Washington Report News
Sin categoría

Esta madre migrante lleva el dolor de una pérdida con resiliencia y optimismo

Para algunas mujeres, la maternidad también es dolor.  Eso lo saben bien cientos de mujeres inmigrantes que han tenido que dejar a sus hijos en sus países para poder trabajar arduo y darles una mejor calidad de vida.

Leopoldina Villanueva, es una de esas madres. Su historia es conmovedora, pero también inspiradora. Y su ejemplo muestra que aún en medio de las pruebas más difíciles de la vida, se puede ser una luz para otros.

La maternidad no es solamente dolor. Las madres inmigrantes abren su corazón para abrazar a otros hijos, que a veces no son los propios y abrazan a otros, a quienes adoptan como su familia. Este también es el caso de Leopoldina.

Esta hondureña regresó a Estados Unidos en 2011, tres años después de haber tomado la decisión de volver a su país para disfrutar de su vejez en su tierra. Pero, el amor de madre y la necesidad de apoyar a uno de sus hijos en una situación difícil la hizo retornar al norte.

“Amo Estados Unidos y estoy agradecida por todo lo que he encontrado en este país. Pero quería estar en mi tierra, en mi casa y cuando me regresé pensé que nunca más iba a volver. Y aquí estoy”, cuenta con sentimientos encontrados la hondureña.

Leopoldina tuvo tres hijos. Su esposo emigró a Estados Unidos como muchos inmigrantes, con la intención de trabajar para poder enviar dinero a su familia, cuando sus hijos estaban muy pequeños. Con el tiempo, Leopoldina y dos de sus niños también emigraron. El más grande se quedó en Honduras.

En Washington DC, ella hizo muchas cosas que no imaginó antes. Superó el miedo de aprender sobre historia y cultura estadounidense para poder, como adulta mayor, completar el proceso para obtener la ciudadanía en el país.

Descubrió nuevas habilidades cuando pensaba que debía regresar a su país. Es parte del coro de adultos mayores de Vida Senior Centers que se presenta en eventos locales especiales, superando así el temor a cantar en público.

Hizo buenos amigos, con quienes comparte risas, alegrías, tristezas, chascarrillos y muchas anécdotas divertidas.

De la tragedia a la esperanza

Esta hondureña regresó a Estados Unidos en 2011, tres años después de haber tomado la decisión de volver a su país para disfrutar de su vejez en su tierra.

El mismo año en el que esta madre regresó a Estados, ocurrió la peor tragedia de su vida. Mientras estaba en las actividades del programa “Companion”, de Vida, asistiendo y apoyando a otros adultos mayores recibió la llamada que lo cambió todo para ella.

Su hijo había sido asesinado. A pesar de que intentó por todos los medios viajar a su país ese día, no pudo. Había otras razones que la ataban a Estados Unidos y que le impidieron despedirse de su primogénito.

Pero, a pesar de la tristeza y en medio de esta dolorosa pérdida, Leopoldina recibió un regalo excepcional.

“Ese día estuve en Vida. Aquí me dieron palabras de aliento y el apoyo que necesité en ese momento. Sin saber, Dios me quitó a mi hijo, pero me regaló ese mismo día a mi nieto y, además, descubrí que tenía una familia aquí en la organización”, recuerda la madre con los ojos llenos de lágrimas.

La vida y Dios, como esta madre dice, le dieron las esperanzas que necesitaba.

El alma del lugar

A pesar de su pérdida, Leopoldina supo continuar adelante. Ahora, es una de las beneficiarias de Vida más reconocidas por sus compañeros y por los miembros del staff de la institución.

Gracias a los programas de Vida y a su empeño, descubrió que es muy buena para el canto y que su alegría no solo contagia a otros beneficiarios que asisten a las actividades del centro. Sino que también, anima a todo su alrededor al brindar una sonrisa en el momento preciso.

“Según yo no canto (dice mientras ríe a carcajadas) un tiempo fui al coro de una iglesia y el muchacho me dijo con pena que mejor me apartara porque le estaba desafinando las canciones (vuelve a reír a carcajadas) y después, empecé a cantar aquí en la organización”, narra.

Aunque su semblante es el de una mujer de carácter fuerte, al hablar con ella esa impresión se disuelve entre la dulzura y el carisma que irradia. Todos la reconocen en la organización. “Poli”, como dicen algunos de cariño, es alma de la fiesta y contagia con su alegría natural.

Las historias que “Poli” tiene para compartir son muchas y están llenas de coraje y de fortaleza. Nadie imagina que en su corazón guarda el recuerdo de su hijo o que esconde el dolor más grande que una madre puede sufrir.

“Mi hijo está aquí (se pone la mano en el corazón y guarda silencio por unos segundos, sus ojos se ponen vidriosos), ese siempre va a estar aquí”, afirma la madre con orgullo y dolor.

Además de ser un gran ejemplo de cómo la maternidad hace fuertes a las mujeres o de qué tan gran puede llegar a ser el corazón de una madre, Leopoldina también, es un ejemplo de superación y de resiliencia.

últimas noticias


En vídeo


YouTube video

Sucesos


YouTube video

Política


YouTube video

Nacional

Enlace a la fuente

Notas relacionadas

el gobierno estatal rechazó 35% de las lecturas presentadas para el siguiente año escolar

¿Quién pagará por la transición de eficiencia a resiliencia?

Washinton Report News

Choque entre autobús y vehículo dejó tres muertos en Pensilvania

Washinton Report News