Según medios internacionales Alemania mantiene el rumbo de su abandono de la energía nuclear a pesar de la crisis energética, mientras muchos países occidentales dependen de ella.
El gobierno de Olaf Scholz, en el que participa el Partido Verde, el más hostil a la energía nuclear, decidió finalmente prorrogar el funcionamiento de los reactores para asegurar el suministro.
“Podría haber habido un nuevo debate si el invierno hubiera sido más difícil, si hubiera habido cortes de electricidad y escasez de gas. Pero hemos pasado un invierno sin demasiados problemas”, gracias a la importación masiva de gas natural licuado, señaló Jochen Winkler, alcalde de Neckarwestheim.
Desde 2003 se han cerrado dieciséis reactores. Las tres últimas centrales suministraron el año pasado el 6% de la energía del país, frente al 30,8 % de 1997. Mientras tanto, el porcentaje de energías renovables en el mix de generación ha aumentado hasta el 46 % en 2022, frente a menos del 25 % una década antes.
Sin embargo, el ritmo actual de avance de las renovables no satisface ni al Gobierno ni a los ecologistas, y Alemania no cumplirá sus objetivos climáticos sin un serio impulso. La ecuación es aún más compleja si se tiene en cuenta el objetivo de cerrar todas las centrales de carbón del país antes de 2038, muchas de ellas antes de 2030.
Alemania necesita aerogeneradores
El carbón sigue representando un tercio de la producción eléctrica alemana, con un aumento del 8 % el año pasado para compensar la ausencia de gas ruso. Alemania necesita instalar de cuatro a cinco aerogeneradores cada día en los próximos años para cubrir sus necesidades, advirtió el canciller federal de Alemania Olaf Scholz.
Es de recordar que el ministro de Economía y Energía de Alemania, Robert Habeck, anunció el martes 27 de septiembre del 2022, que ese país tiene previsto mantener en operación dos de las tres plantas nucleoeléctricas que quedan hasta mediados de abril.
Habeck dijo que la decisión de seguir operando las dos plantas, Isar 2 en Bavaria y Neckarwestheim al norte de Stuttgart, es un paso necesario para evitar una posible escasez de energía en la red eléctrica de la región en ese entonces.