La planta de energía nuclear Fukushima Daiichi, ubicada en Okuma, Japón, empezó a liberar este jueves agua tratada al Océano Pacífico.
El gobierno japonés y la Compañía Eléctrica de Tokio (TEPCO) sostienen que el vertido de agua es necesario para el desmantelamiento de la central y la prevención de fugas accidentales.
Afirman que las aguas residuales tratadas y diluidas cumplirán las normas internacionales de seguridad y tendrán un impacto ambiental mínimo.
Estas aguas han sido tratadas con el sistema ALPS, que a través de un bombeo y filtración utiliza una serie de reacciones químicas para eliminar 62 radionucleidos del agua contaminada.
De esta forma, tiene un nivel de radioactividad mucho menor que el agua contaminada original. La concentración de tritio, el radionucleido que no puede eliminarse con el sistema ALPS, es de aproximadamente 15 becquerelios por litro.
Esto es mucho menor que el límite de 600 bequerelios por litro establecido por la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA).
Sin embargo, la acción provocó el cese inmediato por parte de China de todas las importaciones de marisco japonés, incitando preocupaciones e instigando protestas tanto a nivel nacional como internacional.
El vertido de aguas residuales de la central de Fukushima, dañada por el tsunami de 2011, se ha enfrentado a una importante oposición. La industria pesquera japonesa se inquieta por el posible daño a su reputación marisquera, mientras que facciones chinas y surcoreanas han expresado sus quejas, transformando este asunto en una compleja discusión diplomática y política.
En respuesta al vertido de aguas residuales, los funcionarios de aduanas chinos tomaron medidas drásticas, prohibiendo la importación de marisco japonés.
Esta prohibición se extiende a todos los “productos acuáticos”, según la notificación oficial.
Las acciones ante la liberación de agua nuclear de Fukushima
Tras el anuncio de China, Tomoaki Kobayakawa, presidente de Tokyo Electric Power Company Holdings, reveló la voluntad de la empresa de compensar a las compañías japonesas por cualquier pérdida sufrida debido a las prohibiciones internacionales.
Reconoció que China es un socio comercial clave para Japón y se comprometió a proporcionar justificaciones científicas que ayuden a levantar rápidamente la prohibición.
Pero, algunos científicos recomiendan prestar atención a los efectos duraderos de las dosis bajas de radiactividad residual en el agua.
Rafael Mariano Grossi, director general del OIEA, anunció la vigilancia del organismo en el control del vertido para garantizar el cumplimiento de las directrices de seguridad de la institución.
Más de 31 mil toneladas de agua serán liberadas
El inicio del vertido de agua se produce más de 12 años después de las fusiones nucleares desencadenadas por un catastrófico terremoto y tsunami en marzo de 2011.
Este suceso marca un hito importante en la lucha de la central por gestionar una creciente reserva de agua radiactiva, lo que supone un reto en la tarea de retirar los restos letales de los reactores.
La liberación de agua tratada ha desatado la preocupación por la pesca, el turismo y la economía de Fukushima, que aún no se han recuperado totalmente de la catástrofe. La captura actual de peces en Fukushima es sólo una quinta parte de lo que era antes de la catástrofe, debido en parte a la disminución de la población pesquera.
A pesar de la controversia, el primer ministro Fumio Kishida insistió en la necesidad de la liberación. Prometió apoyo continuo a la industria pesquera hasta el cese del proyecto.
El terremoto y el tsunami de 2011 provocaron la pérdida de los sistemas de refrigeración de la central y la posterior fusión de tres reactores. TEPCO pretende verter 31 mil 200 toneladas de agua tratada a finales de marzo de 2024.
