Se suponía que el domincano Carlos Martínez sería una estrella de la MLB durante muchos años. Se suponía.
Fue uno de los principales prospectos de los Cardenales de San Luis, llegó a encabezar la rotación de abridores de los pájaros rojos y hasta fue su cerrador.
Se suponía que Martínez estaría en lo más alto de la ola a sus 30 años de edad. Y sin embargo, es la fuente reiterada de malas noticias, torpezas deportivas y hechos lamentables, ya aparentemente apartado por completo de las Grandes Ligas.
Todavía es posible que la carrera del Tsunami continúe. Pero cada vez es más patente que su buena estrella terminó.
Y con cada nuevo traspiés le resultará más difícil volver a ser la figura que fue, todo debido a decisiones que a su público y a posibles empleadores les costará olvidar.
El más reciente suceso pone en duda, incluso, su estatus legal. Martínez violó la politica de la MLB contra la violencia doméstica, abuso infantil y asalto sexual. Y por eso ha vuelto a las primeras planas, para mal.
La suspensión por 85 juegos que este jueves le aplicó la oficina del comisionado de la Gran Carpa echa sal sobre una herida que está abierta desde meses atrás.
Porque el derecho estaba cumpliendo otra suspensión, al haber sido descubierto en flagrante violación del protocolo contra el dopaje en el Big Show.
Una suspensión sobre otra suspensión, por motivos graves y distintos. Un caso insólito en el beisbol profesional.
Menos de seis meses han bastado para que Martínez cayera al fondo de un negro atolladero. En un lapso sorprendentemente corto ha sido despedido dos veces, la última por los Medias Rojas de Boston, y sancionado también dos veces.
Es posible que intente reaparecer en su República Dominicana natal. El diestro es reserva de las populares Águilas Cibaeñas y en los años recientes no a faltado a la cita en LIDOM.
Los resultados con los alados han sido contrastantes. Ha lanzado poco y mal en las últimas rondas eliminatorias. Ha lucido de buena manera en las postemporadas.
Quizás ahora quiera sumarse a la acción en Quisqueya a partir de octubre, para demostrar a todos –y probarse a sí mismo, también– que aún tiene mucho camino por andar.
Martínez se convirtió en 2015 en uno de los pitchers referentes en una organización que siempre compite por la corona en la MLB. Asistió dos veces al Juego de Estrellas y lo tenía todo para triunfar. Pero a partir de 2020 exhibe una horrenda efectividad de 6.21 en más de 100 innings, ha sido dejado ir por tres equipos de las Grandes Ligas, ha violado la política antidopaje. Y ahora esto.
El Tsunami llegó a ser uno de los embajadores dominicanos más dominante en el beisbol internacional. Y hoy es una estrella a punto de extinción.