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Toca perdonar a Beltrán, único que pagó el escándalo de Houston

El astro puertorriqueño Carlos Beltrán caminó nuevamente esta semana por el complejo de entrenamiento de los Mets de Nueva York. No llegó a Port St. Lucie para dirigir las prácticas del equipo, como soñaba hace tres años. Pero al menos ha dado un importante paso para reivindicar su imagen en la MLB.

Beltrán fue despedido por la anterior gerencia de los metropolitanos en enero de 2020. Meses antes, había sido contratado para ser el primer manager hispano en la organización. A sus 42, se abría una nueva carrera ante sus pies.

El escándalo de los Astros de Houston le cobró una gruesa factura. Fue el único pelotero mencionado en aquel informe del Comisionado de las Grandes Ligas que reveló la trama de los texanos para robar de manera ilegal las señas de sus rivales. Y terminó siendo el único de los conspiradores que pagó un alto precio por ello.

El manager A.J. Hinch, que supo lo que pasaba, consiguió pronto trabajo como piloto de los Tigres de Detroit. El boricua Alex Cora, presunto cerebro detrás del procedimiento, estuvo un año apartado de la dirigencia de los Medias Rojas de Boston, a donde regresó en 2021. Ninguno de los muchos peloteros que se aprovecharon de la trampa ha portado un estigma: ni George Springer ni el venezolano Marwin González o el puertorriqueño Carlos Correa, ninguno

Solo tres miembros de los Astros cargaron con la culpa, una vez que se fue asentando el polvo.

El entonces gerente general Jeff Luhnow salió del beisbol y hoy es accionista del Cancún FC en México y el Leganés en España.

El venezolano José Altuve recibe los abucheos de muchos fanáticos allí donde juegue, a pesar de que todas las revelaciones señalan que fue uno de los pocos peloteros de Houston que se negó a usar el mecanismo.

Y Beltrán tuvo que perder el trabajo que tanto le ilusionaba, y mantenerse lejos de los terrenos de juego, hasta hoy.

LO PASADO, PASADO

Beltrán tiene claro que, en cierto modo, es un ícono de aquel escándalo. De allí su saludo, al encontarse por primera vez con la prensa en Port St. Lucie: “Hoy no toca hablar sobre los Astros. Hoy toca hablar sobre los Mets”, dijo, de acuerdo con la agencia The Associated Press.

Y no se trata de barrer todo debajo de la alfombra. Distintas investigaciones de la MLB y medios de comunicación revelaron que Houston no fue el único infractor.

Desde los Medias Rojas hasta los Yanquis, las violaciones al reglamento fueron casi generalizadas, según ha trascendido. Tuvo que decir basta el comisionado Rob Manfred dos años después, para que se engavetara la zaga de descubrimientos, so pena de crear una sucesión de nuevos escándalos. Al final, parece que casi todos usaron la tecnología y pequeños trucos para tratar de sacar provecho de los contrarios.

Beltrán fue el más entusiasta de la malhadada idea, cuando surgió la posibilidad de trampear a los contrarios en el Minute Maid Park. Por eso apareció en el informe y por eso, a poco de haberse retirado, perdió su empleo como estratega en Nueva York.

“Tengo claro que me tocó pasar por un momento muy difícil en mi carrera”, admitió a su regreso. “También soy consciente de que tuve fanáticos que dejaron de seguirme. Pero, al final de todo, tengo que vivir la vida. Tengo que seguir adelante”.

NUEVA OPORTUNIDAD

Billy Eppler, el actual gerente general de los Mets, anunció hace una semana la nueva contratación de Beltrán. Es ahora su asistente especial para Operaciones de Beisbol. Y su labor será servir de puente entre los peloteros y el alto mando.

En una entrevista con la estación SNY, el boricua aseguró que nunca recibió ese tipo de apoyo mientras crecía como prospecto en las Ligas Menores, con los Reales de Kansas City.

“Carlos tuvo una carrera excepcional como jugador, incluidos varios años especiales aquí, en Queens”, explicó Eppler al anunciar la noticia. “Conozco a Carlos desde hace muchos años y estoy emocionado de agregar su punto de vista a nuestro equipo de operaciones de béisbol”.

Beltrán apareció por primera oportunidad en la papeleta de votación del Salón de la Fama de Cooperstown, hace semanas. Recibió poco menos de la mitad de los votos, a pesar de su trayectoria. Porque su hoja de servicios tiene una última línea emborronada.

Él sabe que muchos votantes pueden estar cobrándole ese último capítulo de su carrera como pelotero activo. Pero se le oye en paz.

“Crecemos gracias a los momentos difíciles”, admitió a ESPN.com. “Muchas veces en la vida, cuando atravesamos por una gran tormenta, pensamos que nunca terminará. Pero la tormenta pasa. El tiempo lo cura todo”.

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