Un buen café huele a café. Es un aroma inconfundible, seductor, que trae reminiscencias de la infancia, la amistad, el amor y la familia. El producto mezclado o adulterado no tiene ese aroma y tomarlo es como ingerir un líquido oscuro, caliente y sin identidad.
Es lamentable, pero cada vez resulta más frecuente la comercialización de cafés molidos que están mezclados con otras sustancias o que se pulverizan sin una selección previa del grano óptimo para el consumo humano.
José Araque, reconocido barista venezolano, explica que pueden haber varios descriptores que indican cuando un café está mezclado. “Se dice que lo mezclan con concha de coco, de arroz, maíz tostado y hasta aserrín. Hay sabores que pueden marcar la diferencia y hasta en el color se sabe, pero decir cual es el mezclado o con se combinó es un poco más complicado”.
Araque detalla que lo más usual es que se muela el grano sin realizar una selección previa, porque esta es “una manera de rendir la producción, aminorar la merma y obtener más ganancia”.
Xiomara Chirinos, barista venezolana con certificación internacional, coincide con Araque en que algunas marcas no realizan la preselección debida. “Le dejan la pasilla que son todos los defectos del café, como la broca, que es una plaga que perfora el grano. También el grano negro, partido, fermentado, retostado, quemado, ese desecho no lo botan, sino que lo muelen y venden como puro”. Chirinos afirma que algunos cafés traen trozos de palo, conchas y hasta piedras.
Para Araque el café puro tiene un olor y sabor característico. “Achocolatado, a frutos secos, un sabor intenso y primitivo, almendrado, afrutado. Sin embargo se trata de algo muy subjetivo, ya que cada quien lo identifica según sus recuerdos. para mi es como ir al pasado y recordar el olor de los anaqueles donde colocaban el café en los supermercados durante los años 90”, comenta y refiere que el producto adulterado tiene un gusto rancio y avinagrado.
Xiomara Chirinos también estima que la valoración es subjetiva. “Nosotros tenemos un lema y es que El mejor café del mundo es aquel que a ti te gusta. Para mi el mejor es el que preparaba mi abuelita, en la casa materna y que se degustaba en familia recién colado. El mejor sabe y huele a familia”.