Esta semana, la rutina de Fabiola Carrasco, promotora de la ONG Puentes de Salud, luce más sencilla que en 2021. Durante el año pasado, y parte de este, le tocó enfrentar un reto sin precedentes en su carrera como trabajadora sanitaria: romper las barreras entre las vacunas contra la COVID-19 y cientos de miles de latinos quienes, por distintas razones, no tenían acceso a ellas.
A diferencia de los inicios del proceso de vacunación, cuando Fabiola salía a las comunidades latinas del sur de Filadelfia y era recibida con rechazos, dudas y temores respecto a las vacunas, su presente es más amable. Hoy, es una mensajera de confianza en su comunidad, los peores momentos de la pandemia ya pasaron y se observa en su sonrisa, la misma con la que recibe esta entrevista.
Fabiola, junto a más de 500 trabajadores sanitarios, formó parte de la iniciativa “Promotores de Salud” del programa “Vacunas para Todos”, el cual fue financiado por la Alianza Nacional para la Salud Hispana con el fin de llevar vacunas a las comunidades latinas a donde no estaban llegando.
Para 2021, los hispanos en Estados Unidos continuaban siendo impactados desproporcionadamente por la pandemia de COVID-19. Informaciones de la Kaiser Family Foundation (KFF) –una organización sin fines de lucro enfocada en temas de salud nacional– indicaban que los hispanos representaban una proporción de las infecciones muy superior a su peso poblacional.
Además, según la doctora Bibiana Mancera, directora de participación comunitaria del Border Biomedical Research Center de la Universidad de Texas en El Paso (UTEP), durante la pandemia los latinos “estaban muriendo a una tasa 2,5 veces mayor que la de otros grupos no hispanos”.
Una experiencia distinta a las anteriores
La trayectoria de Fabiola no empezó con la pandemia. Luego de cursar sus estudios de enfermería en México, emigró a los Estados Unidos, donde junto a su esposo emprendió, abriendo una tienda y un restaurante. Su trabajo siempre ha estado cerca de las comunidades hispanas y, desde hace 10 años, lo estuvo aún más, cuando se unió a Puentes de Salud.
“Yo he estado como promotora más de 10 años desde los inicios de Puentes de Salud. Desde siempre hemos tenido diferentes tipos de proyectos en otras situaciones de enfermedades como diabetes y cáncer cervicouterino. Ahora que vino la pandemia, pues teníamos que trabajar un poquito más en cuestiones como promover la vacuna y la salud”, contó Carrasco.
A pesar de tener experiencia atendiendo comunidades en temas de salud, la llegada del COVID-19 representó una vivencia distinta para ella. En primer lugar, fue testigo de la vulnerabilidad en la que se encontraban –y aún se encuentran– muchos latinos que no tienen seguro médico, lo que complicaba que pudiesen recibir atención sanitaria adecuada. En segundo lugar, conoció de primera mano la frustración de aquellos latinos que no saben hablar inglés y, en consecuencia, les costaba expresarse a la hora de ser atendidos.
Otro inconveniente era que había una proporción importante de latinos que desempeñaban labores de primera línea fuera de sus hogares, lo cual no solo los exponía más al contagio, sino también a escoger entre ir al trabajo o faltar para vacunarse. De acuerdo con una encuesta del Pew Research Center, en julio de 2021, “45% de los adultos hispanos han ocupado trabajos que requerían que estuviesen fuera del hogar en el último año y medio”.
A su vez, el mismo estudio señalaba que alrededor de 62% de los latinos tuvo problemas financieros, como complicaciones para pagar facturas o tener que adquirir comida de un banco de alimentos. En ese mismo mes de Julio de 2021, datos de la KFF estimaban que solo 41% de la población latina había recibido las vacunas, una cifra por debajo de otros grupos como los blancos (48%) o asiáticos (65%).
