No hay alternativas viables al billete verde, pero Estados Unidos debe evitar perjudicarse a si mismo.
Opinión de la Junta Editorial del Financial Times
“Todas las noches me pregunto por qué todos los países tienen que basar su comercio en el dólar”, se preguntó la semana pasada el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, durante una visita de Estado a China. Es una pregunta que ronda la mente de muchos líderes nacionales, sobre todo a medida que el comercio mundial se fragmenta entre las esferas estadounidense y china, y que los países evalúan su exposición a las sanciones occidentales y a la economía estadounidense. Si bien la paranoia sobre el poder de adherencia del billete verde crece entre algunos en Washington, no debería quitarles el sueño. Es muy exagerado pensar en una desaparición del dólar.
Desde que el acuerdo de Bretton Woods de 1944 instauró el dólar como moneda global de facto, su dominio se ha sustentado en la condición de Estados Unidos como mayor economía y potencia geopolítica del mundo. Algo menos del 60 por ciento de las reservas oficiales de divisas se mantienen en esta moneda. Es la moneda elegida para el comercio internacional, ya que representa más de cuatro quintas partes del financiamiento del comercio y la mitad de las facturas comerciales. También domina los mercados de divisas y de deuda. Esto impulsa la demanda de dólares, lo cual permite a Estados Unidos obtener préstamos a un costo menor. No es fácil usurpar los efectos de una red como esa.
Es cierto que existen amenazas para el dólar. Con la expansión del comercio y los préstamos chinos que se produjo en los últimos años, ha aumentado el uso del yuan. Su participación en el mercado de financiamiento del comercio se ha más que duplicado en un año, hasta el 4,5 por ciento actual, apenas por debajo de la cuota del euro. Gran parte de este crecimiento está relacionado con el aumento del comercio con Rusia, como resultado de las sanciones impuestas el año pasado que aislaron a Vladimir Putin del sistema financiero occidental. Pero, dado que la participación de China en el comercio mundial de mercancías ronda ya el 15 por ciento, probablemente siga creciendo algo el alcance del yuan. Antes de la visita de Lula, China y Brasil acordaron liquidar sus operaciones en la moneda de cada uno, lo cual refleja una creciente relación comercial. Francia también ha realizado recientemente su primera venta de gas natural licuado en yuanes.
La secretaria del Tesoro de EEUU Janet Yellen advirtió el domingo que las sanciones económicas de Occidente a Rusia también podrían socavar la hegemonía del dólar. Es posible que más países se vean obligados a considerar alternativas al financiamiento en dólares para mitigar su amenaza. Putin ya se ha comprometido a utilizar más el yuan. Para otros, la diversificación también tiene sentido desde el punto de vista económico. Muchos mercados emergentes sienten una frustración cada vez mayor por la manera cómo el dólar domina sus economías, desde las recientes turbulencias bancarias hasta las históricas subidas de tasas de interés por parte de la Reserva Federal estadounidense, las cuales han elevado el costo de endeudamiento. Los miembros de la ASEAN están estudiando maneras de promover el uso de monedas locales en su comercio bilateral.
Pero estas amenazas a la supremacía del dólar carecen de potencia. Aunque el comercio respaldado por el yuan puede crecer, la divisa sólo representa el 3 por ciento de las reservas de los bancos centrales. La preponderancia del billete verde está respaldada por su enorme liquidez, la apertura de Estados Unidos al comercio y la inversión, y la confianza en las instituciones que lo respaldan. En cambio, el sistema financiero chino está menos desarrollado, su moneda no es totalmente convertible debido a los controles de capital y carece de un verdadero Estado de Derecho fiable. La actividad económica mundial sigue dominada por Estados Unidos y sus aliados, lo cual hace difícil evitar el dólar. La mayor amenaza quizás provenga de las monedas digitales de bancos centrales, que pueden ofrecer formas más eficientes de liquidar las transacciones. Estados Unidos está despertando por fin ante este peligro, pero debería acelerar sus esfuerzos para digitalizar el dólar.
Dado que no existe ninguna alternativa viable para sustituirlo, los rumores sobre el declive del dólar son exagerados. Esto significa que el mayor riesgo para la moneda podría venir en última instancia de errores no forzados. Es vital reforzar la confianza en el sistema financiero estadounidense tras las recientes turbulencias bancarias y, sobre todo, evitar una crisis del techo de la deuda. Es importante evitar la autocomplacencia; después de todo, la libra esterlina británica fue alguna vez la moneda dominante.
La Junta Editorial
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