Cuando los electores venezolanos en el interior y exterior se preparan para escoger en primarias, el 22 de octubre, al o a la candidata de la Plataforma Unitaria Democrática (una coalición de casi una docena de candidatos), que los represente en las elecciones presidenciales de 2024 frente a un posible Nicolás Maduro, vuelven las inhabilitaciones.
Según el diputado oficialista, José Brito, la Contraloría de Venezuela inhabilitó para ejercer cargos públicos, entre otros, a los tres líderes de la oposición venezolana más destacados: María Corina Machado, Henrique Capriles y Juan Guaidó.
La inhabilitación de Machado para ejercer cargos públicos por 15 años, estaría basada en “irregularidades administrativas como diputada” (2011-2014). La política es sindicada de “trama” para la corrupción junto con Juan Guaidó, y de haber apoyado el “bloqueo” y las “sanciones” estadounidenses contra el país, supuestamente las causas del éxodo de unos 7 millones de venezolanos.
“Ser inhabilitados es el drama de los autoritarismos y las tiranías en las que todos tenemos un número y el régimen decide cuando sale sorteado”, indica a DW Pedro Urruchurtu, coordinador de Asuntos Internacionales de la campaña de María Corina Machado.
Cerca de 1500 inhabilitados políticos en 13 años
“Desde 2008, el chavismo ha utilizado la estrategia de las inhabilitaciones, que ha ido sofisticando. Primero lo hacían con cargos medios y ahora lo hacen directamente con gente de alto perfil”, explica a DW la periodista Celina Carquez, con más de 20 años de experiencia en la cobertura de elecciones y de la oposición.
En la web colaborativa La gran aldea, Carquez recuerda que, “en los últimos 13 años, el Gobierno (de Nicolás Maduro) inhabilitó a 1.441 ciudadanos y, desde hace cinco años, la Contraloría no publica la lista de las personas que no pueden ser elegidos en unos comicios”.
La experta concluye que, si bien en Venezuela las inhabilitaciones de la oposición “van a darse sin el salvajismo de Nicaragua”, de todos modos el candidato que resulte ganador de las primarias, “si ya no está inhabilitado, lo inhabilitarán”.
Carquez pone el ejemplo del opositor Freddy Superlano, a quien en 2021, tan pronto ganó en el estado de Barinas, el gobierno inhabilitó, junto con su esposa, sin ser ella funcionaria pública”. Una medida “preventiva” e ilegal, que buscaba evitar que las esposas de los alcaldes presos se postularan para salvaguardar el capital electoral. En esa ocasión, Caracas descartó a toda una serie de candidatos suplentes, hasta que aceptó uno “a la medida”.
¿Pierde tan fácilmente una persona en Venezuela su derecho a elegir y ser elegido? “Las inhabilitaciones son penas accesorias, derivadas de una principal, basada en una sentencia en firme del Tribunal Supremo de Justicia, en teoría. Así que, sin una sentencia que respalde la inhabilitación de Machado, Capriles o la de los demás, el acto es ilegal”, explica a DW el profesor Daniel Carnagy, profesor de Ciencia Política de la Universidad Simón Bolívar de Caracas.
En una democracia, el condenado cuenta con un recurso de apelación de una sentencia que lo perjudique. “Este sistema político en Venezuela es un sistema hegemónico, donde la separación de poderes es solo nominal, no es real. Todos los poderes e instituciones públicos están concentrados alrededor del Poder Ejecutivo, la cabeza del hegemón. La Contraloría es solamente un brazo ejecutor de una orden hegemónica”, aclara el profesor Carnagy, quien concluye que, “si en Venezuela se cumpliera con la teoría general del Estado de Derecho, dichas inhabilitaciones, al ser jurídicamente tan frágiles, se impugnarían y tendrían que anularse”.
Si la vía de la apelación jurídica se presenta infructuosa, el camino del diálogo forzado parece la otra vía para recuperar los derechos políticos en la Venezuela de Maduro. Celina Carquez, coordinadora editorial del portal Crónica.uno, trae al caso a Tomás Guanipa, exdiputado y exembajador de Juan Guaidó en Colombia, quien había sido inhabilitado, pero regresó en 2021 a Venezuela para competir por la alcaldía de Caracas: “Gracias a una negociación con el Gobierno de Maduro en México, Tomás Guanipa logró el levantamiento de su inhabilitación”.
Machado: marcial, radical y temida
Un camino de diálogo improbable para una figura como María Corona Machado, que hasta hace poco tocaba los tambores en las Américas por una intervención militar contra el régimen venezolano. Un cometido que tanto dentro como fuera de Venezuela era considerado “demencial”. Su supuesta base jurídica: el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), un acuerdo firmado en la Organización de Estados Americanos (OEA) que busca la cooperación en seguridad y defensa.
“A pesar de haber sido un disparate, la postura belicista de Machado no parece ahora afectarla”, cree Carquez, a quien “intuitivamente” le parece que “María Corina ha crecido mucho más de lo que el Gobierno esperaba, por lo que la quieren neutralizar y quieren escoger con quién se van a medir”. Pero cierto es también que “María Corina Machado le ha bajado a la onda guerrerista como un 50 por ciento”, apunta Carquez, precisando que “ella tiene un buen grupo de asesores que la han ayudado, porque ella tiende a irse al extremo”.
Para Pedro Urruchurtu, la fuerza de su candidata es evidente: “El régimen sabe de la conexión de María Corina Machado con la gente, incluso en los sectores más populares y del chavismo; por lo que el régimen está sacando cuentas y sabe que puede convertirse en su verdadera amenaza. En libertad de competencia, el régimen de Maduro sabe que perdería arrolladoramente”.
Inhabilitaciones sin piso jurídico sustentable y acusaciones sin evidencias. Una institución como la Contraloria, que depende del Ejecutivo y carece de transparencia y credibilidad. Un Gobierno que permite elecciones, pero que, a fuerza de inhabilitaciones, busca escoger a su propia oposición. ¿Es o no Venezuela una dictadura?
El profesor Daniel Varnagy responde a esta pregunta directa con una aclaración: “La degradación que va de la democracia hacia la dictadura pasa por muchos escalones en bajada. Uno comienza con una democracia perfecta, luego baja a la imperfecta, de esta se desciende a la, llamémosla, democracia fracturada. Y el último eslabón es una dictadura”.
Venezuela queda, para el profesor Varnagy, en el limbo de una “democracia fracturada”. Entre las dictaduras, el reconocido politólogo venezolano cuenta a Irán, China y Corea del Norte, por cierto, “tres países muy amigos del Ejecutivo venezolano”.