Los estantes de las escuelas y librerías en Florida se están quedando vacías, los maestros están atemorizados y confundidos y miles de otras versiones de la historia del país, desde las voces de las personas de color o de identidades divergentes, se van borrando.
Y la responsabilidad la tiene el gobernador Ron DeSantis.
Su más reciente objeto de vigilancia es el ámbito digital, con la propuesta del proyecto de ley “Declaración de Derechos Digitales”, a través del cual está buscando la prohibición de la popular app Tik Tok en redes operadas por escuelas y universidades públicas, entre otras disposiciones.
Sin embargo, maestros, organizaciones y hasta estudiantes ven con preocupación cómo una serie de medidas están llevando al estado a una censura colosal no solo de temas relevantes en la agenda nacional, sino de autores hispanos, afroamericanos y otras minorías étnicas.
¿Qué está pasando con los libros en Florida?
En el último año, Florida ha aprobado una serie de legislaciones en el ámbito educativo, pero que, a su vez, atraviesan e impactan temas de relevancia social como la identidad de género, la comunidad LGBTQ+ y la historia desde la perspectiva de otras minorías, como los afroamericanos, nativoamericanos y personas de color.
La ley “Don’t Say Gay”
La primera de estas es conocida popularmente como “Don’t Say Gay”, fue promulgada por DeSantis en marzo de 2022 y entró en vigencia en julio de ese año.
Oficialmente conocida como “Derechos de los padres en la educación”, prohíbe la instrucción en el aula sobre orientación sexual o identidad de género desde el jardín de infantes hasta el tercer grado.
En los grados mayores, estos temas deben impartirse de una manera “apropiada para la edad” o “apropiada para el desarrollo”, y solo “de acuerdo con los estándares estatales”.
“Don’t Say Gay” ha sido motivo de confusión porque no se sabe si aplica para bibliotecas escolares o en las aulas. Sin embargo, los maestros que violen la ley corren el riesgo de perder su licencia profesional.
La ley “Stop W.O.K.E”
La “Ley para Detener los errores de nuestros niños y empleados” entró en vigencia en julio de 2022.
Esta prohíbe que las escuelas y las empresas enseñen cualquier cosa que pueda hacer que alguien sienta “culpa, angustia o cualquier forma de angustia psicológica” debido a su raza, género, sexo u origen nacional.
Aunque un juez ordenó una orden judicial temporal contra segmentos de la ley que limitan las conversaciones sobre raza en los colegios y universidades públicas, la ley permanece prácticamente intacta, señala Vox.
Fue bajo esta legislación que el gobernador prohibió la impartición de un curso avanzado de estudios afroamericanos recientemente, con la argumentación de que se trataba de una “agenda política” y adoctrinamiento.
La ley HB1467
Esta legislación fue promulgada por DeSantis en marzo de 2022 y tras su entrada en vigor este enero de 2023, varios maestros en el estado han cubierto sus estanterías por temor a que algún libro no cumpla con las designaciones establecidas.
HB1467 exige que las escuelas mantengan bases de datos en línea de cada libro en sus colecciones “en un formato de búsqueda” abierto para que los padres puedan tener acceso a estos, e impugnar los materiales si los consideran inapropiados.
Asimismo, un bibliotecario o especialista en medios debe determinar que estos libros no contengan pornografía o material que se considere dañino para los menores.
Estas tres leyes han llevado a maestros, especialistas en medios y administradores escolares a retirar libros de los estantes, tanto de las bibliotecas como de las aulas.
¿Qué libros de hispanos fueron retirados o están bajo revisión en Florida?
El número de libros que han sido retirados de los estantes en Florida varían en cada distrito escolar. De acuerdo a la organización Pen America, este estado es el segundo a nivel nacional con más títulos retirados, solo después de Texas.
De los libros prohibidos entre julio de 2021 y junio de 2022 a nivel nacional, el 41 % tenía temas LGBTQ, con protagonistas o personajes secundarios destacados de esta comunidad, un 40 % tenía personajes de color como personaje principal o secundarios destacados, el 21 % trataba sobre raza o racismo y el 22 % contenía contenido sexual .
Por ejemplo, en enero de 2022, 176 títulos fueron retirados para “revisión” en el condado de Duval, al norte del estado. Y según reportó Click Orlando, unos 40 títulos estaban siendo retirados o revisados en los distritos de 10 condados de Florida Central.
