El fútbol es un deporte que trasciende las fronteras, las culturas y las razas. Sin embargo, también es un escenario donde se reflejan las tensiones, los prejuicios y los odios que persisten en la sociedad. Este fin de semana, la MLS fue testigo de un lamentable episodio de racismo que empañó el espectáculo deportivo.
En el partido entre los New York Red Bulls y los San Jose Earthquakes, uno de los jugadores del equipo local fue acusado de proferir un insulto racista contra un rival. El hecho desató una fuerte reacción de los jugadores de ambos equipos, que se enfrascaron en una pelea que duró 20 minutos y obligó a detener el juego. Fue otro momento vergonzoso, otro incidente repudiable. Algo que no debería ocurrir nunca más. Ni siquiera debería haber ocurrido alguna vez, pero a pesar de los esfuerzos por erradicar esta lacra, sigue presente en el fútbol.
Jeremy Ebobisse, el delantero de los San Jose Earthquakes que recibió el insulto, expresó su dolor y su indignación después del partido. “Esto es lo que significa ser negro en estas situaciones”, dijo.
“No puedes equivocarte, no puedes excederte en nada que no sea un hecho. Tienes que actuar con cautela absoluta, incluso cuando te sientes herido e impotente”.
La liga inició una investigación para esclarecer lo ocurrido y sancionar al responsable. Mientras tanto, el jugador acusado se disculpó públicamente y dijo que no tuvo intención de ofender ni de causar daño con su lenguaje.
El fútbol siguió su curso este fin de semana, con partidos buenos y malos. Pero este incidente debe servir como un recordatorio de que aún queda mucho por hacer para garantizar el respeto y la protección de las personas, más allá del color de su piel.
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