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La realidad del encuentro entre Putin y Xi

Las conversaciones sobre un plan de paz para Ucrania ocultarán el fortalecimiento de los lazos entre China y Rusia.

Opinión de Gideon Rachman

“La situación internacional ha alcanzado ahora un nuevo punto de inflexión. Hay dos vientos en el mundo actual, el viento del Este y el viento de Occidente … Creo que el viento del Este prevalece sobre el de Occidente”.

Estos comentarios podrían leerse como una anticipación de las declaraciones que Xi Jinping piensa hacer durante su visita a Moscú esta semana. De hecho, proceden de un discurso que otro dirigente chino, Mao Zedong, pronunció cuando estaba de visita en Moscú en 1957.

Haciéndose eco de Mao, Xi afirma a menudo que: “El Este se está levantando y Occidente está decayendo”. Xi, como Mao y Putin, también cree que Rusia y China comparten un interés por acelerar el declive del poder occidental. Hace dos semanas, el dirigente chino acusó a Estados Unidos de aplicar una política de “contención, cerco y supresión” contra China.

Los dirigentes de Rusia y China también se reúnen, una vez más, con una posible guerra nuclear como telón de fondo. En Moscú, en 1957, Mao instó a su audiencia a considerar el lado positivo de un conflicto nuclear: “Si sucediera lo peor y muriera la mitad de la humanidad, la otra mitad permanecería y el imperialismo sería arrasado y el mundo entero se volvería socialista”. Incluso para su público soviético, esta declaración era fuerte.

El presidente Xi, por el contrario, se presentará en Moscú como un hombre de paz. Llega disfrutando del resplandor de un verdadero logro diplomático: el acercamiento entre Irán y Arabia Saudí mediado por China. China también presentó recientemente un plan de paz de 12 puntos para resolver la guerra en Ucrania. Es posible que, durante su estancia en Moscú, Xi proponga un alto el fuego inmediato. Tras su cumbre con Vladimir Putin, es probable que el dirigente chino llame al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky.

Zelensky atenderá sin duda esa llamada. Xi tiene una enorme influencia sobre Putin, si decide utilizarla.

Pero Zelensky y la coalición occidental que respalda a Ucrania también se mostrarán convenientemente escépticos ante las propuestas de paz de China. La realidad es que es muy poco probable que Xi esté dispuesto o sea capaz de mediar para poner fin a la guerra de Ucrania.

A diferencia de lo que ocurre con Arabia Saudita e Irán, China no está mediando entre dos partes que estén dispuestas a llegar a un acuerdo. Pekín tampoco es un actor neutral en este conflicto. Aunque China se ha abstenido en las votaciones de la ONU que condenaban la invasión rusa de Ucrania, ha utilizado sistemáticamente terminología rusa para describir el conflicto. Qin Gang, ministro de Asuntos Exteriores chino, elogió recientemente las relaciones entre Rusia y China como una “fuerza motriz” en los asuntos mundiales. También se puede contar con los chinos para desestimar la acusación de la Corte Penal Internacional contra Putin.

El actual “plan de paz” chino no dice nada sobre la retirada rusa del territorio ucraniano ocupado. Si Xi propone un alto al fuego en la guerra, los rusos pueden fingir entusiasmo con toda seguridad, sabiendo que Ucrania rechazará la idea mientras sus tierras estén ocupadas. Aunque se declarara un alto el fuego, Rusia claramente podría no respetarlo, como ya ha hecho en el pasado.

Para Xi, sin embargo, es útil presentar a China como un pacificador pragmático, interesado, sobre todo, en el comercio y la prosperidad compartida. Por el contrario, China presenta a Estados Unidos como un belicista ideológico, que divide al mundo en amigos y enemigos, y está obsesionado con preservar su propia hegemonía. Esa narrativa ayuda a China en la batalla por la opinión que tenga el “sur global”, y preocupa a los estadounidenses.

Pero detrás de las palabras de paz, la esencia de la cumbre entre Putin y Xi se enfocará en dirección opuesta, ya que implicará un mayor apoyo a Rusia por parte de China, mientras libra una guerra de agresión. Alexander Gabuev, uno de los principales expertos rusos sobre China, y ahora en el exilio, comenta: “No se equivoquen: el viaje será para profundizar los lazos con Rusia que beneficien a Pekín, no para una verdadera mediación de paz”.

La gran pregunta será cuales lazos considera Xi beneficiosos para China. La parte económica es fácil. A medida que Occidente se independiza de la energía rusa, China puede comprar petróleo y gas a precios reducidos. Es probable que Putin y Xi acuerden acelerar las obras de otro gasoducto entre sus países. El suministro a Rusia de bienes que ya no puede comprar en Occidente, en particular semiconductores, también es una jugada lucrativa para Pekín, aunque algunas empresas chinas se cuidarán de violar las sanciones occidentales. También es probable que los dirigentes rusos y chinos prosigan sus esfuerzos para promover alternativas al dólar como moneda mundial.

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La cuestión realmente delicada serán las solicitudes de Putin de armas chinas, en particular proyectiles de artillería y misiles para compensar la escasez que está minando el esfuerzo bélico de Rusia. Estados Unidos advirtió el mes pasado que China estaba considerando la posibilidad de tomar el paso de ayudar a Rusia en ese frente. Lo que acuerden Putin y Xi será probablemente un secreto muy bien guardado.

También quedarán ocultas las posibles tensiones entre Rusia y China. Algunos estrategas estadounidenses confían en que algún día puedan lograr una segunda ruptura entre Moscú y Pekín, como la que condujo al acercamiento entre Estados Unidos y China en la década de 1970. Pero en la actualidad eso parece incluso más lejano que el éxito de una iniciativa de paz china en cuanto a Ucrania.

Las imágenes de Xi y Putin juntos en Moscú enviarán un mensaje claro. Rusia y China siguen siendo los más estrechos socios, unidos por su hostilidad conjunta hacia Estados Unidos y sus aliados.

Gideon Rachman ha sido columnista en jefe para asuntos exteriores del Financial Times desde 2006.  Se unió al FT luego de una carrera de quince años en The Economist que incluyó puestos como corresponsal extranjero en Bruselas, Washington y Bangkok.  Sus intereses particulares incluyen la política externa de Estados Unidos, la Unión Europea y la globalización.

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