El expresidente estará en el banquillo en múltiples juicios el próximo año mientras intenta ganar un nuevo mandato en la Casa Blanca.
Donald Trump salió de su camioneta el jueves por la tarde en la pista del Aeropuerto Nacional Reagan de Washington después de una breve aparición en la corte federal. Sosteniendo un paraguas negro para protegerse de la llovizna de verano, el expresidente arremetió contra el sistema de justicia de Estados Unidos.
“Si no puedes vencerlo, lo persigues o lo enjuicias. No podemos permitir que esto suceda en Estados Unidos”, dijo Trump, antes de subir las escaleras de su avión para volar de regreso a su club de golf en Nueva Jersey.
El ex presidente de 77 años se está acostumbrando rápidamente a defenderse contra acusaciones criminales. Hasta ahora este año, ha enfrentado 78 cargos individuales, que van desde la falsificación de documentos comerciales hasta el manejo indebido de documentos clasificados.
El jueves, en el caso más grave presentado en su contra, Trump fue acusado de defraudar a Estados Unidos conspirando para derrocar los resultados de las elecciones de 2020, crímenes presuntamente cometidos mientras estaba en el cargo.
Trump se declaró inocente, como lo ha hecho con todos los demás cargos, y el resultado dependerá en última instancia del veredicto que los jurados emitan en cada uno de los casos.
Pero ahora es muy probable que Trump, cuya personalidad política entera se ha construido en torno al caos y la perturbación, esté en el banquillo en múltiples juicios el próximo año mientras simultáneamente intenta ganar un nuevo mandato en la Casa Blanca.
Es, por decirlo suavemente, un conjunto sin precedentes de circunstancias para la democracia estadounidense.
En la práctica, esto significa que el expresidente puede encontrarse viajando desde mítines, encuentros con la comunidad y debates en estados clave hasta comparecencias en tribunales en Nueva York, Washington, Miami y posiblemente Atlanta, lo que lo obligará a gastar dinero y reforzar constantemente el estigma de ser un acusado criminal en serie.
Pero esos momentos también le darán a Trump oportunidad tras oportunidad para expresar sus quejas y presentarse como un mártir político, alimentando la a veces explosiva ira de su base de seguidores republicanos.
Muchos temen una contienda excepcionalmente volatil, así como una que será extremadamente reñida. Según los últimos promedios de encuestas reunidos por Realclearpolitics.com, Trump tiene una gran ventaja sobre el gobernador de Florida, Ron DeSantis, en la batalla por la nominación republicana, y solo sigue a Biden de cerca en un enfrentamiento directo.
“La mayoría de los votantes no quieren revivir la última elección presidencial”, dice Ron Bonjean, estratega republicano y cofundador de Rokk solutions, una consultora en Washington. “Pero esto será como la última campaña presidencial pero con esteroides y nitroglicerina”.
Un proceso legal implacable
Trump y su equipo legal han estado presionando para retrasar los juicios tanto como sea posible, para evitar cualquier interferencia con la carrera por la Casa Blanca. Pero es poco probable que tengan éxito y se espera que el proceso legal se desarrolle a lo largo de 2024, posiblemente incluso antes de que termine la contienda por la nominación republicana.
El caso presentado por el fiscal del distrito de Manhattan, Alvin Bragg, se espera que llegue a un tribunal en marzo, mientras que el juicio relacionado con el manejo indebido de documentos clasificados de Trump se espera que comience en Florida en mayo del próximo año. Aún no está claro cuándo podría enfrentar juicio en el caso federal sobre los cargos electorales presentados esta semana, o en un probable enjuiciamiento por cargos similares esperado en Georgia. En algunos casos, Trump podría evitar las sesiones del tribunal, pero no podrá evitar todas.
“Ciertamente no hay precedentes a nivel presidencial para este tipo de riesgo legal”, dice Will Thomas, profesor de derecho comercial en la Universidad de Michigan. “Ya es suficientemente difícil dirigir una campaña, y mucho menos dirigir una campaña y ser un acusado penal”.
Trump ya ha estado gastando dinero en gran parte para pagar sus honorarios legales, compensando su recaudación de fondos prodigiosa antes de los meses más cruciales de la campaña. A pesar de recaudar más de $50 millones en la primera mitad del año, el comité de campaña de Trump y su comité de acción política Save America gastaron $57 millones en el mismo período.
“Eso es un impuesto legal para la campaña… y con más procedimientos, los costos solo aumentarán”, dice Thomas. “A Trump le costará cada vez más convencer a los donantes de abrir sus cofres si su dinero va a ser gastado en tres o cuatro juicios criminales”.
Pero más allá del dinero, hay otros grandes desafíos que se avecinan para Trump mientras hace campaña tratando de evitar condenas criminales. Uno de ellos es que su estrategia legal podría divergir de su estrategia política.
“Los mejores argumentos legales pueden ser muy diferentes de los mejores argumentos políticos de un candidato”, dice Mike Lux, estratega demócrata. “Si sus abogados dicen que estaba demasiado confundido acerca de las cosas para saber que había perdido [las elecciones de 2020], eso no es necesariamente bueno para él [políticamente]”.
También podría haber un constante goteo de testimonios condenatorios de los juicios, incluso de algunos de los asesores y colaboradores más cercanos a Trump, que podrían resonar en toda la campaña. El resultado probablemente no será políticamente positivo para Trump.
