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La batalla por preservar la nación estadounidense

Millones de votantes se creen la mentira republicana de que las autoridades de Washington son peligrosas y van tras ellos.

No es de extrañar que Grover Norquist, el fundador de Americans for Tax Reform, el principal grupo anti-impuestos de Washington, esté detrás del último drama político estadounidense.  Norquist, cuyo grupo consigue que los congresistas Republicanos se comprometan a no votar nunca a favor del aumento de los impuestos, dijo que su objetivo era reducir el tamaño del gobierno estadounidense hasta el punto de poder ahogarlo en una bañera. La privación de fondos al Servicio Interno de Recaudación (IRS por sus siglas en inglés) es una forma clave de hacer realidad su ambición.

Por desgracia, Joe Biden acaba de desbaratar los planes de Norquist.  La semana pasada, el presidente estadounidense firmó una ley que añadirá $8.000 millones anuales durante la próxima década al presupuesto del IRS, lo que deshará años de trabajo de Norquist.  Aunque la ley sólo restablece el financiamiento de la agencia a los niveles anteriores a 2013, cuando los Republicanos del Tea Party impusieron fuertes recortes, los Republicanos la describen como un asalto armado a la libertad de Estados Unidos.

“¿Cuánto falta para que los Demócratas envíen al “equipo SWAT” del IRS tras el puesto de limonada de tus hijos?”, tuiteó Ronna McDaniel, jefa del Comité Nacional Republicano.  Chuck Grassley, el senador Republicano que supervisa el IRS, sugirió en un programa de Fox News que una fuerza de ataque del IRS asaltará las empresas familiares.  Un comentarista de Fox News dijo que la agencia “cazará y matará a los contribuyentes de clase media que no paguen lo suficiente”.

En cuyo caso, la toma de poder de Washington sería merecedora de otro Boston Tea Party, la rebelión original de Estados Unidos que ayudó a desencadenar la revolución contra los británicos.  Biden sería el rey Jorge III y Ted Cruz, el senador de Texas, que la semana pasada pidió la abolición del IRS, sería George Washington.

Al igual que muchos levantamientos políticos anteriores, esto lleva las huellas de Norquist.  Los Republicanos utilizan una cifra que él ha extraído de un oscuro documento del Tesoro de EE.UU. que dice que el nuevo dinero del IRS podría utilizarse para contratar a 87.000 nuevos agentes.  De alguna manera, esto se convirtió en un ejército de oficiales federales preparados para irrumpir en los hogares de la clase media.

La propaganda a esta escala es más difícil de combatir que la de menor envergadura, y esa es parte de su eficacia. En política, como dice el refrán, si das explicaciones estás perdiendo.  Además, la IRS como autocracia globalista es sólo una de las muchas campañas de desinformación dirigidas a Biden.

Las mismas figuras Republicanas afirman que el allanamiento del FBI en la residencia de Donald Trump en Mar-a-Lago a principios de este mes fue una operación tipo Gestapo para eliminar al principal rival de Biden.  Muchos en el tradicional partido de la ley y el orden piden ahora la abolición del FBI.  Añada a esa lista la Reserva Federal de Estados Unidos y los departamentos de Energía y Educación, y la bañera de Norquist empieza a parecer adecuada para su propósito. El objetivo más amplio es paralizar el gobierno federal estadounidense.

Desactivar la parte no militar del gobierno de Estados Unidos no es una prioridad reciente de los republicanos.  Pero su historial anti-Estado es decididamente variado.  Por un lado, el día a día de la administración estadounidense es cada vez más complicado.  Las restricciones impuestas a los organismos federales, incluido el IRS, se han hecho más onerosas a lo largo de los años.  La relación de los ciudadanos con el gobierno de Estados Unidos puede ser una experiencia dolorosa.  El hábito Demócrata de la microrregulación -que actúa como un estatuto de pleno empleo para los abogados- también ha contribuido a la lentitud de DC.  Eso, a su vez, hace que los votantes sean más receptivos a la retórica anti gobierno.

Por otra parte, el gasto federal estadounidense como parte de la economía no ha disminuido en las dos últimas décadas. Tampoco lo ha hecho el tamaño de la plantilla del gobierno. El resultado neto es un Estado progresivamente menos eficaz que sigue tan hinchado, o encogido (según su política), como antes. Bill Clinton solía hablar de crear un gobierno más inteligente.  En realidad, y por diseño, el gobierno estadounidense está perdiendo su coeficiente intelectual colectivo.

El IRS es una de las principales víctimas de esto.  Como el número de sus agentes ha disminuido, su capacidad para auditar a las grandes empresas y a los contribuyentes ricos también se ha reducido, lo que significa que mayormente deja en paz a los ricos.  Los estadounidenses acaudalados tenían un 80 por ciento menos de probabilidades de ser auditados en 2018 que en 2011.  Hay años en los que algunos de los más ricos de Estados Unidos, incluido Elon Musk de Tesla, pagaron cero impuestos.

En cambio, la proporción de estadounidenses de clase media sometidos a auditorías del IRS ha aumentado considerablemente porque son baratas y fáciles de hacer.  En su mayoría, las investigaciones se centran en el presunto fraude sobre el crédito tributario por ingreso del trabajo, al que sólo tienen derecho los estadounidenses más pobres.  Los agentes del IRS no son rival para los ricos, cuyos asesores pueden elegir de un laberíntico menú de vehículos de evasión fiscal.

El resultado es que los ingresos del gobierno de Estados Unidos han ido disminuyendo de forma constante.  Esas decenas de miles de millones de dólares no cobrados quedaron ocultas por la era de tasas de interés nulas en EEUU, la cual está llegando a su fin.  El financiamiento del gobierno estadounidense está a punto de ser mucho más costoso.  La nueva ley de Biden, denominada Ley de Reducción de la Inflación, contribuirá en cierta medida a igualar las condiciones de los agentes del IRS mal pagados a las de los abogados de empresas excesivamente remunerados.

Pero si los republicanos recuperan el control del Congreso en las elecciones intermedias de noviembre, la victoria podría durar poco.  Pueden simplemente bloquear el presupuesto de Hacienda.  El costo social de esta última campaña de desinformación es difícil de contabilizar.  Millones de estadounidenses piensan ahora que el gobierno de EEUU está armado, es peligroso y va a por ellos.  Es una mentira enorme, pero las mentiras tienen una forma de echar raíces.

Edward Luce

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