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“La Iglesia quiere pastores que se identifiquen con la gente”

Los sacerdotes Evelio Menjívar, nacido en El Salvador, y Juan Espósito García, oriundo de Argentina, fueron ordenados el martes 21 de febrero obispos auxiliares de la Arquidiócesis de Washington DC. El nombramiento es un acontecimiento simbólico e importante para la feligresía católica latina. 

El salvadoreño es el primer foráneo en ser ordenado en un cargo de alto rango dentro de la institución en el Distrito. Ambos fueron designados en sus cargos por el papa Francisco a finales del año pasado. 

“Esto indica un reconocimiento al crecimiento y a la importancia de la iglesia hispana en el área y en los Estados Unidos. Los católicos hispanos, ya casi somos mayoría. Los jóvenes y niños hispanos ya son mayoría en la Iglesia de Estados Unidos. La Iglesia quiere pastores que se identifiquen con la gente”, dijo Menjívar en una entrevista con este periódico.

OBISPO AUXILIAR. Menjívar fue ordenado en la Catedral de San Mateo, en Washington DC. Foto: Carmen Rodríguez / El Tiempo Latino.

De hecho, los datos revelados en un estudio de 2019 por la Arquidiócesis de Washington DC indican que de los 567 mil católicos registrados, 209 mil son hispanos. 

Pero este reconocimiento a la comunidad latina dentro de la Iglesia Católica va más allá.

El nuevo obispo auxiliar es un inmigrante que antes de entrar al seminario viajó como muchos buscando el “sueño americano”, trabajó en la construcción y ayudó económicamente a sus padres que se quedaron en su tierra natal.

La ordenación se dio en un acto solemne en la Capilla de San Mateo Apóstol, en el corazón de DC, al que asistieron sacerdotes de todo el país, dos obispos salvadoreños y el cardenal de El Salvador, Gregorio Rosa Chávez.

CURIA LATINA. A la ordenación asistieron miembros de la cura de Estados Unidos y de otros países de América Latina. Foto: Carmen Rodríguez / El Tiempo Latino.

Menjívar llegó a los 18 años a Estados Unidos, a finales de los 80, cuando cientos de salvadoreños migraban a causa de la guerra civil que azotaba su natal El Salvador. Como muchos inmigrantes, tuvo que pasar dificultades en la búsqueda del “sueño americano”.

Trabajó como pintor en la construcción y enviaba dinero para ayudar a sus padres que vivían en Chalatenango, un departamento ubicado al norte de la capital salvadoreña. El llamado a la vocación sacerdotal estuvo presente desde muy temprano en su vida, antes de emigrar, pero no fue hasta que cumplió 25 años que lo atendió. 

Menjívar preguntaba a muchos sacerdotes sobre ese llamado que sentía, pero no encontraba la respuesta que él buscaba. Fue años después, cuando se incorporó a la Iglesia de San Marcos, de Hyattsville, que el sacerdote Julio Álvarez le marcó el camino.  

“El señor me puso al padre Álvarez que me dijo “no solamente ora, haz algo” y luego, ese llamado se fue concretando. Me uní al grupo de los afiliados, que es un discernimiento más formal y recibí el llamado. Ahí tuve que decir sí quiero y se inicia el proceso”, compartió el obispo con este periódico. 

FAMILIA. La familia de Menjívar estuvo presente en la última misa que ofició en la Iglesia Santa María en Landover Hills, Maryland. Foto: Carmen Rodríguez / El Tiempo Latino.

“Deja a tu padre y tu madre”

El camino para consagrarse en el sacerdocio católico no fue fácil para Menjívar. Tuvo primero que mejorar y aprender más inglés, terminar la secundaria y someterse a pruebas y evaluaciones antes de ser admitido. 

Sin embargo, lo más difícil fue dejar a su padre y a su madre, quienes en ese momento dependían económicamente de sus hijos. 

“Lo más difícil fue dejar el trabajo que tenía en la construcción y dejar de apoyar económicamente a mis padres y fue como dicen las escrituras deja a tu padre y a tu madre literalmente y fue dejarle esa carga a mi hermano y a mis hermanas. Tenía que confiar en la providencia de Dios, que nunca les iba a faltar nada, sabiendo que la carrera iba a ser larga”, reflexiona el religioso. 

No obstante, su madre es una de las figuras que inspiraron su vida religiosa. Así como también lo es San Oscar Romero, el arzobispo mártir salvadoreño, asesinado el 24 de marzo de 1980, por un francotirador del Ejército de El Salvador. 

“San Oscar Romero ha indicado el camino para todos nosotros de cómo ser pastores y de cómo dar la vida por la gente. No tendremos la dicha de ser mártires como él, pero el martirio es de todos los días en la manera en la que uno tiene que ser paciente con todos los demás, en el llamado a seguir creciendo”, acotó. 

INMIGRANTE. Evelio Menjívar llegó a Estados Unidos cuando tenía 18 años. Foto: Carmen Rodríguez / El Tiempo Latino.

Nombramiento inesperado

Después de ocho años de estudios en Miami y en Roma, Menjívar fue enviado a la parroquia de Santa María en Landover Hills, Maryland. Ahí logró rodearse de una comunidad de feligreses latinos que lo aprecian mucho. 

Cuando recibió la noticia de parte del nuncio apostólico de Estados Unidos, Christophe Pierre, recién había terminado la misa en honor a la Virgen de Guadalupe, que ofreció en la Catedral de la Inmaculada Concepción, en DC. 

“Estaba feliz siendo sacerdote. Nunca esperé ese nombramiento y le agradezco a Dios porque ha puesto sus ojos en la humildad de este su siervo, como dijo María. Recibí la noticia de una manera muy bonita, porque habíamos caminado con María, con la gente y al inicio de la misa, alguien me dijo que el nuncio quería verme después”, narra. 

Su última homilía como sacerdote de Iglesia Santa María abordó el pasaje bíblico que hace referencia a cómo Jesús caminó con sus discípulos en la calzada de Emaús, después de haber resucitado

“Jesús se une a ellos, camina, los entiende, les explica las escrituras y luego cuando llegan a la casa, lo invitan a pasar sin saber quién era y al compartir el pan, ahí lo reconocen. Ese lema es mucho para mí, porque mi propio camino de santidad es caminar con Jesús y también caminar con la gente”, apunta el obispo. 

El significado personal

Para Menjívar su nombramiento no solo es un logro en su carrera sacerdotal; sino también, un ejemplo para los jóvenes latinos y para los inmigrantes. 

“He visto la mano de dios en cada momento y en la medida en la que vas como inmigrante superando, porque como inmigrante no es fácil, se puede ver esa mano de Dios. Sabemos que muchos católicos han dejado de participar en la misa, se han ido a otras iglesias, este nombramiento es una invitación para todos, para darnos cuentas que la Iglesia es madre de todos y abraza a todos, que quiere tener representantes, pastores que se identifiquen con la gente”, dijo.

Para el obispo el mensaje mayor está dirigido a los jóvenes que representan el futuro de la Iglesia Católica y del país. 

“Es necesario e importante que los jóvenes recobren los valores del servicio, del amor al prójimo, de la fe, pero sobre todo que descubran quienes son, que tenemos una dignidad por ser hijos de Dios y no hay que permitir que nada, ni nadie venga y nos pisotee esa dignidad”, afirmó. 

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