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En muchos sentidos, la revancha Biden-Trump ya comenzó

Biden y Trump parecen estar provocándose mutuamente para lograr una rara revancha.  De hecho, la contienda ya comenzó.

El presidente Biden estaba en una recepción Demócrata en Maryland hace unas semanas cuando su retórica se dirigió hacia un tema cada vez más frecuente: “lo que está haciendo Trump y los trumpistas”. Un miembro del público gritó: “¡Enciérrenlo!”, y Biden pasó a citar “las nuevas encuestas que muestran que supero a Trump por seis u ocho puntos”.

Unos días antes, el expresidente Donald Trump estaba en un mitin en Pensilvania cuando también se dirigió a un tema frecuente: “Estamos superando a Biden… con números récord en las encuestas”. Dijo tres veces, con creciente entusiasmo: “¡Así que quizás tenga que hacerlo de nuevo!”.

El país parece encaminarse hacia una revancha que pocos votantes desean realmente, pero de la cual dos presidentes –uno actual y otro anterior– no pueden dejar de hablar. Biden y Trump dicen que planean tomar sus decisiones en los próximos meses, pero con una persistente codependencia entre ellos, cada uno parece estar empujando al otro hacia lo que sería un poco visto enfrentamiento entre los mismos dos candidatos con cuatro años de diferencia.

En cierto sentido, dados los crecientes ataques, ya está en marcha una confrontación de revancha en el 2024. Pero es menos una revancha de pesos pesados que el país está ansioso por ver y más una repetición que pocos quieren. Ni Biden ni Trump son acogidos con entusiasmo por sus propios partidos, según una encuesta del Washington Post-ABC News publicada ayer domingo.

Un 56 por ciento de los Demócratas y de los independientes de tendencia Demócrata dijeron que quieren que el partido nomine a “alguien que no sea Biden” en 2024, y un 35 por ciento quiere que se presente a un segundo mandato. Entre los menores de 40 años, un rotundo 75 por ciento quiere que el partido elija a alguien que no sea Biden, a pesar de sus logros recientes sobre el cambio climático y la condonación de los préstamos estudiantiles, dos temas que se cree que atraen a los votantes más jóvenes.

“No creo que Biden haya hecho un mal trabajo ni mucho menos”, dijo Adam Kane, un director de museo de 48 años de Peacham, Vermont, añadiendo que le gusta y respeta a Biden. “Pero ya es hora de un nuevo liderazgo. Es demasiado viejo, ese es el problema. Es hora de pasar la antorcha a la siguiente generación”.

Biden, de 79 años, celebrará su cumpleaños número 80 el próximo mes de noviembre y con esto ya es el presidente de mayor edad del país. Trump cumplió 76 años en junio.

Los Republicanos y los independientes de tendencia Republicana están divididos con respecto a Trump: un 47 por ciento dice que el partido debería nominarlo y un 46 por ciento que prefiere a otra persona. Es una muestra más fuerte que la de Biden, pero también refleja una marcada caída en el apoyo de cuando Trump estaba en el cargo; una encuesta del Post-ABC de 2019 halló que el 67 por ciento de los Republicanos y de los que se inclinan por los Republicanos querían que el partido nominara a Trump para un segundo mandato.

Si se enfrentaran, los votantes registrados se dividen casi por la mitad, con un 48 por ciento que apoya a Trump y un 46 por ciento que apoya a Biden, mostró la encuesta del Post-ABC, dentro del margen de error. En 2020, Biden ganó el voto popular nacional por 4,5 puntos porcentuales.

“Trump es demasiado, y Biden es demasiado poco”, dijo Howard Walker, un Demócrata de 54 años de Nueva York. Votó por Biden en 2020, cree que Trump ha convertido al Partido Republicano en una secta y dice que una victoria de Trump en 2024 significaría el fin de la democracia. Pero ya no ve a Biden como el mejor candidato.

