Dice la enseñanza cristiana que Jesús vino al mundo en el pueblo de Belén hace 2022 años, al sur de Jerusalén. Unos 300 o 350 años después de aquel acontecimiento, en plena decadencia del imperio romano, el Papa de ese entonces estableció al 25 de diciembre como la fecha para para celebrar su nacimiento, desde entonces y hasta estos días hay un largo recorrido y con muchos cambios.
En estas fechas en algunos hogares, la Navidad se ve representada por el árbol lleno de luces, introducido desde Europa del norte, en la edad media. Otras familias incluyen el pesebre, cuya primera representación recién apareció 1223 años después del nacimiento de Jesús. Para otros, la Navidad son los villancicos, cánticos, que, en Latinoamérica comenzaron a musicalizar esta temporada en el siglo XVII. Sin embargo, lo que parece que nunca ha cambiado es que todas las culturas celebran la Nochebuena en familia.
Para los hijos de sangre y de corazón
Precisamente eso es lo que se hará en los hogares de los Royal, Mejía, Rivera, Montaño, Martínez Vázquez y de muchas familias hispanas en el área metropolitana. Algunas tienen por tradición el juego del amigo secreto, en otras es mandatorio comprarse algo nuevo y estrenarlo ese día, otras más invitan a sus amigos para compartir los platos tradicionales del 25 de diciembre.
“Para estas fechas a nosotros nos gusta el lechón y pollo asado, pasteles de hoja y arroz con gandules”, dice Belkis Royal. En la mesa de esta familia dominicana no debe faltar telera, un tipo de pan navideño. “Sin telera no hay cena de Navidad dominicana, tampoco sin los tamales de yuca y plátano y menos sin el confite de anís”, dice esta madre de familia.
A su casa llegarán sus hijos, sus nietos y sus hijos de corazón. Ella por varios años fue madre de acogida de jóvenes sin hogar. Para algunos de ellos esa es la única familia que tienen para pasar la Navidad. “Parece que todo se reduce a elaborar viandas y dulces, pero en mi casa hay un tiempo para la oración y para bendecir los alimentos. A veces nos reunimos más de 12 personas. Si mis hijos de sangre y de corazón traen a sus amigos seremos más. Para quien no come cerdo habrá pollo, aquí a nadie le faltará un plato de comida”.
“Como siempre, estrenaremos algo nuevo”
En la casa de Damaris Mejía desde ya se está pensando en el pollo y los tamales hondureños tradicionales en la Navidad. “Aparte de la cena, la costumbre es reunirnos y recordar lo bonita que era la Nochebuena en nuestro país al ritmo de villancicos. Allá siempre comprábamos algo nuevo para ponernos ese día, lo mismo seguimos haciendo aquí. No tiene que ser algo costoso, una bufanda, un sweater o unas medias”.
Este año la cita será en casa de una de las hermanas. A la media noche se repartirán los regalos del amigo secreto. “Ya compré un albornoz suavecito para la salida del baño o de la cama, siempre nos decimos lo que nos gusta o nos hace falta”.
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Ese día todas las mujeres de la familia se reúnen desde temprano y entre risas y nostalgias, por lo que se quedó atrás, surten la mesa de uvas, ponches o rompopes. La celebración se extenderá hasta las cinco de la mañana de siguiente día.
Entre cuñapés, api y buñuelos
Si el telera y los tamales adornan las mesas de los dominicanos y hondureños, en la casa de una familia boliviana de Virginia, los cuñapés, más parecidos al pan de bono colombiano, son unas de las delicias navideñas en el hogar de Dany Aracely Montaño, una enfermera que trabaja en Germantown.
En ese hogar el plato fuerte es durante el almuerzo del 24 de diciembre. Para la noche son los cuñapés, los buñuelos y los pastelitos de queso, acompañados con café y mejor si hay una bebida a base de maíz morado y con mucho limón, que en Bolivia le llaman api.
A la media noche ponen el pesebre, se aromatiza el ambiente con mirra, incienso y sándalo y se reparten los regalos. “Este año no estará mi madre, vendrán los suegros de mi hermana, otros familiares y amigos inmigrantes que están solos en este país”.
Una Nochebuena para compartir
Los Rivera comerán tamales rellenos salvadoreños de pollo. Se repartirán regalitos y se darán un abrazo. “Agradeceré por vivir con mis hermanos, pero siempre hay una sensación de tristeza en estas fechas porque nada es como en el país de uno. Lo importante es que estaremos familia”, ese es el propósito de Iris Rivera.
Los vapores del pollo mechado para los sánduches salvadoreños y del chocolate caliente con canela inundarán la casa de Ivette Martínez-Vásquez. “Abrimos los regalos a la media noche y no comemos pavo, nosotros no nos hemos americanizado en la Navidad, pero antes vamos a la iglesia a celebrar el nacimiento de Jesús y a dar gracias por estar vivos y en familia”.
Por nada del mundo se comen sin compartirlos con los vecinos y amigos. “Somos una familia acogedora que nos gusta dar” y eso también lo vive en su trabajo de cuidado de ancianos. “Las familias llevan un pastel y nos hacen partícipes. En algunas casas donde cuido a los viejitos hacen cena y me invitan. Creo que la Navidad es lo que más nos hace iguales a todos, sin importar de dónde somos”.