Se ignoraron los riesgos que implican las tasas de interés más altas.
Opinión de la Junta Editorial del Financial Times.
Se suponía que los bancos comerciales serían los grandes beneficiarios de la subida de las tasas de interés, pero eso asumía que gestionaban sus balances con sensatez. Silicon Valley Bank no lo hizo. Como consecuencia, el prestamista californiano de startups se convirtió el viernes en la segunda mayor quiebra bancaria de la historia de Estados Unidos. Signature Bank, la tercera mayor quiebra, le siguió a las pocas horas. Autoridades en ambos lados del Atlántico se esforzaron durante el fin de semana por limitar las consecuencias. Sus medidas han evitado los peores escenarios, pero los riesgos sistémicos para los mercados y la economía persisten, y es lamentable que haya sido necesario un rescate. Tanto los bancos como sus reguladores permitieron que las tan mencionadas vulnerabilidades derivadas del rápido aumento de las tasas se desbordaran. Hay que aprender de las lecciones.
SVB estaba especialmente expuesto a tasas más altas. Los depósitos se dispararon cuando fluía el dinero hacia las startups en tiempos de tasas aún bajas, y el banco los invirtió en bonos hipotecarios y bonos del Tesoro. Pero ningún régimen económico dura para siempre. La Reserva Federal estadounidense subió las tasas 450 puntos básicos en un año para atajar la inflación. La cartera de bonos de SVB perdió valor y los depósitos cayeron cuando se terminó el financiamiento de capital de riesgo. Para hacer frente a los gastos, tuvo que vender sus tenencias de bonos a pérdida, lo cual dejó un agujero en su balance general. Su quiebra ha desatado temores sobre bancos regionales similares, que están menos supervisados que los grandes prestamistas estadounidenses. Las grandes instituciones, aunque tienen una mejor cobertura y están mejor capitalizadas, también se enfrentan a pérdidas. El sistema bancario estadounidense tiene más de $600.000 millones en pérdidas no realizadas sobre valores de inversión.
Las autoridades respondieron rápida y ampliamente, pero el hecho de que necesitaran hacerlo es un reflejo de los errores de supervisión, especialmente en lo que respecta a los bancos más pequeños. La decisión de EEUU de garantizar todos los depósitos tanto en SVB como en Signature, incluso por encima del umbral obligatorio de $250.000, contribuyó a calmar la sensación de pánico sistémico. Una generosa línea de liquidez de la Fed permitirá a los bancos intercambiar activos como garantía de préstamos a su valor nominal. Sin embargo, los fondos serán cubiertos por un impuesto bancario, no por los contribuyentes, y no habrá ayudas para los accionistas o determinados tenedores de deuda no garantizados. Mientras tanto, la filial británica de SVB fue absorbida por HSBC, lo cual garantiza los depósitos sin intervención oficial.
En la era de la banca digital y las redes sociales, un solo tuit puede desatar una corrida bancaria. Pero lo que siguió distó mucho de ser lo ideal. El rescate a los depositantes, junto con la nueva facilidad de liquidez, crea un enorme riesgo moral. Anima a los bancos a rendir menos cuentas ante los depositantes y los protege de las pérdidas por las tasas de interés.
La subida de las tasas de interés no es un acto de Dios. El problema de fondo, la deficiente gestión de riesgos de SVB, está justamente en el punto de mira. Es justo que las empresas tecnológicas (y sus empleados) estén protegidos frente a semejante negligencia. Pero los bancos centrales y los reguladores son culpables de no haber inculcado mejores normas y de haber prestado muy poca atención a los riesgos de tasa de interés. Esto era obvio mucho antes de que el mercado de pensiones británico se desplomara debido al aumento de los rendimientos de los bonos en septiembre. Deben revisarse los umbrales reguladores arbitrarios basados en los activos totales, que dejaron a SVB por debajo de las estipulaciones a las cuales se enfrentan los mayores bancos estadounidenses en cuanto a pruebas de resistencia y requisitos de capital y liquidez más estrictos.
La Reserva Federal no debería dejar de subir las tasas para frenar la inflación, pero debe actuar con cautela. Aunque el sistema bancario está mejor capitalizado que en 2008, en los próximos días instituciones similares sufrirán presiones, y se pondrá a prueba la confianza del mercado. La crisis de los fondos de pensiones británicos y el caos de las criptomonedas de los últimos meses ya eran emblemáticos de los riesgos que implican las tasas más altas. No cabe duda de que se avecinan problemas en otros lugares. Este episodio es un recordatorio de que, independientemente del tamaño, cuando los reguladores pierden de vista los riesgos sistémicos, incluso los bancos pequeños pueden llegar a ser demasiado grandes para quebrar.
La Junta Editorial
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