reino Unido en agosto tampoco fue motivo de celebración. Aunque ambos bancos centrales han subido rápidamente las tasas de interés este año para frenar la demanda, esta semana fijarán su política en medio de unas perspectivas de crecimiento cada vez más frágiles. Aumentar aún más el costo del crédito perjudicaría a los hogares y a las empresas que ya están en dificultades, pero ambos bancos centrales tendrían que mantenerse firmes.

En Estados Unidos, el descenso del crecimiento de los precios durante el verano, desde el máximo del 9,1 por ciento alcanzado en junio, había generado cierto optimismo. Las noticias sobre el alivio de las presiones de la cadena de suministro mundial y los elevados inventarios de los minoristas dieron esperanzas de que el crecimiento de los precios se moderara rápidamente. Pero los argumentos para que la Reserva Federal desacelere los aumentos de la tasas en su reunión del miércoles, tras su aumento de 75 puntos básicos en julio, no se han fortalecido. La inflación subyacente, que excluye elementos volátiles como la energía y los alimentos, aumentó el mes pasado y muestra que la economía estadounidense sigue recalentándose. El mercado laboral también se mantiene resistente, con una elevada demanda de trabajadores que mantiene la presión al alza sobre los salarios.

Sin embargo, EEUU se ha visto relativamente menos afectado por la inflación del sector energético que asola a Europa. En Gran Bretaña, el reciente plan del Gobierno para limitar las facturas de energía de los hogares y las empresas se debería contribuir a reducir la inflación a corto plazo. Pero el paquete (cuyo costo se estima en unos £150 mil millones de libras), corre el riesgo de mantener la demanda y la inflación más altas a mediano plazo. Esto refuerza los argumentos para que el Banco de Inglaterra siga subiendo las tasas en definitiva mañana jueves, siguiendo la línea de la Fed hoy, miércoles. De hecho, los nuevos estímulos, en forma de recortes fiscales que se revelarán en el “minipresupuesto” del viernes, también darán una sacudida al gasto.

Las presiones salariales también se mantienen firmes en el Reino Unido: el desempleo ha caído a su tasa más baja desde 1974, mientras que los elevados niveles de inactividad siguen presionando la oferta de trabajo. De hecho, con un 5,5 por ciento, el crecimiento salarial sigue siendo incompatible con el objetivo de inflación del 2 por ciento del Banco de Inglaterra. El desplome de la libra esterlina, la cual alcanzó la semana pasada su nivel más bajo en 37 años frente al dólar, además de las presiones sobre los precios de productos importados, también significa que el Banco de Inglaterra tendrá que tener cuidado de no quedarse demasiado atrás con respecto a la Reserva Federal.

El reto para ambos bancos centrales es subir las tasas mientras los riesgos de recesión siguen siendo fuertes. Aunque la economía estadounidense ha mostrado cierta resistencia, la actividad empresarial ha ido perdiendo impulso. En el Reino Unido, el paquete energético amortiguará el impacto del aumento de los precios de la energía, pero muchos seguirán enfrentándose a un invierno difícil. Las dificultades a nivel mundial por la crisis energética europea y los actuales cierres por la COVID-19 en China, también frenarán las perspectivas de crecimiento en los próximos meses. El aumento de las tasas de interés no hará más que agravar el problema.

Sin embargo, el mayor peligro es el riesgo de que la alta inflación se consolide. Cuanto más tiempo permanezca elevada, mayor será el daño que causará a los hogares y a las empresas. Aunque las expectativas de inflación han disminuido recientemente, los consumidores estadounidenses siguen esperando que sea más del doble del objetivo de la Reserva Federal dentro de un año. Muchos buscarán que las proyecciones de las tasas de interés de los funcionarios indiquen la presencia de una política monetaria sólida para el resto del 2022 y potencialmente hasta el 2023. Mientras tanto, en el Reino Unido la satisfacción del público con el manejo de la inflación por parte del Banco de Inglaterra, cayó recientemente a su nivel más bajo.

Ambos bancos centrales necesitan reforzar su credibilidad, después de quedarse atrás en materia de inflación. Actuar ahora con firmeza y rapidez será importante, sobre todo porque las perspectivas de crecimiento se reducen y puede ser más difícil subir las tasas en un futuro próximo.

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