“A veces está ahí, otras veces no lo está”, dijo Walker. “A veces cuenta largas historias de la abuela que no llevan a ninguna parte, que es algo que hacen las personas viejas también. Y eso está bien, pero no es lo que necesitamos en un presidente”.

Muchos votantes Republicanos, igualmente, dicen que apoyarían a Trump si esa fuera su única opción, pero anhelan un nuevo líder.

“Lo mejor sería que se presentara otra persona”, dijo Karin Cabell, una Republicana de 58 años de Hazelton (Pensilvania). “Sería bueno tener sangre fresca en ambos lados”.

Sin embargo, Biden y Trump son, en cierto sentido, la némesis del otro, y ambos pueden tener problemas para alejarse de una revancha.

Trump considera que Biden le ha arrebatado injustamente la presidencia, creando elaboradas explicaciones de por qué perdió las cuales no tienen ninguna base en la realidad. Biden ve a Trump como una amenaza existencial para los principios fundacionales del país, y se ve a sí mismo en una posición única para evitar que Trump recupere el poder. Desbancar a Trump en 2020 sigue siendo uno de los logros de los cuales Biden se siente más orgulloso.

“¿Por qué no me presentaría contra Donald Trump si es el nominado?”, preguntó en una entrevista con ABC News en diciembre.

La Casa Blanca ha visto últimamente una ventaja en retomar a su rival conocido, especialmente de cara a las elecciones intermedias, y Biden ha tenido cada vez más a Trump en mente, o al menos de la punta de la lengua para afuera. “La única razón por la cual me presenté es porque Donald Trump se presentaba”, dijo en un evento de recaudación el 10 de junio en Los Ángeles.

En un acto de recaudación de fondos en Maryland a finales de agosto, Biden calificó como “extrema a la filosofía MAGA” de Trump, algo que es “casi como un semifascismo”. Fue una frase que, según los asistentes, no estaba prevista pero que igual no sorprende, dadas las opiniones de Biden. También dijo que “Trump y los Republicanos MAGA extremos han tomado su decisión: ir hacia atrás, llenos de ira, violencia, odio y división.”

Biden ha estado probando varias frases para marcar a los Republicanos que siguen a Trump. Los ha llamado “Los Trumpies”, “ultra-MAGA” y “Republicanos MAGA”, y ha declarado que “este no es el Partido Republicano de tu padre”. Dice que todavía hay Republicanos de la corriente principal con los que puede trabajar, pero “no hay duda de que el Partido Republicano hoy está dominado, impulsado e intimidado por Donald Trump y los Republicanos MAGA, y eso es una amenaza para este país.”

Biden ha agudizado su enfoque sobre Trump y ha intensificado sus ataques retóricos, hasta el punto de que su mensaje político central es ahora la importancia de mantener a Trump y a sus seguidores fuera del poder.

“Amigos, no se puede estar en favor de la insurrección y de la democracia. No es una broma. Ahora lo digo muy seriamente. No se puede estar a favor de la insurrección y de la democracia”, dijo en Maryland. “No se puede apoyar a las fuerzas del orden y llamar patriotas a la turba que atacó a la policía el 6 de enero en el Capitolio de los Estados Unidos”.

Durante las declaraciones del viernes, advirtió: “Se ha convertido en una prueba de fuego en su partido prometer lealtad a Donald Trump al comprar la ‘gran mentira’ “.

Del mismo modo, Trump, en sus últimos mitines, puede mencionar a Biden casi dos docenas de veces en un mismo acto, afirmando que Biden está haciendo un trabajo mucho peor como presidente que él y presumiendo de que ganaría fácilmente una revancha.

“Acaba de salir una encuesta. ¿La has visto?”, dijo en un mitin el 17 de septiembre en Ohio. “Estoy 18 puntos por encima de Biden. ¿Quién diablos no lo estaría? ¿Quién no lo estaría?”

Criticó a Biden por los precios de la gasolina, tanto por permitir que subieran como por utilizar las reservas de petróleo para bajarlos. E insistió en que los menores precios no durarán (“Justo después de las elecciones, se duplicarán y subirán más de lo que nadie creía”).

