Violencia e inseguridad en Washington DC se hacen presentes en barrios de concentración hispana como Mount Pleasant y Columbia Heights, los cuales registran un repunte de delitos como robos y asaltos.
Rafael Gómez, 34 años, salvadoreño, obrero de la construcción e hincha del Real Madrid. El 13 de julio su nombre se incluyó en la larga lista de víctimas fatales de la violencia y la inseguridad que aqueja a Washington DC. Un intento de robo terminó con su vida, mientras trabajaba en el campus de Howard University.
No muy lejos de allí, entre los latinos que viven en los vecindarios de Mount Pleasant y Columbia Heights esa noticia los preocupó, pero no los sorprendió. Desde hace algún tiempo, incluso antes de la pandemia, en sus calles antes tranquilas, casi a diario ocurren asaltos, riñas de madrugada y uno que otro disparo.
“La inseguridad es nuestra mayor preocupación, porque están involucradas las drogas y las armas. En nuestra área hay varias escuelas, hace no mucho entró una pandilla a la Lincoln Multicultural Middle School, gracias a Dios no pasó nada. Mi hijo que estudia allí y regresó muy asustado”, dijo Yasmín Romero, comisionada vecinal de Mount Pleasant.
Todos los consultados por este semanario en estos vecindarios, tienen una historia que contar sobre un intento de robo o una agresión que les pasó a ellos, al vecino o alguien que vieron mientras iban por la calle. “No todos llaman al 911, me llaman a mí. Antes hacía una o dos llamadas al mes, ahora a veces llamo tres y hasta cinco por semana”, dice Romero.
Guillermo Canales, oficial de policía de la Unidad de Enlance Latino, aseguró que desde hace un año es más notorio el repunte de la criminalidad en Mount Pleasant.
José Cruz ha vivido en Mount Pleasant por más de 20 años y ahora ve cosas que antes eran impensables. “A una señora le robaron la cartera y nadie hizo nada por el miedo a las armas. Otro día un tipo sacó un revólver, vino la policía y hasta el FBI, se lo llevaron y al día siguiente ya estaba paseándose por aquí. Se supone que entramos a una tienda, tomamos un producto y pagamos, pero hoy toman lo que les da la gana y se van”, dijo Cruz.
Maritza Majano, propietaria de Don Julio Deli & Grocery, ha sufrido no uno sino hasta tres veces robos. “Entran en grupo cogen refrescos, Doritos, galletas, y todo lo que quieren y se van. No digo nada porque parece que están drogados”, contó mientras recordó que no hace mucho se encontró con la puerta abierta y la registradora rota en el piso. Desde entonces ha puesto candados y cadenas, tiene un machete y un spray de pimienta que espera nunca llegar a usarlos.
Aunque Majano se lamenta que, a veces, la Policía llega dos o tres horas más tarde, entiende que están ocupados. “Los veo agobiados porque en este tiempo los criminales no descansan”, señaló.
“Se meten a las casas a robar”
Para Majano y Cruz son las drogas y las armas las que han vuelto a la ciudad insegura. De ese mismo sentir es Yanira Menjívar: “Antes aquí no se entraban a las casas a robar, hace dos años lo quemaron a un señor mexicano y murió. Si va por la 14 es peor”.
Robos de cartera, celulares, dinero y autos están entre los delitos más comunes en lo que va de este año. Según la Policía, hasta el 28 de julio se contabilizaron 19 mil 367 ofensas, entre esos 3 mil 27 delitos violentos. El resurgimiento de la violencia se registra en todas grandes ciudades del país. DC, con un incremento del 38% de casos violentos está entre las más asoladas.
“Hemos tenido una vida de maltrato, por eso cuando vemos un asalto o nos quieren atacar huimos para que no nos maten como a Rafael Gómez”, declaró Francisco Ortega.
Romero quisiera más presencia policial en la madrugada para proteger a los trabajadores de restaurantes que salen a las tres de la mañana y los asaltan para quitarles “su dinero”. Ella también madruga a esa hora a trabajar al aeropuerto Ronald Reagan y no pocas veces se ha sentido atemorizada por quienes merodean en la calle Mount Pleasant.
“Se nos han metido al edificio a robar y hace dos semanas, en la madrugada, un carro robado chocó al de un vecino y lo dejó destruido”, contó Romero, mientras muestra el patio desde donde se hurtan las bicicletas que para muchos trabajadores hispanos es su medio de transporte.
Violencia e inseguridad en Washington DC requiere una legislación temporal
Ante esta situación, el 11 de julio, el Concejo aprobó la legislación de emergencia de seguridad pública, propuesta por la concejal Brooke Pinto. Esta medida que estará vigente por 90 días busca frenar el aumento de los delitos violentos. ¿Cómo?, permitiendo que la policía detenga a los adultos y menores que los cometen y no se los deje en libertad antes del juicio.
La votación envió “un claro mensaje de que el estado actual de violencia e inseguridad no puede ser tolerado por nuestro gobierno y estamos trabajando para que los residentes se sientan más seguros”, dice el comunicado enviado a este medio por la oficina de prensa de Pinto. No obstante, queda reflejado que se necesitará “invertir más y mejor en programas de prevención para interrumpir los ciclos de violencia”.
