El expresidente reforzó su posición política en las últimas semanas, pero una respuesta impetuosa a su posible acusación podría alejar a los votantes que necesitará para recuperar la Casa Blanca.
Donald Trump, la antigua estrella de telerrealidad conocida por su afición a los grandes escenarios y las multitudes, ha adoptado un estilo más humilde y tradicional en la campaña electoral de los últimos meses.
Celebró actos privados en New Hampshire y Carolina del Sur. Respondió a las preguntas de los votantes en Iowa. Y en varias ciudades, sorprendió a los comensales con visitas no anunciadas a restaurantes donde, con su estilo campechano y familiar, hizo un espectáculo dramático al sacar un fajo de billetes de su bolsillo para pagar la comida de todos.
Esta estrategia recalca la fuerza política que el multimillonario tiene para conectar con los votantes a nivel personal, al mismo tiempo que evidencia la principal debilidad de su potencial rival republicano, el gobernador Ron DeSantis, de Florida, que a menudo puede ser brusco o incómodo.
Pero ahora Trump se enfrenta a una probable acusación en Nueva York, y la forma en que responda a este momento podría determinar si continúa enderezando su posición como favorito presidencial republicano o si aleja aún más a los votantes que necesitará para volver a la Casa Blanca.
El resultado ayudará a responder una pregunta apremiante sobre su candidatura para muchos votantes de las elecciones primarias republicanas: ¿Podrá Trump mostrar suficiente moderación para persuadir a los republicanos moderados y a los votantes independientes indecisos para que lo elijan a él en lugar del presidente Joe Biden en 2024?
Por ahora, ha vuelto a los viejos hábitos del payaso Trump.
Desde el sábado, Trump desató una serie de ataques personales, no probados y provocadores contra investigadores, demócratas y compañeros republicanos. Acusó a Alvin Bragg, el fiscal del distrito de Manhattan que lleva el caso en su contra, de ser un “tirano woke” que esta “destruyendo Manhattan.” Llamó a sus oponentes demócratas “animales y matones”. Insinuó sin fundamento que DeSantis podría ser gay.
Fue el tipo de comportamiento de Trump que más suele disgustar a los votantes indecisos y a los republicanos moderados: la larga cola de caos que suele arrastrar tras de sí; una inclinación a centrarse en hacer ataques personales en lugar de encontrar soluciones políticas; y su incapacidad, sobre todo en 2020, para decidirse por un mensaje hacia el futuro que explique su candidatura.
Durante tres elecciones consecutivas, estos votantes han abandonado en gran medida a Trump, así como a los candidatos y causas que ha respaldado. En 2020, perdió el doble de apoyo entre los votantes republicanos que Biden entre los demócratas, un resultado que el expresidente tendrá que solventar para ganar en 2024.
“El circo continúa”, indicó el domingo en ABC el exgobernador Chris Christie de Nueva Jersey, republicano y antiguo fiscal federal. “Solo se beneficia y le va bien en el caos y la agitación, y por eso quiere crear el caos y la agitación bajo sus condiciones; no quiere que sea bajo las condiciones de nadie más”.
“Pero, mira, al final, ser imputado nunca ayuda a nadie”, continuó Christie. “No es un beneficio”.
Taylor Budowich, un asesor de Trump que ahora dirige el principal súper Comité de Acción Política (PAC por sus siglas en inglés) que apoya la candidatura del expresidente a la Casa Blanca, defendió el enfoque de Trump, diciendo que “está trabajando mucho más en campaña que todos los demás candidatos juntos, mientras se mantiene centrado en los temas que preocupan a los votantes”.
“Esto permite a los votantes contrastar entre candidatos”, señaló Budowich, cuyo grupo presentó la semana pasada una denuncia acusando a DeSantis de incumplir la ley estatal de ética. “Donald Trump es el verdadero luchador por el pueblo, mientras que todos los demás candidatos son diferentes versiones de lo mismo”.
Algunos aliados de Trump creen que convertirse en el primer expresidente en enfrentarse a cargos penales supondría una ventaja política para Trump, al menos en unas elecciones primarias republicanas. El expresidente ha persuadido hábilmente a muchos partidarios para que asimilen las críticas de los oponentes, las investigaciones de las fuerzas del orden y los juicios políticos del Congreso como ataques profundamente personales contra ellos.
Trump ha empezado a expandir la ira y la energía de sus seguidores más fervientes mientras intenta librar su batalla legal en un terreno de juego político.
Su poderosa maquinaria de recaudación de fondos por internet ha empezado a aprovechar la posible acusación para solicitar contribuciones a su campaña, volviendo a una página muy trillada de su libro de campaña. Trump y su equipo convirtieron su primer juicio político en decenas de millones de dólares, y recaudaron cantidades similares mientras afirmaba que se había cometido fraude en las elecciones de 2020. El año pasado, los dos días que más fondos recaudó fueron después de que el FBI registrara su casa del sur de Florida en busca de documentos gubernamentales desaparecidos.
Pero no está nada claro si el intento de Trump de incitar a su base vale el costo político que podría pagar en unas elecciones generales.
Los primeros signos de regresión aparecieron a primera hora del sábado, cuando Trump sorprendió a sus ayudantes de campaña con una publicación en las redes sociales en la que declaraba que sería arrestado el martes. (Un portavoz aclaró más tarde que Trump no tenía conocimiento directo de la fecha de ninguna detención).
El domingo resurgieron sus mentiras sobre las elecciones de 2020, que últimamente habían empezado a desaparecer de sus discursos públicos. Pero como recordatorio de que Trump aún no ha cambiado de página, inyectó falsas afirmaciones de fraude electoral en una publicación en las redes sociales en la que se quejaba de la oficina del fiscal del distrito de Manhattan.
El lunes, lanzó una burda broma a DeSantis después de que el gobernador de Florida rompiera su silencio sobre la posible acusación, criticándola como políticamente motivada pero enfocando la atención sobre el sórdido comportamiento de Trump en el centro del caso, que gira en torno a los pagos de dinero para silenciar a una estrella porno que asegura haber tenido una aventura con el ex presidente.
Queda por ver si tres días consecutivos de escalada fueron un paso temporal o duradero para alejarse de la relativa disciplina que definió sus últimos meses de campaña.
Pero, como mínimo, auguran una larga semana por delante. Trump está listo para ser el anfitrión del primer gran evento de su campaña de 2024, el sábado en Waco, Texas, volviendo a su apreciado escenario de mitin – donde a menudo es más imprudente.
Michael C. Bender – The New York Times
Lea el artículo original aquí.