Hace poco llegó a las manos de Gabriela Lemus una invitación a cenar. Cuando la abrió no lo podía creer, venía de la residencia de Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos, quien la quería en la lista de 12 latinas influyentes para intercambiar impresiones.
Lemus ya ha estado en las ligas mayores del gobierno estadounidense. En 2008 la llamó la congresista Hilda Solís: “El presidente Barak Obama me quiere como secretaria de Trabajo y yo te quiero en mi equipo”, le dijo.
Empezó desde ese momento a aglutinar apoyos para la confirmación de Solís. Lemus tenía experiencia como directora ejecutiva del Concejo Laboral de los Trabajadores Latinoamericanos (LCLAA), que luchaba por derechos de más de 1 millón de trabajadores latinos sindicalizados. Desde entonces sigue haciendo lo que mejor se le da: unir voces y esfuerzos, encontrar líderes para crear una agenda latina, proponer ideas innovadoras para lograr cambios y conseguir aliados y recursos en favor de los hispanos.
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Hoy es la primera directora ejecutiva de Maryland Latinos Unidos. La organización se formó durante la pandemia (2020) para coordinar y demandar atención de salud para los latinos. Unos 308 miembros la conforman y está en plan de expansión con tres prioridades: lograr información estadística veraz y actualizada de los hispanos, acceso a los servicios médicos y salud ambiental.
“Al comienzo nuestro objetivo inmediato fue asegurar una mejor comunicación a la comunidad y el acceso a las vacunas en tiempos en que no sabían cómo llegar a nuestra gente”, dice Lemus. Con la participación de universidades y otras entidades lograron vacunar a 22 mil personas.
“Al frente de Maryland Latinos Unidos llevo dos años y muchas veces todavía soy la única latina en el salón del debate de prioridades, pero estamos creciendo, nos estamos organizando, estamos interrumpiendo en el sistema, tenemos ganas de contribuir y eso a algunos les incomoda”, comenta Lemus, nacida en México, hija de un ejecutivo de una corporación internacional, que la llevó a vivir por dos continentes.
Lo bueno, dice, es que más latinos y latinas se están involucrando. “Se trata no solo de educarnos nosotros sino a los que controlan esos espacios”. Para eso se necesita voluntad y recursos, esos llegaron de la Fundación de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), la cual les otorgó $500 mil.
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Con eso se creó The Mid-Atlantic Latinx Vaccine Equity Coalition (Malvec) para conseguir que más latinos se vacunaran contra el coronavirus. Una vez que esa fase ha terminado, el plan de Malvec, bajo el cobijo de Maryland Latinos Unidos, es continuar demandando el derecho salud para los hispanos con o sin documentos.
Para esto se necesitan líderes capacitados que sepan cómo incidir políticamente, cómo escribir propuestas o cómo trabajar en el competitivo mercado de las donaciones. Esta tarea está financiada por CareFirst con $300 mil por dos años.
“Más del 90% de las asociaciones latinas son religiosas, informales y sin una infraestructura fuerte. Estamos entrenando a esos líderes para que sepan cómo funciona el sistema”. Hasta finales de este año estarán capacitados a unos 50 líderes.
La salud como estandarte
Simultáneamente con Johns Hopkins se está reforzando a las promotoras, encargadas de llevar más información y desterrar mitos en la comunidad. Un reciente estudio de campo encontró que muchos hispanos aún siguen creyendo que el COVID fue una mentira.
“Queremos que nuestra gente tenga información de alto calibre, bilingüe y de fácil comprensión. Nuestras promotoras no solo asisten en salud, también saben cómo navegar en el sistema escolar, y con el inglés. Este es un ejemplo de lo que estamos haciendo para quienes van a ser los líderes comunitarios del futuro”. Ahora mismo hay una red de 500 promotoras bilingües en Maryland, “no nos pertenecen, pero las ayudamos a conectarse entre ellas”.
Al ser la salud la razón de existir de Maryland Latinos Unidos, el aumento de casos de VIH en la comunidad LGBTQ propició un proyecto piloto con Johns Hopkins y el Departamento de Salud para llevar 450 pruebas caseras. Los CDC aportaron $100 mil para la difusión de información en inglés y español.
Cuando se habla de los latinos en cifras, éstas suelen ser negativas. “La falta de estadísticas exactas es lo más impactante, no recolectan bien los datos de nuestra comunidad. Durante la pandemia nos tenían marcados en el casillero de otro y eso hizo difícil medir el impacto. Hay que acabar con el círculo vicioso de negarnos recursos cuando ni siquiera tienen la información correcta. Hablando de esto soy como una máquina, me vuelve loca la inconsistencia, puesto que para asegurar los recursos para los latinos tenemos que tener cifras reales y actualizadas”.
Su apasionada defensa por la justicia social y económica de los latinos, llegó hasta los oídos del ex gobernador Larry Hogan. La invitó a formar parte de Comisión de Equidad en Salud, también es delegada de la Comisión de Salud del Condado de Montgomery.
Desde esos espacios demostró lo desguarnecida que estaba la comunidad hispana durante la pandemia. Son en momentos como estos “cuando saco mi bastón verbal y denuncio estas disparidades”, al tiempo que propone soluciones. “Al fin de cuentas eso la democracia, ¿verdad?, y para que funcione bien necesitamos tener información, no perder el diálogo y participar”, asegura.
El medio ambiente en la agenda
En esa obsesión de contar con información ajustada a la realidad, en la agenda tiene otra prioridad: la salud ambiental. ¿Cuál es el impacto de la calidad del agua, del aire, del ruido, del cambio climático, de los parques industriales, de las autopistas en la salud de los latinos?, solo se sabe que están afectados y poco más.
Una encuesta ambiental de Maryland Latinos Unidos encontró que lo que más le preocupa a esta minoría es el transporte, el humo cerca de las industrias y la calidad del agua porque muchos viven en zonas donde se manejan químicos.
“Lo injusto es que no toman en cuenta nuestro aporte. Los latinos inventamos el reciclaje. Mi abuela guardaba las botellas y las reciclaba, es nuestra gente la que está trabajando en la bahía de Chesapeake, en los muelles, en los barcos de pesca. Son los guatemaltecos, son los inmigrantes de la sequía. No hablamos en términos climáticos, pero sentimos los efectos y queremos un cambio”, asevera.
Lemus, a pesar de los obstáculos, solo puede ir adelante. En ese transitar hay dos aliados prometedores: Laura Herrera Scott, secretaria de salud estatal; y el nuevo secretario de Servicios Humanos, Rafael López. “Los dos están visibilizando a los latinos y pueden hacer cambios, eso me da esperanzas”, expresa esta doctora especializada en el flujo inmigratorio, ambiente y comercio en la frontera. “Eso me permitió entender que, así como un virus no tiene fronteras, la contaminación tampoco”.