Muriel Bowser, alcaldesa de DC, aplaudió esta legislación y reconoció que el actual “status quo es inaceptable”. En una declaración escrita enviada por su oficina de comunicación, Bowser señala que “es inadmisible que a la gente se la mate en las calles, que los autos sean robados a punta de pistola, que los padres tengan miedo de dejar a sus hijos jugar al aire libre y los ancianos tengan temor de caminar al bus”.
Todos están a merced de la violencia e inseguridad en Washington DC, pero quizá a los inmigrantes recién llegados les va peor. La policía organiza charlas y los aconseja cómo moverse en la ciudad: siempre caminar por lugares iluminados y en grupo, no llevar mucho dinero en efectivo ni portar documentos importantes. “No pedimos pasaportes, lo que sí les pedimos es los dejen en su casa”, recomendó Guillermo Canales, oficial de policía de la Unidad de Enlance Latino.
Riesgo para los obreros de la construcción
Refiriéndose a la comunidad hispana, Eduardo Perdomo, director ejecutivo de la Oficina de Asuntos Latinos de la Alcaldía (MOLA), aseguró que están en pie algunas acciones de prevención. Una es la liga de fútbol en Columbia Heights que aglutina a 400 adolescentes. La meta es alejarlos de los peligros de la calle y las malas influencias.
“Estamos tratando de poner más servicios de salud mental gratuita y español, esto nos lo estamos tomando muy en serio”, puntualizó Perdomo e informó que desde hace varios años trabajan con la Unidad de Enlace Latino de la Policía. “Juntos salimos a las calles a enseñarles cómo llenar un informe y a estrechar las relaciones y crear una sensación de cercanía con la comunidad. “Sé que el número de reportes y llamadas de hispanos a la Policía ha subido y eso es porque se sienten más cómodos”, dijo el funcionario.
La Unidad de Enlace Latino de la Policía y MOLA están instruyendo a los obreros de la construcción cómo evitar asaltos para que no se pierda otra vida como la de Gómez. Estos trabajadores son un target para los asaltantes y los oficiales están visitándolos en los puestos de trabajo para recordarles que estén pendientes de lo que pasa alrededor. Si ven un individuo o auto sospechosos que se dan más de una vuelta, llamen al 911.
“En esta la época del año hay como un botón que se enciende anunciando que los viernes es el día para robarles y es triste llenar reportes de personas que se ganan la vida duramente para luego ser robados a punta de pistola”, dijo Canales. A ellos la Policía les recomienda antes de dejar la obra quitarse las prendas distintivas como cascos, chalecos, guantes y si van en auto ir con las ventanas cerradas.
Ahora la Policía parece de “manos atadas” contra Violencia e inseguridad en Washington DC
Canales cree que distintos factores estarían incidiendo en el aumento de delitos en Mount Pleasant y Columbia Heights, uno de ellos es la instalación de un refugio para personas de bajos recursos, además de los problemas de salud mental, alcoholismo y drogas.
“Si a todo eso se suman individuos con tendencia a la violencia y de diferentes culturas, el resultado entre los dueños de los negocios y los residentes es el miedo”. Para este oficial, el aumento de los delitos también se debe “a muchos cambios de leyes que complican el trabajo a la Policía”, aseguró.
Según él, el organismo policial en muchos casos está trabajando casi de “manos atadas” o caminando “sobre cáscara de huevos”. Por ejemplo, si antes se denunciaba un robo “podíamos acercarnos y chequear a esa persona y si le encontrábamos el objeto robado podíamos detenerlo”. Ahora “tengo que preguntarle si me da permiso de revisarlo y si se niega no me queda más que decirle ‘que tenga un buen día y le vaya bien’. El denunciante pensará que no queremos hacer nuestro trabajo”, se lamentó Canales.
Hablando de leyes, este oficial ve que muchas veces los ciudadanos las revierten a su favor. Es el caso de la legalización de la marihuana que establece los parámetros de venta y consumo. “Muchos dicen es legal y puedo fumarla donde sea y eso no es así, pero lo hacen”.
Para los que tienen Green Card
El repunte de la violencia en DC encuentra a un Departamento de Policía debilitado y con las cifras más bajas de contrataciones en los últimos 50 años. El bono de $20 mil ofrecidos por la ciudad para atraer a nuevos aspirantes no ha logrado el interés suficiente. La última oferta es ampliar las oportunidades a los poseedores una Green Card.
“Frente a tanta violencia no quieren hacerse policías”, dijo Canales. Su unidad es un ejemplo de lo que está pasando, antes eran 17 oficiales, hoy solo está él y pronto espera que venga alguien más. Por eso para él la decisión de darles oportunidades a los poseedores de una Green card es “un gran cambio”.
A su criterio, a esta medida habrá que hacerle más ajustes porque todavía se exigen 60 créditos o tres años de universidad. “Así como va la situación quizá solo requerirá que hayan terminado el colegio, ese mi sentir”, agregó Canales.
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