Republicanos y demócratas discrepan sobre el impacto que deberían tener los recientes cierres de bancos sobre el límite al endeudamiento federal.
En 2008, el inminente colapso del sistema bancario consumió al Congreso antes de que los legisladores concedieran un rescate. Tres años más tarde, una crisis del límite de la deuda envolvió a Washington y condujo a una serie de recortes del gasto tras haberse acercado peligrosamente al impago y la primera rebaja de la calificación crediticia de la nación.
Ahora, la inquietud por la estabilidad del sistema bancario y el estancamiento de la negociación sobre el aumento del límite de la deuda envuelven simultáneamente a la capital, aumentando el nivel de la ansiedad financiera, que de por sí ya era elevado, al entrelazarse dos retos económicos que el Congreso no ha experimentado antes.
“Lo que está en juego es excepcionalmente importante cuando se trata de lo que sería un doble golpe de peligro económico”, declaró el senador demócrata Ron Wyden, presidente de la Comisión de Finanzas del Senado. “Los mensajes que se envían a la economía y al público con respecto a la banca y la plena fe y crédito de los Estados Unidos, no hay nada más relevante que eso”.
Republicanos y demócratas reconocen que es un aterrador caso de deja vu multiplicado por dos. Sin embargo, discrepan mucho sobre cómo influirán las recientes quiebras bancarias (y la incertidumbre sobre cómo debería responder el Congreso a ellas, si es que lo hace) en la lucha por el límite de la deuda de este verano.
En su recién concluido retiro en Florida, los republicanos de la Cámara de Representantes afirmaron que la inestabilidad del sistema bancario debería reforzar su posición en el próximo enfrentamiento sobre el límite de la deuda. Argumentaron que el gasto desenfrenado dirigido por los demócratas estimuló la inflación, forzó la subida de las tasas de interés y llevó a una situación precaria a todos los bancos, salvo a los más grandes. Para ellos, la respuesta clara sigue siendo recortar drásticamente el gasto, y afirman que seguirán insistiendo en los recortes antes de tomar una medida para elevar el techo de la deuda.
“Esto debería despertar a todo el mundo”, aseguró el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Kevin McCarthy, a los periodistas el martes cuando se le preguntó sobre la intersección de la estabilidad bancaria y el límite de la deuda. “¿Por qué tenemos una crisis? Porque el gobierno gastó demasiado y creó inflación”.
“Creo que para llegar a un límite de endeudamiento hay que gastar menos de lo que gastábamos antes”, señaló.
Pero el presidente de la Fed, Jerome Powell, rebatió el miércoles la idea de que el gasto siguiera siendo el principal motor de la inflación.
“El gasto fue, por supuesto, tremendamente alto durante la pandemia”, aseveró en una rueda de prensa en la que anunció un aumento de las tasas de interés. “A medida que desaparecían los programas de pandemia, el gasto se reducía”.
“El estímulo fiscal no es en realidad lo que está impulsando la inflación en estos momentos”, explicó. “Lo fue al principio quizás, pero ese no es el caso ahora”.
Los demócratas afirman que los republicanos de la Cámara de Representantes están haciendo exactamente lo contrario de lo que se requiere en un momento crítico, incluso mientras la Reserva Federal ofrece garantías sobre la solidez del sistema bancario. Dicen que las consecuencias de cualquier inestabilidad bancaria deberían persuadir a los republicanos de que lo último que necesita la economía es el espectro de un impago por no elevar el límite de la deuda, que se prevé que se alcance en julio si no actúa el Congreso.
El senador demócrata Chuck Schumer, líder de la mayoría, calificó el miércoles la postura republicana de “imprudente y verdaderamente incapaz”.
“En lugar de llamar a la calma, los republicanos de la Cámara de Representantes siembran el caos amenazando con un impago en un momento en que los bancos necesitan estabilidad”, afirmó. “La respuesta correcta es que los republicanos en la Cámara dejen de andarse con bravuconadas, que abandonen la toma de rehenes y la política arriesgada y trabajen juntos, trabajen de forma bipartidista, para ampliar el techo de la deuda sin condiciones”.
Las crisis económicas de 2008 y 2011 sacudieron el Capitolio. En otoño de 2008, en respuesta a las advertencias de los funcionarios del Tesoro y de la Reserva Federal de que los bancos del país estaban a punto de quebrar, el Congreso se sumergió en un debate titánico, que sacudió los mercados, sobre el Programa de Alivio de Activos Problemáticos por valor de $700.000 millones, aprobándose finalmente una intervención pública histórica en la economía.
Tres años después, una nueva mayoría republicana en la Cámara de Representantes y el gobierno de Obama llevaron su enfrentamiento sobre el gasto al borde de la ruina financiera, con el país llegando al borde del impago federal antes de que un acuerdo de última hora sobre recortes del gasto despejara el camino para un aumento del techo de la deuda, evitando así el desastre.
Los legisladores aseguran que aprendieron muchas lecciones de esas difíciles experiencias. Pero los dos partidos no aprendieron lo mismo.
Para los demócratas, la experiencia de 2011 afianzó su oposición a negociar sobre el aumento del límite de la deuda, confirmando su creencia de que es necesario elevarlo sin condiciones, ya que simplemente se está cumpliendo con el gasto ya aprobado por el Congreso, con el apoyo de miembros de ambos partidos políticos. Los republicanos, por el contrario, afirman que esa misma experiencia los ha convencido de que la única forma de imponer recortes reales del gasto es utilizar la amenaza de un impago de la deuda federal como palanca.
La diferencia de enfoques tiene ahora a los partidos de nuevo atrincherados en torno al aumento del límite de la deuda. Apenas se ha avanzado en la búsqueda de una resolución que evite socavar la economía, incluso mientras el sistema bancario muestra signos de tensión.
Algunos republicanos afirman que consideran la notoria quiebra del Silicon Valley Bank un incidente aislado, en contraste con el temor generalizado a un colapso bancario total en 2008, antes de que interviniera el Congreso.
“Esto no es 2008 y 2009, cuando la industria bancaria entró en una demencia en cuanto a su cartera de activos”, indicó el senador Mike Braun, republicano de Indiana. “Creo que esa parte de la economía aprendió la lección”.
Él y otros republicanos dijeron que necesitan seguir presionando para que se reduzca el gasto como parte de cualquier acuerdo para elevar el límite de la deuda y pidieron a los demócratas y al presidente Joe Biden que abandonen su negativa a negociar.
“Esto no es una calle de un solo sentido”, dijo el senador John Cornyn, republicano de Texas. “Esperemos que Biden y la administración sean realistas a la hora de negociar algo, en lugar de decir: ‘No voy a negociar nada'”.
En una comparecencia el martes ante la Asociación Estadounidense de Banqueros, la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, señaló que el presidente estaba dispuesto a hablar de gasto federal con los republicanos, pero no con la presión del límite de la deuda amenazándolo.
Carl Hulse – The New York Times
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