El partido Demócrata no ha sabido explicar las verdaderas causas de la inflación y la injusticia de la estructura tributaria del país.
Los lectores de este boletín sabrán que soy una admiradora del gobierno de Joe Biden y creo que la mayoría de sus políticas, sobre todo en el ámbito económico, han sido correctas. Esta administración superó la política partidista, sin mencionar las batallas dentro de su propio partido (que todavía está dividido sobre si alejarse del neoliberalismo como filosofía económica), para aprobar un importante proyecto de ley sobre el clima, la Ley de Chips, el gasto en infraestructuras, el apoyo a la mano de obra sindical, apuntalar a las familias y los trabajadores vulnerables en medio de una pandemia (que ha mantenido fuerte el gasto de los consumidores), y ha hecho todo esto mientras la Reserva Federal está orquestando un cambio que no se ha visto en 40 años en la política monetaria, además de que hay una guerra en Ucrania que podría convertirse en un evento nuclear.
Entonces, ¿por qué demonios los Demócratas tienen tantas dificultades para que se valore su desempeño económico?
Una palabra: inflación. El mercado de trabajo sigue en auge, incluso con la subida de las tasas por parte de la Fed. Pero la inflación de la vivienda, los alimentos y del combustible está superando el aumento de los salarios, y eso es lo que la gente siente a diario. No importa que la inflación en Estados Unidos casi no tenga nada que ver con alguna medida del propio gobierno de Biden, sino que es más bien el resultado de un cambio de paradigma en la economía mundial que ha llegado con el fin del modelo “más barato es mejor”.
Los últimos 40 años se han basado en el dinero barato, la mano de obra barata y la energía barata. Ahora, con la (muy acertada) subida de las tasas por parte de la Reserva Federal, y con el fin de la flexibilización cuantitativa, el dinero barato ha desaparecido. La energía barata desapareció en el momento en el cual Rusia invadió Ucrania. La mano de obra barata también se va, y de nuevo, con razón, ya que los salarios no habían subido para la mayoría de los estadounidenses desde principios de la década de 1990 antes de este último episodio de inflación salarial (todavía relativamente moderada). En este sentido, me sorprende que la gente siga escribiendo sobre la inflación salarial como si fuera algo totalmente negativo. Solo es algo malo para los directivos de las empresas, que están haciendo todo lo posible para mantener los márgenes de ganancias cerca de los máximos históricos: desde hacer recortes de personal (en el caso de los grupos tecnológicos sobredimensionados y con exceso de personal) hasta reducir el tamaño de los productos y la calidad del servicio.
El problema es que en economías con un 70 por ciento de consumo como la estadounidense, si no se paga más a la gente en algún momento las matemáticas dejan de funcionar. Como argumentaba recientemente el reflexivo conservador Oren Cass en el FT, es hora de poner fin a la carrera global hacia el abismo en materia de salarios y de que las empresas empiecen a preocuparse más por las comunidades en las cuales operan.
La inflación estaba destinada a subir durante un cierto período de tiempo después de que casi medio siglo de dinero fácil y subcontratación llegara a su fin. El gasto fiscal de Biden tiene poco que ver con el cambio de paradigma más general que estamos viviendo. Y, sin embargo, los Demócratas están recibiendo el calor de la inflación, lo que les está dificultando el mensaje de todos sus logros. Entonces, ¿qué hacer? Sugeriría que los Demócratas se centraran más en cómo ellos (no los Republicanos) intentan frenar a las empresas. Josh Bivens, director de investigación del Instituto de Política Económica, de tendencia de izquierda, publicó un blog que todos deberían leer. Como él mismo dice:
“El precio de casi todo en la economía estadounidense surge de los tres principales componentes del costo. Son los costos de la mano de obra, los insumos que no están relacionados con el trabajo y el “margen” de ganancias sobre los dos primeros componentes. Existen datos precisos sobre estos diferentes componentes del costo para el sector corporativo no financiero (las empresas que producen bienes y servicios) de la economía, que constituye aproximadamente el 75 por ciento de todo el sector privado.
Desde el peor momento de la recesión por el Covid-19, en el segundo trimestre de 2020, los precios globales del sector CNF han subido a una tasa anualizada del 6,1 por ciento, lo que supone una pronunciada aceleración con respecto al crecimiento de los precios del 1,8 por ciento que caracterizó el ciclo económico anterior a la pandemia de 2007-2019. Sorprendentemente, más de la mitad de este aumento (53,9 %) puede atribuirse a márgenes de ganancias mayores, y los costos de la mano de obra representan menos del 8% de este aumento”.
Josh Bivens – Instituto de Política Económica
Biden y los Demócratas hablaron un poco sobre el abuso en los precios por parte de las empresas hace un año, pero cada vez hay más datos que respaldan el hecho de que las empresas están, como siempre, utilizando su poder desproporcionado para mantener sus márgenes de ganancias constantes en lugar de compartir las consecuencias que el resto de nosotros está sintiendo. Y como el partido Republicano está cada vez más dividido entre comprometerse con Donald Trump y con Peter Thiel, es poco probable que hagan algo al respecto.
Ed, tú solías redactar discursos: ¿hay alguna forma más inteligente de comunicar el historial económico Demócrata que lo que hemos visto hasta ahora? Y aunque lo hubiera, ¿les importaría a los votantes?
Por último, si vives en Estados Unidos y puedes votar, pero aún no lo ha hecho, ¡hazlo ahora!
Edward Luce responde
Rana, sí, los Demócratas quieren una forma mucho más inteligente para promocionar su historial sigan el ejemplo del reciente discurso de Barack Obama. Para los que no hayan visto al nuevo Obama, mucho menos catedrático, a continuación les dejo un clip reciente. Su mensaje es poderoso porque se centra en la justicia económica a la luz del peligro que corren todos los que han pagado durante toda su vida laboral al Seguro Social. Esto último no es un “esquema Ponzi” como lo han llamado muchos Republicanos. Obama hace referencia a esa advertencia atacando a un partido que vota a favor de las exenciones fiscales para los jets privados y que cumple la voluntad de los multimillonarios. La formulación del mensaje de Obama sobre las consecuencias para la gente corriente que tienen los planes económicos del partido Republicano (en la medida en que puedan describirse como planes) es un juego limpio y emocionalmente motivador. Los Demócratas no han dedicado suficiente tiempo a explicar el significado de la Maganomics.
La ventaja del populismo económico Demócrata es que puede atraer a todo el mundo y se basa en un diagnóstico justo de lo que motiva a sus oponentes Republicanos. Las tres personas más ricas de Estados Unidos tienen una riqueza que supera a lo que tienen los 160 millones de habitantes de la mitad inferior del país. Los Republicanos solo tienen dos planes económicos concretos. El primero es que los regresivos recortes de impuestos de 2017 de Trump se vuelvan permanentes. El segundo es mantener el límite de la deuda soberana de EEUU como rehén de los recortes de gastos en todo lo demás. El primero es inflacionario. El segundo socavaría el aumento real de los salarios de los empleados estadounidenses. Ojalá Biden hubiera desarrollado antes su propuesta de cobrar un impuesto sobre las ganancias de las petroleras. Las ganancias netas de las grandes petroleras son algo así como el cuádruple que el año pasado en esta fecha. De nuevo, la mayoría de la gente puede apoyar una propuesta tan fácil de entender. Tal y como están las cosas, no estoy seguro de que ni siquiera estos poderosos mensajes hubieran sido suficientes para salvar a los Demócratas, debido a que ya no es posible llegar a muchos estadounidenses con mensajes no refractarios.
Rana Foroohar, Edward Luce
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