“Trump tenía razón en todo”, continuó Trump. “Y creo que la tenía. Tenía razón en todo. Incluyendo Afganistán y Ucrania. La administración Biden es escandalosa”.

También respondió al discurso de Biden del 1 de septiembre en Filadelfia, donde el presidente advirtió que Trump buscaba desgarrar el tejido de la democracia al decir que esos comentarios equivalían al “discurso más vicioso, odioso y divisivo jamás pronunciado por un presidente estadounidense”.

Dijo que Biden estaba en efecto marcando a los partidarios de Trump como “enemigos del Estado”. Y añadió: “Es un enemigo del Estado, deben saber la verdad. El enemigo del Estado es él y el grupo que lo controla, que gira a su alrededor: –Haz esto, haz aquello, Joe, vas a hacer esto, Joe–”.

Un factor que complica la posible carrera presidencial de Trump es la creciente serie de investigaciones y demandas en su contra, que parecen estar cobrando fuerza. Algunos analistas creen que sus problemas legales dificultarán su candidatura, ya que tendrá que dedicar tiempo y recursos a su defensa legal. Otros sostienen que es aún más probable que Trump busque la Casa Blanca ahora, como una forma de protección contra los desafíos legales.

Estados Unidos tiene una rica historia de revanchas presidenciales, que se remonta a John Adams, quien derrotó a Thomas Jefferson en 1796 para luego perder contra él cuatro años después. Pero hay pocos paralelismos directos con lo que podría ocurrir entre Biden y Trump en 2024.

Es muy inusual que un presidente en funciones sea destituido y luego se presente contra su sucesor. La mayoría de los presidentes que salen derrotados para un segundo mandato – George H.W. Bush fue el último – se retiran tranquilamente de la política. En esto, como en tantas otras cosas, Trump es una rareza, eligiendo en vez recorrer el país para afirmar falsamente que fue engañado.

El paralelismo más cercano a una posible repetición de Biden-Trump puede ser la campaña de 1892 entre Grover Cleveland y Benjamin Harrison. Cleveland ejerció un mandato como presidente antes de ser desbancado por Harrison.  Luego intentó recuperar su antiguo puesto, y finalmente lo consiguió.

Su segunda campaña se centró en gran medida en los mismos tema que habían dominado la primera, como las tasas arancelarias, y no cautivó a la nación. “Nadie mostró mucho interés en el resultado”, escribió el historiador Henry Adams.

“Las elecciones de 1892 fueron unas de las más tranquilas de la historia de Estados Unidos”, dijo Troy Senik, antiguo redactor de discursos del Presidente George W. Bush y autor de “Un hombre de hierro: La turbulenta vida y la improbable presidencia de Grover Cleveland”. “Porque Cleveland pasó gran parte de ella aquejado de gota y Harrison estaba preocupado por la salud de su esposa, que luchaba contra un caso finalmente mortal de tuberculosis”.

A pesar de las animadas caricaturas políticas -algunas referidas a un hijo fuera del matrimonio que supuestamente había engendrado Cleveland- los candidatos carecían del odio mutuo de Biden y Trump. “Entre los dos candidatos no parecía haber animosidad”, dijo Charles Hyde, presidente y director general del Hogar Presidencial Benjamin Harrison.

De hecho, las fotos muestran al recién destituido Cleveland sosteniendo un paraguas sobre su cabeza mientras el nuevo presidente juraba su cargo, en 1889. Unos años más tarde –después de que Harrison derrotara a Cleveland y este a su vez derrotara a Harrison– algunos animaron a Harrison a presentarse de nuevo en 1896, para un tercer enfrentamiento.

“Harrison lo consideró brevemente y luego disipó cualquier idea de que se presentaría de nuevo”, dijo Hyde. “Después de perder las elecciones de 1892, dijo que se sentía como un hombre liberado de la cárcel”.

Washington Post – Matt Viser

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