La NASA, durante un revolucionario experimento realizado el año pasado, modificó con éxito la órbita de un pequeño asteroide llamado Dimorphos.
El resultado del experimento inició una reacción en cadena de pedruscos lanzados al universo, una eventualidad no prevista por la agencia espacial.
La nave espacial Double Asteroid Redirection Test (DART) instigó esta colisión a alta velocidad con Dimorphos, un asteroide en órbita alrededor del cuerpo celeste mayor, Didymos.
En el momento del impacto, la nave viajaba a la impresionante velocidad de 14.000 millas por hora aproximadamente.
La repercusión de este encuentro incluyó no sólo la modificación de la trayectoria del asteroide, sino también el desplazamiento de cerca de 37 pedruscos, observó el telescopio espacial Hubble.
Estas partes desprendidas del asteroide, cuyo tamaño oscila entre unos humildes tres pies y unos considerables 22 pies de diámetro, se alejan actualmente de Dimorphos a una velocidad de unos 800 metros por hora.
Un fenómeno tardío e inesperado
Inesperadamente, David Jewett, científico planetario de la Universidad de California en Los Ángeles, que ha estado escrutando las alteraciones posteriores a la misión DART con el telescopio espacial Hubble, informó de que no se detectaron cantos rodados inmediatamente después del impacto. Los cantos rodados sólo aparecieron en los datos de diciembre, varios meses después de la colisión de septiembre.
Curiosamente, estas rocas no se anticiparon tras el impacto. Se cree que no son fragmentos resultantes del impacto, sino que ya estaban presentes en la superficie del asteroide y se desprendieron debido a la colisión.
Una oportunidad única para estudiar los asteroides
Aunque estas rocas flotantes no suponen una amenaza directa para nuestro planeta, desempeñan un papel crucial al recordarnos las posibles consecuencias de futuras misiones de impacto de asteroides.
Este experimento representa una de las primeras ocasiones en que los científicos poseen un conocimiento exhaustivo de los detalles que intervienen en el impacto de un asteroide, en particular uno provocado por el hombre.
A diferencia de observaciones anteriores de colisiones de asteroides, este impacto controlado permite un examen detallado del suceso, aportando datos de incalculable valor para las próximas misiones de desviación de asteroides.
Jewett subrayó que la próxima misión Hera, orquestada por la Agencia Espacial Europea, profundizará en estos descubrimientos. La misión Hera, cuyo lanzamiento está previsto para octubre de 2024, tratará de profundizar en el lugar del impacto y en las rocas desprendidas. Se prevé que llegue al lugar del impacto en diciembre de 2026.
Aunque la misión se centrará principalmente en Dimorphos, la posibilidad de estudiar las rocas desprendidas puede aportar valiosos datos sobre las propiedades de estos asteroides, que no podrían obtenerse mediante observaciones desde la Tierra. Esto podría aumentar significativamente nuestra comprensión de los resultados de los impactos inducidos por el hombre en los asteroides.