Aunque para julio de 2021 las dosis llevaban al menos seis meses disponibles en el país, la vacunación contra la COVID-19 presentaba grandes desafíos. Uno de ellos era que, la información de fuentes confiables estaba disponible mayoritariamente en inglés y, por las barreras del lenguaje, los hispanos no tenían acceso a esos datos. Además, producto de las campañas de desinformación sobre las vacunas, muchos latinos tenían miedo a vacunarse por temor a supuestos efectos secundarios desfavorables. La labor de Fabiola, junto a otras promotoras, consistió en brindar información, generar confianza, desmontar rumores, facilitar el acceso a las vacunas y lograr que las personas de su comunidad se inmunizaran.
“Sí que fue distinto esta vez, siempre estuvo el tabú del miedo, el temor a una nueva vacuna. Me preguntaban: ‘¿cuáles son los síntomas? ¿Cuáles son los riesgos que pueden pasar?’. Muchas chicas decían: ‘estoy embarazada. No puedo tener esa vacuna porque no sé si mi hijo vaya a nacer mal’ o ‘yo quiero embarazarme en un futuro y no quiero que algo afecte mi sistema’, o cosas como que estoy enfermo y puede ser que la vacuna empeore más mi salud”, comentó la promotora.
La constancia y el trabajo duro fueron las mejores herramientas para que Fabiola pudiera sortear exitosamente esta situación. El reconocimiento del que gozaba como trabajadora comunitaria durante más de una década le permitió difundir con facilidad información sobre las vacunas a vecinos y amigos, para que estos la replicaran a más personas.
Y, como ya había hecho en oportunidades anteriores, la promotora trabajó en clínicas que en esta ocasión eran móviles, es decir, se realizaban en espacios públicos dentro de las propias comunidades, como tiendas, escuelas o iglesias. Esto representó para ella el reto más grande debido a los aspectos logísticos y la cantidad de personas a atender.
“¿No podías ir a una clínica para ponerte la vacuna? Había una clínica móvil cerca de donde tú vives. Había un equipo muy bien programado para hacerlo, que estuvo ahí para la primera y segunda dosis. Para mí fue excepcional, fue algo grandioso porque no lo hizo solo una persona (…) El lugar, el tiempo, el espacio, todo era un reto; pero a final de cuentas el reto se cumplió. Cuando decía que hicimos una clínica móvil y se vacunaron 100 o 200 personas, era emocionante”, relató.
Los resultados de este esfuerzo hablaron por sí solos. El programa “Vacunas para Todos” formó promotores en más de 41 comunidades y logró inmunizar a más de 500 mil latinos. Adicionalmente, la labor informativa de estos trabajadores de salud comunitarios logró un cambio de actitud hacia las vacunas en aquellas personas que rechazaban inmunizarse.
En opinión de la promotora, “ahora mucha gente que habla de vacunas no tiene el mismo miedo que tenía al principio, las personas están más informadas y te dicen ‘no me puedo morir porque tengo las dos vacunas’”.
El alivio del deber cumplido
Según datos de la KFF, para marzo de 2022, 67% de los latinos en Estados Unidos había recibido al menos una dosis de la vacuna contra la COVID-19. Esto no solo representa un incremento significativo en el tiempo, sino también un cierre muy rápido de la brecha con la población blanca, que a esa fecha solo alcanzaba 64% de personas vacunadas.
El trabajo de Fabiola y los más de 500 promotores de salud forma parte de este esfuerzo realizado en el proyecto “Vacunas para Todos” de la Alianza Nacional para la Salud Hispana. “Se siente como que se te quitó un peso de encima”, manifestó Carrasco. Para ella, los logros son más que cifras, son también lecciones de vida y aprendizajes que marcaron su carrera.
“En lo personal aprendí mucho. Aprendí de la gente, de las vacunas, a lidiar con el estrés de cada persona; de darle confianza y animarla”, dijo la promotora, agregando que el perfil de una trabajadora comunitaria de salud se resume en “más que todo, amor y compromiso”.