Los gatos reaccionan a la mención de nombres de otros gatos, y además, relacionan dichos nombres con las caras de otros felinos que viven en la misma vivienda. Así lo sugiere un estudio publicado en la revista Nature. Luego de evaluar los resultados, “consideramos que los gatos son capaces de reconocer a al menos un miembro de su entorno y también, posiblemente, el nombre de un miembro humano de la misma familia”, afirman los autores del documento.
En principio, la investigación científica pretendía estimar cómo reaccionan los gatos ante menciones específicas hechas por humanos, en referencia a ciertos objetos. En el transcurso de los experimentos, los científicos observaron que los gatos hogareños mantenían más tiempo la mirada sobre el monitor cuando se mostraba la imagen de un gato conocido, al tiempo que se mencionaba un nombre que no correspondía a la imagen (“condición incongruente”).
En otras palabras, los gatos parecían reaccionar con mayor incertidumbre ante un condicionamiento equivocado. Esta reacción no se presentó en gatos que viven en otro tipo de entornos; por ejemplo, en un albergue con muchos otros felinos.
Además del tiempo de cada observación al monitor, el equipo científico clasificó y comparó las estadísticas entre los estímulos correctos y aquellos en los cuales no había correspondencia entre nombre e imagen.
Los gatos son grandes observadores
“El estudio parece sugerir que los gatos son capaces de aprender nombres como resultado de observar las interacciones humanas”, se afirma en el estudio. Exactamente cómo se produce este proceso de aprendizaje, es asunto que será objeto de investigaciones posteriores, añaden. No obstante, se sabe ya que los gatos desarrollan la capacidad de distinguir ciertos gestos y otras señales humanas relacionadas, por ejemplo, con la comida, así como evaluar distintos estados de atención.
Del mismo modo, los gatos parecen capaces de diferenciar los nombres de otros sustantivos. Pero, de nuevo, los gatos hogareños “probablemente han tenido más oportunidad de observar interacciones entre sus dueños y, en su caso, de éstos con otros gatos que vivan en la misma casa, lo cual facilitaría el proceso de aprendizaje de la relación entre nombres y caras.”
Un gato escapó al experimento
En la muestra participaron 48 gatos, de los cuales 28 eran machos. 29 vivían en albergues o cafés en los cuales los gatos pueden interactuar libremente con otros gatos y con seres humanos que no necesariamente son de la misma familia. La conclusión de los científicos parece clara: “Encontramos que los gatos reconocieron el nombre de al menos uno de sus gatos conocidos, y posiblemente, también el nombre de un miembro de su familia humana.”
El experimento se llevó a cabo en dos fases. Uno de los gatos completó solo la primera, pues se escapó del cuarto-laboratorio.
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