El objetivo para 2023 debe ser brindar a Kiev los medios para poner fin al conflicto bajo sus propios términos.
Decenas de miles de personas han muerto. Millones de personas pasaron a ser refugiados. Casi una sexta parte del territorio ucraniano sigue bajo ocupación rusa. 2022 fue el año en que la guerra a gran escala volvió a Europa, cuna de los dos conflictos mundiales del siglo XX. Ucrania, sorprendentemente, ha resistido como Estado soberano, y hasta ahora se ha evitado una guerra más amplia y cataclísmica. El objetivo para 2023 debe ser proporcionar a Kiev toda la ayuda que necesite para poner fin al conflicto, según sus condiciones.
La agresión de Vladimir Putin ha reconfigurado el orden mundial. Ha unido a las democracias ricas en solidaridad con Kiev. Muchas de ellas se replantean su seguridad. Finlandia y Suecia han abandonado la neutralidad para buscar refugio en la OTAN. El histórico Zeitenwende de Alemania revirtió su cautela defensiva y prometió una modernización militar de 100.000 millones de euros.
Japón también está dejando atrás seis décadas de pacifismo e incrementando el gasto militar para contrarrestar la amenaza proveniente de China. El conflicto ucraniano ha centrado la atención en Taiwán como posible punto álgido de un enfrentamiento entre superpotencias, aunque es posible que Xi Jinping se detenga ante el atolladero ruso en Ucrania.
Aunque a un costo trágico, Ucrania ya obtuvo victorias morales y reales. Expulsó a las fuerzas rusas de las puertas de Kiev y las desalojó de la región de Kharkiv y de Kherson. Ni la determinación popular ni el funcionamiento del Estado se quebrantaron por los bombardeos de Moscú. Un conflicto que, en realidad, persiste desde 2014 ha fortalecido la identidad y el sentido de nación de Ucrania.
Es importante que Kiev mantenga la posición ventajosa, que presione a sus soldados para que respeten las leyes de la guerra y que evite que se glorifique la violencia y la matanza, como hacen Moscú y sus propagandistas.
El asalto mal concebido de Putin ha logrado lo contrario de su objetivo. Su ejército supuestamente poderoso se vio humillado por las fuerzas de su vecino, que son más pequeñas, decididas y hábiles desde el punto de vista táctico, ayudadas por los conocimientos y armas que recibieron de Occidente. Su verdadero adversario, la OTAN, no se ve debilitado sino fortalecido.
El hecho de que Ucrania haya tenido éxitos en el campo de batalla no significa que sus aliados puedan disminuir su apoyo. Hay indicios de que Moscú planea una nueva ofensiva. Incluso si eso no se materializa, un estancamiento enconado podría jugar a favor de Putin. Para él, la desestabilización a largo plazo de Ucrania es una victoria.
Tampoco es el momento de contemplar la idea de un alto el fuego o de una negociación. Con Rusia aún en control de gran parte de las cuatro regiones que se “anexó” en octubre, además de Crimea y partes del este de Donbás arrebatadas en 2014, no se dan las condiciones para que Kiev se siente a la mesa.
En cambio, los aliados de Ucrania deberían hacer todo lo posible para garantizar que pueda repeler cualquier nuevo ataque y recuperar más territorio. El objetivo es situar a Kiev en una posición en la cual se sienta capaz de negociar, con las mejores cartas posibles. Eso significa apoyo presupuestario y ayuda financiera rápida para reparar las infraestructuras.
También significa armas defensivas más sofisticadas, como el sistema de defensa antimisiles Patriot aprobado ahora por Washington, y armas ofensivas. Ucrania necesita misiles de mayor alcance, helicópteros y tanques. Estados Unidos y otros países se han mostrado reticentes a suministrar este tipo de armas por temor a que puedan utilizarse para atacar objetivos dentro de Rusia, lo cual podría desencadenar un conflicto entre Rusia y la OTAN, o en un intento de recuperar Crimea, algo que Putin ha insinuado que podría provocar un enfrentamiento nuclear.
Es justo que Washington acuerde en privado con Kiev las reglas para entablar combate en cuanto a las armas que suministra. Pero el objetivo debería ser hacer retroceder a Rusia al menos a las posiciones anteriores al 24 de febrero. Recuperar las regiones meridionales pondría a Kiev a tiro de piedra de Crimea, lo cual le daría una sólida posición negociadora. El pueblo ucraniano fue en 2022 un ejemplo de fortaleza y resistencia para todo el mundo. Merece recibir un apoyo redoblado en 2023.
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