A continuación, algunos títulos de autores hispanos bajo la prohibición:
- “Roberto Clemente: Orgullo de los Piratas de Pittsburgh”. Una biografía del jugador de béisbol puertorriqueño.
- “Cow on the Town: Practicing the Ow Sound”, de Isabella Garcia.
- “Dreamers”, “Little Night/Nochecita” y “Niño Wrestles The World (Niño Series)” de Yuyi Morales.
- Celia Cruz, Queen of Salsa, de Verónica Chambers y Julie Maren.
- Islandborn, de Junot Díaz y Leo Espinosa.
- Looking for Bongo, de Eric Velásquez.
- Love to Mama: A Tribute To Mothers, de Pat Mora y Paula S. Barragán M.
- All Around Us, de Xelena Gonzalez y Adriana M. Garcia.
- Alma and How She Got Her Name, de Juana Martinez-Neal.
- Drum Dream Girl: How One Girl’s Courage Changed Music, de Margarita Engle y Rafael López.
- Gaby, Lost and Found, de Angela Cervantes.
- Juana & Lucas (Juana and Lucas Series), de Juana Medina.
- The Moon Within, de Aida Salazar.
¿Es la primera vez que esto pasa?
National Geographic explica que el acto de prohibir libros es tan antiguo como la escritura misma, sin embargo, los objetivos han ido cambiando. En Estados Unidos, se remonta a cuando algunos de los territorios de la nación eran colonias británicas.
- La mayoría de las prohibiciones eran promovidas por líderes religiosos. Uno de los más importantes ocurrió en 1650, cuando el colono de la bahía de Massachusetts, William Pynchon, publicó un panfleto que argumentaba que cualquiera que fuera obediente a Dios y siguiera las enseñanzas cristianas en la Tierra podría entrar al cielo.
- Esto iba en contra de las creencias calvinistas puritanas de que solo unos pocos especiales estaban predestinados para el favor de Dios. A Pynchon lo denunciaron como hereje, quemaron su panfleto y lo prohibieron.
- En la década de 1850, en la época de la guerra civil, varios estados habían prohibido expresar sentimientos contra la esclavitud.
Pero la autora abolicionista Harriet Beecher Stowe desafió esto en 1851 con la publicación de La cabaña del tío Tom, una novela que tenía como objetivo exponer los males de la esclavitud.
Como señala la historiadora Claire Parfait, el libro fue quemado públicamente y prohibido por los propietarios de esclavos junto con otros libros de la misma temática.
A medida que avanzaba la Guerra Civil en la década de 1860, en el Sur, que estaba a favor de la esclavitud, continuó prohibiendo los materiales abolicionistas, y en norte, se prohibían los libros “pro-Sur”.
En 1873, la guerra contra los libros se volvió federal con la aprobación de la Ley Comstock, una ley del Congreso que hizo ilegal poseer textos o artículos “obscenos” o “inmorales” o enviarlos por correo.
La ley estaba diseñada para prohibir cualquier contenido sobre sexualidad y control de natalidad. Se mantuvo vigente hasta 1936.
En la década de 1920, Boston era tan conocido por su prohibición de libros que algunos autores imprimían sus textos allí con la esperanza de que, al prohibirlos, ganaran notoriedad.
En el siglo XX, las leyes se hicieron más laxas. Sin embargo, en la época de la segregación racial, a mediados de los 50s y 60s, en el sur del país se prohibían libros sobre matrimonios interraciales.
En los 50s, un grupo de bibliotecarios respondieron a prohibiciones de libros que, según los censores, promovían el comunismo y el socialismo.
En 1969, la Corte Suprema intervino en un caso sobre la libertad de expresión de los estudiantes y en 1982, atendió una demanda de estudiantes de Nueva York, quienes protestaron ante el retiro de libros de autores como Kurt Vonnegut y Langston Hughes que la junta consideró “antiestadounidenses, anticristianos, anticristianos”.
Los bibliotecarios se enfrentaron a tantos desafíos de libros a principios de la década de 1980 que crearon la Semana del Libro Prohibido, un evento anual centrado en la libertad de leer.
Rick Hess, director de política educativa del American Enterprise Institute, de tendencia derechista, indicó en The Washington Post que las tensiones políticas y la retórica acalorada sobre cómo enseñar la historia afroamericana y de las minorías aumentarán antes de las elecciones presidenciales de 2024.