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La violencia armada es una crisis exclusivamente estadounidense

La respuesta a la violencia está diseñada para vender más armas.

Opinión de John Rosenthal

El primer gran tiroteo masivo en los Estados Unidos ocurrió el 17 de enero de 1989, con un arma de asalto en una escuela primaria de Stockton, California, donde murieron cinco niños y resultaron heridos más de 30 profesores y alumnos. Los estadounidenses se horrorizaron, y en 1994 el Congreso promulgó finalmente una prohibición federal a las armas de asalto y los cargadores de munición de más de 10 cartuchos.

Esa prohibición, que contó con el apoyo de todas las principales organizaciones policiales, redujo en un 66 por ciento el número de tiroteos masivos con las 19 armas prohibidas. Lamentablemente, la prohibición expiró en 2004 y no se ha renovado. Desde 2014, han ocurrido 4.077 tiroteos masivos —definidos por Gun Violence Archive como cuatro o más personas impactadas— y hay casi dos masacres mortales todos los días. Desde el 14 de febrero de 2018, cuando 34 alumnos y profesores fueron baleados, 17 de ellos mortalmente, en el bachillerato Marjory Stoneman en Parkland, Florida, han ocurrido 2.741 tiroteos masivos, con otros 40 más solo desde el 1 de enero. En total, más de 214.946 estadounidenses murieron a causa de la violencia con armas de fuego en los cinco años transcurridos desde Parkland. Desde 1975, más de 1,5 millones de estadounidenses perdieron la vida a causa de la violencia con armas de fuego, en gran medida evitable, más que el conjunto de otros 30 países desarrollados.

Estados Unidos es la capital de la violencia con armas de fuego del mundo desarrollado. Otros países exigen responsabilidad y rendición de cuentas por parte de los propietarios de armas, los comerciantes, los fabricantes y las fuerzas policiales. Pero en Estados Unidos, las armas de fuego intrínsecamente peligrosas y fáciles de ocultar y los rifles y pistolas de asalto de estilo militar, cada vez más frecuentes y diseñados para la guerra, no están regulados a nivel federal.

A diferencia de los fabricantes estadounidenses de armas de juguete, que deben cumplir una serie de normas federales de fabricación y seguridad y pueden ser demandados por infracciones, las armas de fuego reales están exentas de los requisitos nacionales de fabricación y seguridad de los consumidores. Increíblemente, el Congreso también prohibió las demandas en contra de la industria de las armas. Además, sólo los vendedores de armas con licencia federal en Estados Unidos están obligados a realizar verificaciones de antecedentes penales para la venta de armas, mientras que los vendedores de armas privados, que se calcula que venden hasta el cincuenta por ciento de las armas de fuego cada año, pueden hacerlo legalmente sin verificación de antecedentes ni detección.

El año pasado más de 44.000 estadounidenses murieron y más de 38.000 resultaron heridos por armas de fuego, y la violencia armada es ahora la principal causa de muerte de niños de 1 a 19 años en Estados Unidos. Cada 30 minutos un niño o adolescente recibe un disparo y cada tres horas muere un niño o adolescente a causa de la violencia con armas de fuego. Podríamos llenar a Fenway Park tres veces con los más de 120.000 niños y adolescentes asesinados por armas de fuego desde 1994 cuando Stop Handgun Violence (Alto a la violencia con armas de fuego) construyó una gran valla publicitaria sobre la autopista de Massachussetts cerca de Fenway. Desde 1975, más estadounidenses han muerto por armas de fuego que todos los hombres y mujeres del ejército estadounidense que perdieron la vida en todas las guerras extranjeras juntas.

Se trata de una crisis de salud pública y seguridad exclusivamente estadounidense. Ningún otro país desarrollado permite intencionalmente el acceso sin restricciones a las armas de fuego fáciles de ocultar y armas de asalto de estilo militar. El Congreso puede tomar medidas sensatas para ayudar a prevenir la violencia con armas de fuego sin violar los derechos de los propietarios de armas que respetan la ley:

  • Renovar la prohibición federal de nuevas armas de asalto de tipo militar y cargadores de munición de gran capacidad, diseñados para la guerra, y recomprarles las que poseen actualmente. La anterior prohibición estadounidense redujo drásticamente el uso de estas armas en crímenes entre 1994 y 2004. Australia y Nueva Zelanda prohibieron y recompraron todas las armas de asalto después de los grandes tiroteos masivos que ocurrieron allí.
  • Renovar la prohibición federal de los cargadores de munición de gran capacidad con más de 10 cartuchos. Hay un límite de tres y cinco cartuchos, respectivamente, para cazar patos y ciervos con el fin de proteger esas poblaciones. No hay límite en el número de cartuchos para cazar humanos.
  • Regular las armas como si fueran automóviles, incluidos los estándares de fabricación obligatorios, las características de seguridad del consumidor, las licencias renovables, el almacenamiento seguro y los seguros. En la mayoría de los estados se exige una licencia para cazar animales, pero no para cazar humanos ni para comprar armas.
  • Revocar la inmunidad de la industria de las armas frente a demandas judiciales.

Los republicanos del Congreso deben dejar de ignorar las normas de prevención de la violencia con armas de fuego que han demostrado en muchos estados que reducen drásticamente las lesiones y muertes por arma de fuego evitables sin prohibir las armas. A diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos, los funcionarios electos de otros países dieron prioridad a la seguridad de las armas por encima de las contribuciones a las campañas de intereses especiales procedentes de la industria de las armas no regulada.

La violencia con armas de fuego es una crisis fabricada exclusivamente en Estados Unidos, e increíblemente, está diseñada para vender más armas y aumentar las ganancias. La inacción se traduce en más ventas de armas no reguladas, más violencia con armas de fuego, más temor y más lesiones y muertes por armas evitables. Si al Congreso no le importó en octubre de 2017, cuando 450 personas fueron baleadas y 58 asesinadas en cuestión de minutos con decenas de armas de asalto en el mayor tiroteo masivo hasta la fecha en un concierto en Las Vegas, ¿qué se necesitará para que los republicanos en el Congreso prioricen la vida humana y la seguridad de armas por encima de las contribuciones a las campañas y las ganancias de la industria de las armas?

John Rosenthal es cofundador de la organización Stop Handgun Violence.

The Boston Globe

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