La salud mental es una de esos asuntos que muchos de nosotros preferimos callar o meter debajo de la alfombra.
Pero la realidad no se puede maquillar: casi uno de cada cinco adultos en Estados Unidos vive con una enfermedad mental. Estamos hablando de 52.9 millones de abuelos, padres, hijos, vecinos y amigos, en cifras correspondientes al 2020, es decir en el primer año de la pandemia de COVID.
Y ahora sabemos que la pandemia no solo profundizó muchos de esos padecimientos, sino que exacerbó las disparidades en el diagnóstico y tratamiento para las minorías de color, en particular la latina y la afroamericana.
Los jóvenes negros e hispanos tenían aproximadamente un 14% menos de probabilidades que los jóvenes blancos no hispanos de recibir tratamiento para su depresión antes de la pandemia. La situación seguramente ha empeorado. Y en este momento, alrededor del 50% al 75% de los jóvenes en el sistema de justicia juvenil cumplen los criterios para un trastorno de salud mental.
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Es decir, un vasto segmento de nuestras nuevas generaciones sufre confinamiento carcelario, en lugar de tratamiento médico para lo que constituye una evidente crisis de salud pública.
¿Qué hacer? Más allá de los problemas estructurales de acceso a diagnóstico y tratamiento, que requieren estrategias institucionales de largo alcance, los expertos nos dicen que hay cosas que podemos hacer en el ámbito de nuestra responsabilidad personal para hacer la diferencia.
“La comunicación abierta y transparente es muy importante. Y eso empieza a temprana edad. Es importante que los padres se den cuenta de la importancia de hablar con sus hijos”, nos dice el doctor Sergio Aguilar-Gaxiola.
El especialista en salud mental nos explica que entre nosotros los latinos existe una especie de “silencio cultural” sobre los problemas de salud mental, un estigma que nos impide hablar cuando nos sentimos deprimidos o cuando tenemos incluso pensamientos suicidas.
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Todo lo cual hace más crucial iniciar esa primera conversación con nuestros seres queridos. Como sugiere el doctor, necesitamos ser ingeniosos para iniciar esa primera charla que ayude a romper el ciclo de silencio y ponga a nuestros seres queridos con retos mentales en el camino de la atención que merecen.
Como periodista participé en la nueva campaña “Hablemos de Salud Mental” que lanzó este año La Red Hispana y la Fundación Robert Wood Johnson. La idea es poner al alcance de todos los recursos y consejos en español que podrían cambiar muchas vidas.
Es hora de romper el silencio. La ruta a la salud mental empieza con un paso pequeño pero vital: iniciar la conversación con nuestros seres queridos sobre sus sentimientos y desafíos. Y decirles que no están solos.