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La UE y EEUU deben encontrar un punto común en materia de subsidios

Bruselas y Washington deben evitar las medidas que empobrecen al vecino.

Opinión de la Junta Editorial del Financial Times.

La fractura del sistema internacional de comercio fue objeto de un serio debate la semana pasada en Davos. El debate se centró en la respuesta de la UE a la polémica Ley de Reducción de la Inflación de EEUU (IRA por sus siglas en inglés), un paquete de $369.000 millones destinado a estimular sus industrias de energía verde y vehículos eléctricos. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, intervino con planes para suavizar temporalmente la legislación sobre ayudas estatales e inyectar dinero en empresas estratégicas respetuosas del clima. Su anuncio marcó una nueva era de rivalidad ecológica y tecnológica entre los principales socios comerciales. Qué tan sana será esa disputa, no solo para ellos sino para la economía mundial, dependerá de si pueden cooperar a la hora de establecer las reglas del juego.

Desde su aprobación en agosto, la ley IRA ha suscitado preocupación en Europa. Contiene elementos que son una ofensa al libre comercio, aunque sean producto de un regateo para que se apruebe el proyecto de ley y no de un objetivo deliberado. Pero también es abiertamente ambicioso a la hora de canalizar fondos rápidamente hacia la lucha contra el cambio climático, algo a lo que la UE ha instado a EEUU desde hace mucho tiempo. Ambos elementos, y la amenaza competitiva para la industria europea, añadieron presión a la UE para que empezara a elaborar su propia respuesta. La ley IRA fue, sin duda, un llamado de atención para que Europa intensificara sus actuales esfuerzos contra el cambio climático, pero si el daño colateral es la ruptura de la relación entre EEUU y la UE, y una carrera a la baja en las normas de competencia, tendrá graves consecuencias.

Los principales puntos de discordia en torno a la ley IRA son las subvenciones y los créditos fiscales para productos fabricados en Estados Unidos, desde paneles solares hasta vehículos eléctricos. Los requisitos de contenido nacional parecen ir en contra de las normas de la Organización Mundial del Comercio sobre comercio libre de discriminación. Desvirtúan la competencia, fomentan la autosuficiencia y pueden provocar una carrera de represalias en forma de subvenciones. Cuando prevalece dicha discriminación, se atrae la producción hacia donde es menos eficiente al tiempo que se modera la mano innovadora de las fuerzas competitivas provenientes de las importaciones, lo que socavaría los objetivos estratégicos nacionales.

En un entorno geopolítico fragmentado, EEUU y la UE deben trabajar juntos y no entrar en una batalla inútil que los aleja mutuamente de los negocios y la inversión. Asimismo, la UE debe garantizar la igualdad de condiciones en su propio mercado interno. Un fracaso en materia de comercio podría sofocar la colaboración entre la UE y EEUU en asuntos de importancia mundial, como el cambio climático, las dificultades de la deuda y la postura hacia China. Sin embargo, las subvenciones van a desempeñar un papel importante en los esfuerzos de ambos por reducir las emisiones, aprovechar las nuevas tecnologías y apoyar la seguridad nacional, por lo que la cooperación es vital.

Es fundamental evitar las subvenciones distorsionadoras y establecer normas claras sobre hasta dónde la ayuda es aceptable. La reforma de la OMC sería un punto de partida, pero dado su amplio número de miembros y el bloqueo estadounidense de los nombramientos para el órgano de apelación, no será sencillo. De este modo, se hace mayor hincapié en el diálogo bilateral regular entre EEUU y la UE para evitar el riesgo de perjudicarse mutuamente o de desencadenar prácticas competitivas indeseables. Al menos se están llevando a cabo negociaciones para eximir a la UE de los requisitos de contenido nacional fijado por la ley IRA a las baterías de vehículos eléctricos, entre otras cuestiones, lo que ofrece esperanzas de colaboración.

Transitar por la línea que separa el apoyo a los objetivos nacionales de la adopción de medidas que empobrezcan al vecino será todo un reto. El éxito dependerá de la fuerza del diálogo sobre las normas básicas. Como señaló en Davos el Comisario europeo de Comercio, Valdis Dombrovskis, la UE y EEUU deben “construir cadenas de valor transatlánticas, no romperlas”.

La Junta Editorial

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