Cada año, el primer lunes de septiembre se celebra en Estados Unidos el Día del Trabajo o Labor Day. Esta fiesta nacional tiene un propósito profundo que, con el tiempo, parece haber quedado eclipsado. Hoy en día, muchos interpretan erróneamente esta fecha como simplemente un día de compras y barbacoas, que marca la conclusión no oficial del verano y el comienzo del nuevo curso académico.
Historia del Labor Day
El primer Labor Day se celebró en Nueva York en 1882, por iniciativa del Sindicato Central de Trabajadores de la ciudad. Durante ese periodo, a pesar de estar fragmentados y ser relativamente impotentes, los sindicatos representaban solo a una pequeña fracción de la mano de obra. Organizaciones, como la Central Labor Union y, más tarde, la AFL-CIO, buscaban unir a estos sindicatos menores en una sola fuerza potente. El Labor Day inaugural sirvió para unir a diversos grupos sindicales con el objetivo de reconocer y promover sus intereses compartidos.
El primer lunes de septiembre no fue inicialmente aceptado como día libre por gobiernos y empresas. Para superar este obstáculo, los organizadores coordinaron una huelga de un día en toda la ciudad, donde se esperaba que los trabajadores en huelga participaran en un desfile seguido de un gran picnic. Un reportero de The New York Tribune, que cubrió el evento, describió la jornada como una larga “barbacoa política”, intercalada con “discursos poco emocionantes”.
Importancia del Labor Day
El Labor Day se estableció en respuesta a las quejas de los trabajadores sobre largas jornadas laborales. Por ejemplo, en la década de 1830, los empleados de fábricas trabajaban un promedio de 70 horas semanales. Aunque para 1890 esta cifra se había reducido, el trabajador típico de fábrica aún dedicaba 60 horas semanales a su labor. Esta realidad llevó a muchos líderes sindicales a luchar por una jornada de ocho horas, días libres adicionales, como el Labor Day, y una semana laboral de seis días.
Hoy, las estadísticas muestran que el empleado medio de la industria manufacturera trabaja poco más de 40 horas a la semana, y la mayoría trabaja solo cinco días a la semana. Sorprendentemente, muchos líderes políticos y empresariales apoyaron la reducción de horas de trabajo, entendiendo que sin tiempo libre, los trabajadores no podían gastar su dinero en actividades recreativas. A medida que la economía estadounidense se diversificaba a finales del siglo XIX y principios del XX, fomentar el consumo se volvió crucial, y reducir la semana laboral fue una estrategia para lograrlo.
Contrario a la creencia popular, que el Labor Day sea nacional no garantiza un día libre para todos. De hecho, el primer Labor Day fue el resultado de una huelga. Sin embargo, a los políticos les pareció beneficioso apoyar la idea de un día festivo para los trabajadores, ya que aumentaba su popularidad entre los votantes sin implicaciones financieras. En una década, la mitad de los estados del país reconocían el Labor Day como festivo, y en 1894 alcanzó el estatus de fiesta nacional.
La celebración contemporánea del Labor Day ha derivado del propósito original de abordar los desafíos de largas jornadas laborales y la falta de tiempo libre. En la actualidad, este problema gana relevancia, especialmente entre los trabajadores de cuello blanco, que están constantemente atados a sus trabajos. Para conmemorar verdaderamente el espíritu del Día del Trabajo, quizás deberíamos desconectar todos del trabajo, disfrutar de una barbacoa, y celebrar el privilegio de tener al menos un día libre al año, al igual que lo hicieron los primeros celebrantes hace más de un siglo.
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