“No será muy bueno para los votantes indecisos y los votantes fuera de su base si tienes más de un juicio con diferentes conjuntos de testimonios explosivos y reacciones del equipo de Trump que son explosivas, y luego obtienes un veredicto de culpabilidad”, dice Lux.
Pero para muchos republicanos, Trump tiene una capacidad extraordinaria para convertir lo que sería una situación insostenible para la mayoría de los políticos en su beneficio, especialmente al aprovechar el resentimiento conservador hacia el gobierno federal.
“Cada juicio potencial es una excelente manera para que él domine los medios de comunicación y muestre cómo la élite de Washington está tratando de evitar que se convierta en presidente”, dice John Feehery, estratega republicano en EFB Advocacy. “Hay mucha gente que se siente oprimida por el departamento de justicia y el sistema de justicia en este país. Cuantas más veces suceda esto, más gente cree que proviene de la administración Biden, y están horrorizados por ello”.
“Mucha gente no se siente representada: cuando ven a Trump perseguido, se ven a sí mismos perseguidos”, dice Lanhee Chen, miembro de la Hoover Institution y asesor político del senador republicano Mitt Romney durante su campaña presidencial de 2012. “No hay cobertura que sea mala cobertura… con estas acusaciones y este problema legal [Trump] siente que es personalmente ventajoso porque al menos la gente está hablando de él”, agrega Chen.
La política de las conspiraciones
Pero aunque eso podría ayudar a Trump en la carrera primaria republicana, es posible que no funcione tan bien, o para nada, en las elecciones generales. En las elecciones intermedias de 2022, los candidatos preferidos de Trump en varias contiendas clave para el Congreso perdieron, en medio de una reacción contraria a las teorías de conspiración sobre la victoria de Biden y también al fallo de la Corte Suprema que limitó los derechos al aborto. Según una encuesta de Monmouth publicada el mes pasado, el 59% de los estadounidenses creen que Biden ganó las elecciones “justamente”, mientras que el 30% dijo que se debió a fraude electoral.
“El pueblo estadounidense no tiene ninguna simpatía por lo que sucedió el 6 de enero y está animado por la lucha contra las amenazas a la democracia”, dice Eric Schultz, estratega demócrata. “La gente no quiere convalidar las conspiraciones en torno a las elecciones de 2020”.
Schultz dice que el peso de las acusaciones y los procedimientos perjudicarán a Trump al final y harán que Biden, quien se ha abstenido de comentar sobre los cargos esta semana, luzca más responsable. “Esta pantalla dividida no podría ser mejor para los demócratas”, dice. “Por un lado tienes al favorito republicano atravesando la puerta giratoria de los tribunales, y por otro tienes al presidente en funciones siguiendo con su trabajo”.
Algunos republicanos están de acuerdo, diciendo que incluso Trump no puede permitirse centrar toda una campaña en su victimización. “Necesita hablar sobre el futuro del país y cómo ayudará a los estadounidenses a resolver sus problemas mientras al mismo tiempo maneja su propio riesgo legal… e históricamente le ha costado mantenerse centrado en su mensaje”, dice Bonjean. “El peligro para él es que esta podría ser una campaña de quejas en lugar de una que muestre una visión mejor que la de Biden”.
Pero otros no están tan seguros. Feehery dice que el equipo de campaña de Trump, que incluye a los principales asesores Susie Wiles y Chris LaCivita, es más estable y efectivo que en ciclos anteriores. “Han sido magistrales al poner a DeSantis en un aprieto, eclipsando [al principal rival de Trump]. No son como los tontos que dirigieron sus otras campañas”, dice.
Michael Beschloss, historiador presidencial, dice que hay demasiados factores desconocidos en las elecciones generales para predecir cuál será el impacto político, pero sugiere que una victoria de Biden no se puede dar por sentada, especialmente dada la proliferación de nuevas tecnologías en la política.
“La inteligencia artificial avanzará más: habrá fotos y noticias falsas inundando Internet y otros sitios, y oportunidades para que gobiernos extranjeros hostiles que favorezcan a Trump se involucren financieramente y tecnológicamente”, agrega.
Biden sigue siendo un presidente en funciones relativamente débil debido a sus bajas calificaciones de aprobación, lo que podría hacerlo más fácil de desplazar de la Oficina Oval. Y Beschloss se preocupa de que si Trump gana un segundo mandato, podría ir mucho más lejos en su intento de socavar las normas democráticas y los controles y equilibrios, haciendo que el ataque al Capitolio del 6 de enero parezca “juego de niños”. Una pregunta clave que se presentaría de inmediato es si podría indultarse a sí mismo.
“¿Cuáles serían las consecuencias de que él se convirtiera en presidente y cerrara todos estos juicios e investigaciones? Probablemente pueda hacerlo, pero probablemente se le desafiará. Podría ir a la Corte Suprema, de la cual designó a un tercio”, agrega Beschloss.
Estados Unidos podría nunca llegar a ese punto. Los votantes estadounidenses, incluidos algunos republicanos, podrían terminar estando completamente fatigados por Trump de una manera que podría condenarlo en cualquier etapa de las elecciones de 2024. Pero por ahora parece que los estadounidenses deben prepararse para una campaña definida por las comparecencias de Trump en los tribunales y sus reclamos de victimización y persecución.
“Está bastante claro que esto no es la elección general que los estadounidenses quieren”, dice Chen. “Pero es la elección general que van a tener”.
James Politi
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